Los Cielos de Júpiter: Secretos

Louis y Diana bajaron las oscuras, viejas y sucias escaleras y se encontraron en un salón no muy distinto.

Con retraso porque se me olvidó completamente, lo admito. Aquí está el capítulo de Los Cielos de Júpiter que tocaba ayer:

La rotación del orbital había traído la noche hacía bastante tiempo, pero nadie se había molestado en encender la luz, era casi como si los Almirantes no quisieran verse las caras largas en aquella situación.

—Los resultados están listos —Pero nadie respondió a la inútil observación del Almirante Bonafide.

Todos estaban concentrados leyendo los archivos recién transmitidos a sus subconscientes. Los rostros estaban oscurecidos por la falta de luz, pero la variedad de suspiros, bufidos y resoplos que llenaron la habitación dejaba espacio para poca duda, aquello no eran buenas noticias.

Hubo un largo silencio incómodo en que nadie se atrevía a hablar. Pero finalmente una vocecita chillona salió de un hombretón enorme:

—En efecto el muchacho es heredero de los genes del Profeta Gimenez, lo cual nos deja en una muy mala posición.

—¿Nuestra posición? Creo que eso debería ser lo que menos nos preocupe en estos momentos, lo que yo deseo saber es ¿cómo se nos escapó esto durante tanto tiempo? —Preguntó Roland tomándose la cabeza— Ahora ya es demasiado tarde para evitar un desastre.

—Es demasiado tarde para buscar culpables también Roland. —Bonafide sonaba mas calmado, sin embargo jugueteaba nerviosamente con los anillos de sus dedos— la pregunta ahora es ¿cómo vamos a actuar?

Alberto se puso de pie en la oscuridad y chilló:

—¿Es que acaso hay alguna duda? El muchacho no puede sobrevivir, ¿es que acaso están dispuestos a correr el riesgo?

—Pero estamos hablando de la sangre de los Profetas… —murmuro Roland.

—¡Precisamente! Sabemos de lo que pueden ser capaces los Profetas, y sabemos que este muchacho no comparte nuestras creencias —Alberto apuntaba con un dedo al Almirante Roland con cada palabra como puntualizando, sin embargo su rostro de pánico quedaba velado en la oscuridad— ¿Te imaginas lo que podría hacer?

—Fernández tú hablas de eliminar a uno de los Profetas como si se tratara de matar a una mosca, pero ¿estás consciente de lo difícil que puede resultar eso? —Carlos Bonafide todavía conseguía mantener la compostura.

—¡Él no es un profeta! El que lleve la sangre no garantiza que sea un profeta, lleva la sangre, es un heredero, pero nada mas, no todos los descendientes de Gimenez fueron profetas, solo unos pocos en verdad, —los chillidos de Alberto Fernández se hacían mas frenéticos— ¿por qué estamos todos tan aterrorizados? Este chico podría probar no ser mas que un mal chiste.

—Supernatural —farfulló Roland volviéndose un ovillo en su sillón con la mirada vacía hacia el techo.

—Tienes razón Fernández, es posible que Rackham pruebe no ser mas que una molestia, pero lo veo bastante difícil, sobre todo a la vista de lo que ya ha hecho, ¿o estamos olvidando que es «el hombre que voló dentro de Júpiter»?

De pronto la figura a la cabeza de la mesa que se había mantenido silenciosa se puso de pié y finalmente encendió la luz, debajo de su gorra llena de emblemas y reconocimientos se derramaban unos abundantes, largos y auténticos cabellos blancos que se unían mas abajo a una barba y bigote blanquísimos también.

—¿Alguno de ustedes Caballeros se ha preguntado porque Rackham nos odia tanto?

—Bueno, Gran Almirante…—respondió Bonafide que fue el único que se atrevió a hablar— El sujeto dice ser uno de esos amantes de la libertad, y no tengo ninguna razón para no creerle.

El Gran Almirante se sonrió un poco.

—Que inocentes somos, ¿alguno de ustedes se ha detenido a averiguar cual era el campo de investigación de Rackham antes de que llegáramos y lo detuviéramos?

Acto seguido los Almirantes quedaron en silencio revisando los archivos subconscientemente.

