Los Cielos de Júpiter: El Rey de su propio Reino

El Capitán Waldemar tiene un golpe de suerte enorme, pero también una difícil decisión.

«Una nave en el mar es un mundo en si misma. Ser el capitán de una nave es ser el incuestionable regente de ese mundo y requiere todas las habilidades de liderazgo de un príncipe o un ministro.»

Coronel Corazón Santiago

«Liderazgo y el Mar»

Waldemar había conseguido su nave, la había bautizado «Riqueza Prospera» y es que el viejo capitán no era muy original. Era una pequeña corbeta igual que la anterior, un poco mejor armada, un poco mas de espacio de carga, mejores sistemas de detección y ocultación, pero lo que mas apreciaba Waldemar eran los nuevos misiles que le permitía atacar desde largas distancias.

Pero hoy Waldemar y su tripulación no planeaban una lucha, la misión de hoy era simplemente una de reconocimiento; después de un movido paseo por la atmósfera joviana habían llegado a un punto donde habían visto confluir las naves de la Inquisición con frecuencia.

Nunca me acostumbraré a esa mierda.

¿Capitán Sanchez?

Uno no podría pedir por mejor segundo de a bordo que Percy, pero en ocasiones Waldemar desearía que dejara de hacerse el estirado.

Volar en Júpiter quiero decir, no importa cuantas veces lo haga, siempre siento que me va a tragar, que esa será la última vez, y cuando finalmente salimos a la órbita de nuevo, siento tan tremendo alivio.

Le aseguro que no está solo en su sentimiento Capitán. —Perceval ni siquiera apartaba la vista de las pantallas, saltaba de un instrumento al otro, y cuando de vez en cuando cerraba los ojos uno sabía que solo estaba organizando sus cosas en el subconsciente.— Las nauseas que siento cada vez que veo esas nubes de azufre tan cerca, no es una sensación agradable.

Estimulado por la eficiencia de su subordinado el Capitán también se ciño a estudiar los instrumentos; los números no eran nada halagadores.

—Solo en esta área ellos tienen mas fragatas que todas las corbetas que tenemos nosotros, si atacáramos con todas nuestras fuerzas esta zona, ellos no tendrían necesidad ni de llamar refuerzos.

—En eso tiene absoluta razón señor, pero hay algo extraño… —Se empeñó con mayor énfasis en los instrumentos, pero no podía cerrar la boca, como quien no da crédito a sus propios ojos.

—¿Qué quieres decir Percy?

—Waldemar, eh, señor, perdón, Capitan… —Las palabras lo evadían.

—¡Compóngase Perceval!

—Están vacías Señor, las fragatas quiero decir, no tienen tripulación.

—¡¿QUE?!

—Véalo por usted mismo capitán, observe el espectro térmico, las naves están frías como el hielo, incluso los reactores están apagados.

Waldemar pasó sus ojos sobre las  holografías que le pasaba Perceval y en efecto los modelos se mostraban oscuros, indicativos que las naves no estaban en funcionamiento.

—¿Qué clase de brujería es esta?

—Tal vez las están reparando, o quizá las tripulaciones están descansando, pero el hecho es innegable señor, son setenta y cinco fragatas inactivas, tan solo esperando…

—Por nosotros… —Los ojos del capitán se movían de un lado a otro incesantemente, considerando todas las posibilidades —¿tenemos acceso a algún satélite?— Preguntó poniendo las manos en los controles, sabiendo bien cual sería la respuesta.

Percy revisó las comunicaciones  pero fue inútil.

—La Inquisición controla todas las comunicaciones en esta área, podría intentar hackear un satélite de la flota, pero con suerte tomará varias horas.

—No importa Percy, sabemos lo que tenemos que hacer. —Se ajustó los cinturones del asiento, se limpió el sudor frío que se había acumulado sobre su frente y anunció por el comunicador— ¡Todo mundo estaciones de batalla!

¡Pero ¿qué carajo?! —El artillero evidentemente había estado tomando una siesta.

—Silverio, respeto para su Capitán, —puntualizó Perceval— preparase para la batalla como se le ha ordenado.

—Pero en nombre de Gimenez ¿quiere alguien explicarme qué está pasando? —Chilló Silverio por el comunicador.

—Hemos detectado una formación de setenta y cinco fragatas de la inquisición inactivas y sin tripulación, el Capitán ha decidido que es una oportunidad que no podemos perder.

