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Los Cielos de Júpiter: La Transmisión

Júpiter

Júpiter

Saludos amigos. Publicada con algo de retraso por problemas en la conexión aquí en Venezuela. Les presento nuevamente el segundo capítulo de mi novela Los Cielos de Júpiter.

Este capítulo se publicó originalmente el 3 de Febrero de 2014. Y se los dejó a continuación exacto como lo publiqué en aquella época.

Que lo disfruten.

La increíble fuerza del reactor nuclear lo hacía todo mucho mas fácil, sin embargo el viento ya le había dado dos o tres sustos de muerte mandándolo en una barrena descontrolada en un par de ocasiones. Pero el aparato era estable, siempre y cuando él piloto se mantuviese tranquilo, el jet terminaba respondiendo y recuperando el control.

Por supuesto eso era aquí arriba en la alta atmósfera joviana, mas abajo… —miró a lo lejos el océano de ponzoñosas nubes de azufre— ningún reactor lo salvaría. La clave estaba en mantenerse tranquilo, lo cual no era fácil —respiró profundamente y le dio otro ojo a los instrumentos— lenta pero segura la temperatura seguía subiendo, el campo magnético lo estaba protegiendo de la radiación, pero toda esa energía no desaparecía mágicamente, se acumulaba en el casco de la nave en forma de calor, la inmensa velocidad del viento ayudaba a disipar una buena parte, sin embargo continuaba subiendo, no podría permanecer mucho tiempo a esta altura.

Pero eso no sería necesario, ya se acercaba a su objetivo, levantó los alerones y comenzó a ascender a toda velocidad, instruyó al motor para que acumulara algo del hidrógeno de la atmósfera para reutilizarlo posteriormente como propelente cuando estuviese en el vacío del espacio.

A medida que aumentaba su altura el jet comenzó a sacudirse, la atmósfera iba perdiendo densidad y las superficies de control en los alerones se iban volviendo irrelevantes, el único dominio real que le quedaba era el chorro de plasma; pero se requería cierta habilidad, práctica y sobre todo mucha paciencia para estabilizar en medio de tanto zarandeo.

Las turbinas comenzaron a gritar agónicamente cuando comenzó a faltarles el aire, pero Louis necesitaba hasta el último respiro que pudieran darle. Finalmente hasta el ruido comenzó a desaparecer cuando el aire se hizo cada vez mas tenue. —cerró las turbinas e indicó al aparato que comenzara a consumir el hidrógeno que había acumulado— el reactor pasó a expulsar el hidrógeno en una cantidad mucho menor pero con mucha mas fuerza, sin embargo el no necesitar absorber nuevo hidrógeno compensaba un poco el esfuerzo.

Eventualmente todo ruido cesó, volar en el vació del espacio era tan pacífico en comparación al frenético control que tuvo que ejercer en la atmósfera del planeta —las manos de Louis se aflojaron en los controles, se dio cuenta que estaba sudando a mares— pero no importaba pronto alcanzaría la órbita, su objetivo estaba cerca.

A lo lejos ya podía ver el brillo de las luces de la flota y poco después entró en órbita, le dio a la aeronave cierto margen de maniobra y terminó por apagar los motores, el silencio fue absoluto, solo el sonido de su propia respiración, el jet continuó moviéndose hacia la flota por inercia, comenzó la transmisión:

A todos los ciudadanos de Júpiter:

La esencia de la colonias Jovianas radica en sus investigadores, las principales ciudades no tienen nombres de grandes y famosos científicos por casualidad. Quienes fundaron esas ciudades orbitales, y quienes las habitaron por muchos años fueron científicos, fascinados con la multitud de fenómenos que podían observar en el colosal planeta y su maravilloso sistema de Lunas.

La primera ciudad en ser fundada fue Sagan; en un principio la base de esta ciudad fue un gran crucero de transporte comercial, llamado «El Orgulloso,» que un grupo de investigadores de la Universidad de Fobos modificaron para el largo viaje hasta Júpiter. Esta nave, aún en nuestros días, puede verse en el Museo de la Colonización de Júpiter, toda una reliquia que demuestra los esfuerzos y sacrificios que nuestros fundadores estaban dispuestos a realizar para conseguir sus sueños.

Por supuesto ningún aparato de la época poseía la capacidad para viajar entre el cinturón de asteroides y Júpiter, aquel grupo de científicos que se autonombró «Los Portadores de la Jovialidad» comenzaron a enviar tanques de combustible con pequeños y lentos (pero económicos y confiables) motores de iones automatizados, y no solo combustible, si no también piezas de repuesto y *vituallas* para el largo viaje. Lo cual demuestra que aquello no fue una decisión apresurada, si no más bien un proyecto ingeniosamente planeado.