Fernández se sintió confundido entre tanto término técnico pero una palabra se repetía una y otra vez:

—¿Hiperlumínico? ¿Quiere alguien explicarme qué se supone que estoy leyendo?

—Louis Rackham estaba investigando un motor hiperlumínico, creo que eso explica muchas cosas —El Gran Almirante había razonado todo el asunto mucho tiempo antes, los Almirantes estaban en desventaja.

—Gran Almirante Apostolos, ¿insinúa usted que?… —Pero Rolan no tuvo la voluntad terminar.

—¿Viaje en el tiempo? —Atinó a decir Bonafide.

—Y entonces tienes que detenerte a preguntarte, ¿Profeta o Viajero del Tiempo? Esa es la pregunta que no me ha dejado dormir últimamente.

Solo entonces los otros notaron los ojos inyectados de sangre de Apostolos.


Louis y Diana bajaron las oscuras, viejas y sucias escaleras y se encontraron en un salón no muy distinto.

—¿Sheila estás aquí? —La voz profunda de Rackham resonó en la oscuridad.

—Las ventajas de una piel oscura —respondió la voz de la Capitana.

Una pequeña lampara se iluminó en una de las mesas y los recién llegados pudieron definir la silueta de la mujer y sus estrafalarios cabellos.

—Tus ilusiones de una reunión privada no son mas que eso Sheila, ilusiones. —La pareja tomó asiento.

—¿Los siguieron?

—Acabamos de despachar a un grupo de matones que nos venían persiguiendo, pagados del Almirante Gómez. —Aclaró Diana.

Sheila se levantó evidentemente molesta.

—¡Están en todas partes! ¡Son como ratas! Y ¿entonces? ¿Cómo se supone que vamos a negociar?

—No habrá tal negociación —la detuvo Rackham.

—Ni creas que aceptaré tus terminos tan fácilmente Louis, no estoy tan desesperada…

—Te haré una oferta que no podrás rechazar. Gratis…

En un principio Sheila no se lo podía creer y miró a Rackham largo rato para descubrir si estaba bromeando pero el muchacho hablaba en serio.

—¿Vas a darme una nave capaz de volar en la atmósfera de Júpiter a cambio de nada? ¿Por qué?

—No, vamos por partes, no voy a regalarte una nave, voy a modificar la que ya tienes ¿estamos claros en eso?

—Completamente, pero ¿por qué estás dispuesto a hacerlo gratis?

—Una de las Capitanas Piratas mas reconocidas a todo lo largo de Júpiter de regreso al negocio gracias a mi ayuda, ¿crees que sería un buen golpe de relaciones públicas?

—Sheila, Luois te estará usando como un enorme poster publicitario —acotó Diana.

—Si realmente me regresa al negocio estoy dispuesta a ponerme un cencerro al cuello.

Todos rieron de buen grado. De pronto como en el rabillo del ojo Louis vio algo moverse, intentó enfocarlo pero no pudo, entonces una sonrisa se manifestó en mitad del aire. Pero Rackham sabía que aquel no era el gato de Cheshire. Un hombre de ropas oscuras y cabello gris terminó de mostrarse en una forma semifantasmal; pero Louis notó que ni Diana ni Sheila podían verlo pues continuaban conversando animadamente.

—No, tampoco pueden escucharme, esto es entre nosotros dos —dijo la figura— quieren matarte y no se han andado con rodeos, han querido contratar a uno de los nuestros, pero los hemos rechazado; las otras hermandades no serán tan quisquillosas pues el dinero es bueno. Si yo fuera tú, no volvería a mostrar mi rostro en la calle.

Rackham asintió en silencio sin mirar directamente al fantasma.

—Te consideramos un aliado Rackham, eres familia, búscanos, tú sabes donde encontrarnos.

Rackham asintió de nuevo y la figura desapareció con la misma facilidad que había aparecido.

—Sheila, ¿tienes una puerta trasera?

Los Cielos de Júpiter continuará el Miércoles 12 de Febrero de 2014

Eso fue entonces en esta nueva publicación el siguiente capítulo saldrá el Miércoles 17 de Octubre de 2018 (Si no me olvido esta vez).

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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