El silencio de radio que siguió evidenció la enorme sorpresa que sentía toda la tripulación, aquello era un golpe de suerte enorme, un chance que de seguro no se volvería a presentar jamas.

—Señor Perceval marque los objetivos para los artilleros.

—Al momento Señor.

—Deme la distancia óptima de disparo.

—Allí la tiene Capitán.

Era un rango bastante amplio, distancia suficiente para que los artilleros tuviesen un tiro limpio, y lo suficientemente cerca como para poder volver a desaparecer en la atmósfera joviana con impunidad.

—¡Fuego a discreción!

Waldemar veía la trayectoria de los misiles, esperando que en el último momento las naves se activaran y evadieran pero no fue así, los misiles golpearon a las fragatas una y otra vez como una lluvia, destrozándolas en millones de trocitos. Los inertes aparatos estallaron en miles de explosiones.

La algarabía a bordo de la Riqueza Próspera era enorme, la tripulación se puso a bailar al ritmo de las silenciosas explosiones inventándose ellos mismos una música loca y desordenada.

—¡Excelente trabajo tripulación! Pero es tiempo de regresar —El viejo Capitán no podía dejar de sonreír, pero tampoco apartaba la vista de los seis de destructores que continuaban aproximándose ahora que se había revelado su posición.

—Señor, tengo la explicación. —Perceval había descubierto algo nuevo en los instrumentos— se trata de un astillero señor, observe.

En efecto mucho mas arriba podía apreciarse un diminuto punto de luz que los telescopios ampliaban como un colosal astillero capas de construir no solo fragatas si no incluso cruceros.

—Entonces la flota ya no está trayendo sus naves desde Marte, están fabricando sus propios aparatos aquí…

—Así parece Señor.

Percy no realizó la pregunta, pero esta había quedado en el aire, ¿debían destruir el astillero también?

—Artillería, ¿cuantos misiles nos quedan?

—Yo solo tengo quince Capitán Waldemar.

—Yo tengo veintidós Señor.

—Cuento con diecisiete mi Capitán.

Waldemar miró a Percy quien totalmente rígido no se atrevía ni a devolverle la mirada.

—Unos cincuenta misiles Perceval, si disparamos a la distancia máxima ¿crees que conseguiríamos destruirlo?

—No lo sé Señor, pero no cabe duda que le haríamos un daño considerable en cualquier caso.

Seis destructores venían en su dirección, con dificultades podrían enfrentarse contra uno, pero no necesitaban pelear, solo golpear y huir, pero ¿tendrían tiempo para lo último?

—Deme la distancia máxima Perceval —pidió limpiándose el sudor nuevamente.

Percy ni habló, se limitó a pasar los números en silencio.

Waldemar movió los controles y la Riqueza Prospera comenzó a ascender, los seis destructores enemigos se ceñían sobre ella.

El silencio en la nave era de muerte hasta que Percy lo interrumpió.

—Ellos saben que vamos a atacar con misiles, no vienen por nosotros señor, se posicionan para proteger el astillero.

Waldemar observó las pantallas y en efecto la trayectoria de las naves enemigas no era de intercepción.

—Parece que estamos de suerte, pero si estos chicos le dan tal importancia a esta construcción ¿quien soy yo para discutirlo? —La sonrisa había regresado al rostro del viejo Capitán— ¡Señores! el enemigo va a intentar detener nuestros misiles, asegúrense de combinar los disparos con una considerable ración de torpedos, las trayectorias serán mayormente rectas así que ellos no tendrán modo de diferenciar los unos de los otros.

¡Sí señor! —Respondieron los artilleros al unísono.

Waldemar aceleró cuanto le permitía el reactor de Rackham y pronto estuvieron a la distancia adecuada.

—¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!

La nave se sacudió con la andanada de misiles y torpedos que dispararon los artilleros, pero no podían quedarse a admirar el espectáculo, ya el capitán estaba invirtiendo la dirección de la nave, si los misiles conseguían dar en el blanco o no, se enterarían por las palabras de Perceval.

Pero este no parecía contento con lo que veía a través de los instrumentos.

—Señor estoy detectando una fragata activa por debajo de nosotros, creo que se posiciona para impedirnos el acceso a la atmósfera Joviana…

¿Conseguirán escapar el Capitán Waldemar y su tripulación? No te pierdas la respuesta en el próximo episodio de

Los Cielos de Júpiter

Este Viernes 7 de Marzo de 2014

Eso fue entonces el siguiente episodio se publicará el Miercoles 20 de diciembre de 2018 (a menos que me vuelva a atrasar como hoy).

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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