Junto a aquel colosal transporte «El Orgulloso» también venían unas dos docenas de naves mas pequeñas como es de imaginarse, hay quienes incluso hablan de tres docenas o mas de naves, el número es difícil de precisar después de tanto tiempo, aquellas naves eran mucho mas pequeñas evidentemente, transportando a uno o dos grupos familiares a lo sumo.

No debemos olvidar ese detalle, aquellos «Portadores de la Jovialidad» se vinieron a Júpiter con sus familias, para permanecer aquí para siempre, a diferencia de los primeros viajes de investigación que se hicieron a Marte o al Cinturón de Asteroides, aquella primera expedición Joviana no tenía ninguna intención de regresar a casa.

Y esto nos debe recordar también que aunque los años han pasado, Júpiter, continúa siendo una gran familia.

Por eso siempre se dice que la colonización del sistema Joviano fue una labor de amor. Amor por la ciencia, amor por Júpiter y sus lunas, pero sobre todo amor por el desafío que significaba el salto enorme entre los asteroides y Júpiter.

Los hombres y mujeres, las familias que se unieron en el gran proyecto de colonizar el sistema Joviano, no solo anhelaban descubrir todos los misterios que aún conserva Júpiter, también deseaban hacerlo en paz sin todas las restricciones que las costumbres y las supersticiones de la época les imponían.

Me pregunto entonces ¿qué pensarían esas orgullosas familias de nosotros hoy en día si pudieran vernos? Los habitantes del Júpiter actual hemos bajado la cabeza ante aquellas mismas supersticiones de las que se liberaron los fundadores de nuestros mundos.

¿Por qué deben nuestros científicos actuales limitarse en sus investigaciones porque un «comité» de ignorantes religiosos nos advierten con las palabras de un supuesto profeta que murió hace ya mas de trescientos años?

Conciudadanos Jovianos la libertad de la investigación científica es la base del desarrollo del progreso de nuestra gran nación.

¿Por qué debe un poder extranjero venir a limitarnos en lo que podemos o no podemos investigar? ¿Qué derecho tienen estos ignorantes fundamentalistas a imponernos lo que podemos o no podemos inventar? ¿Por qué esta nueva «santa inquisición» de los así autoproclamados «Inteligencialistas» se cree con derechos a establecer las fronteras de nuestra imaginación?

Yo digo ¡No! Júpiter es libre, los ciudadanos de Júpiter tienen libertad para pensar, descubrir e inventar lo que gusten y deseen; y si sus «señorías» creen que estamos asustados, indefensos o controlados, permítanme sacarlos de su ilusión.

No se equivoquen «caballeros» la gente de Júpiter está armada y es peligrosa; y está decidida a hacer lo que sea necesario para recuperar su libertad.

La tecnología Marciana no es superior a la tecnología Joviana, y el número de sus soldados es apenas una fracción del número de valientes ciudadanos que están dispuestos a luchar por lo que sueñan.

Inquisidores, abandonen las órbitas de Júpiter mientras están a tiempo y conservan sus vidas.

Se despide de ustedes Louis Rackam, un ciudadano de Júpiter.


La acción a bordo del crucero «Pureza y Resolución» era frenética, los ordenanzas brincaban de un lado al otro y los comandantes gritaban sus ordenes de forma desgañotada y por todos lados se escuchaba la infaltable palabra «herejía».

—¿De donde sale la transmisión? ¿En nombre de todos los profetas de donde sale esa condenada transmisión?

—Señor no va a creerlo.

—¿Qué es lo que no voy a creer?

—La transmisión surge de aquí señor, está transmitiendo desde el medio de la flota…


Las pequeñas naves patrulla pronto tenían rodeado al jet.

—Ciudadano Louis Rackham, no oponga resistencia y por favor acompáñenos —dijo la voz del piloto a través de la radio.

—Llegan tarde caballeros, estoy esperándolos desde hace media hora.

—¿Quien cree usted que es? ¿Si quiere tiene idea de cuantos cañones lo están apuntando?

—¿Quien soy? Soy el primer ser humano que ha volado en la atmósfera de Júpiter, después de haber pasado por eso ¿crees que tus cañones me asustan?

Continúa el Miércoles 5 de Febrero de 2014

Eso fue en aquella época. Ahora espero republicar el tercer capítulo el Miércoles 19 de Septiembre.

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