Los Cielos de Júpiter: La trampa de la trampa

Incluso el plan mejor trazado...

Al parecer la historia de Laura era verdadera, al menos en cuanto a que su esposo no estaba con ella; Alphonse había pasado todo el día revisando la nueva base, buscando en cada longitud de onda, alguna variación que le indicara que había algo fuera de lo común, pero si el hombre estaba oculto allí, era incapaz de encontrarlo.

—Puede que esté diciendo la verdad —entró en la nueva oficina de su hermano Louis, por enésima vez en aquel día— pero no termino de confiarme.

—Ese es mi Alphonse, el día que te confíes de algo estaremos perdidos.

—Búrlate si quieres, pero no estaré contento hasta que no vaciemos esta base de arriba a abajo y expulsemos toda la atmósfera, solo entonces me sentiré en paz.

—Pues te vamos a complacer, vamos a necesitar la ayuda de cada uno de nuestros reclutas para conseguir esos cerebros, así que la base quedará vacía, y no habrá ningún problema en hacer como pides.

—Sé que odias desperdiciar el oxígeno de esa manera pero…

—No te preocupes por eso, sacaremos mas oxigeno del hielo, con la cantidad de reactores que tenemos funcionando ahora eso no debería ser un problema. —Louis dejó la pantalla en donde analizaba el plan de batalla y miró a su hermano a los ojos— ¿cual es la historia de Genevieve? ¿Por qué vamos  querer ayudar a esa mujer Diaz? Y ¿cómo vamos a hacerlo?

—Ya conoces a Genevieve —Alphonse se puso a revisar la oficina, como si otro asesino pudiese aparecer en cualquier momento.— Ella piensa que ayudando a Laura demostraremos que incluso los clanes de asesinos de Júpiter podemos trabajar unidos en contra del enemigo común.

—¿Y sí podemos? —Louis levantó una ceja.

—Bueno… —Alphonse finalmente le devolvió la mirada— realmente tenemos un enemigo en común ¿no es cierto?

—Muy bien, —Louis se levantó de la silla y caminó hacia la puerta, Alphonse aprovecho para revisar hasta debajo del escritorio.— ¿Y cómo se supone que lo hará? El sujeto está en una prisión de la Inquisición.

—Genevieve es tu hermana, ella también ama hacer planes.

—Espero que este plan no la mate.

—Esperemos que no NOS mate, la última vez que hablé con ella sus planes me incluían a mi.

—Y tú por supuesto aceptaste.

—Siempre hago todo lo que me piden mis hermanitos. —Finalmente Alphonse se sentó en una silla— Y hablando de planes mortales, ¿en verdad vas a ayudar en el próximo ataque? Todavía no te recuperas del todo, y el intento de asesinato de Laura no es que te ayudó. —apuntó a las heridas que las uñas envenenadas de Laura habían dejado en el cuello de Louis.

Louis se quedó callado por unos instantes, caminó pesadamente hasta su hermano y susurrando le confesó:

—Tu hermanito está asustado, no te lo voy a negar, y sí, todavía estoy débil, mas débil de lo que me gustaría admitir, pero esta oportunidad de adquirir esos cerebros no se presentará nuevamente, el momento es ahora, nos guste o no; y lamentablemente necesito estar presente en el combate.

—¿Pero vas a pilotar? No creo que estés en condiciones.

—No, si acaso haré de artillero, pero necesito ver la acción de primera mano, necesito coordinar la acción desde el campo de batalla, no nos podemos arriesgar a fracasar en esta.

—No te preocupes —Alphonse le dió una palmada en la espalda— yo estaré allí para cubrirte en todo momento.

—Cuento contigo, cuento con todos, ve a prepararte —le dijo revisando la hora en su subconsciente— partimos en unas horas.


Las naves habían ido saliendo de la base del mismo modo en que habían llegado, lentamente y en pequeños grupos, en la órbita se reunieron con el viejo transporte de personal el cual nunca llevaron a la base por ser demasiado grande y pesado, lo habían dejado con una pequeña tripulación que se sintió agradecida del relevo.

—Vallan a dormir amigos, nosotros nos encargaremos a partir de ahora. —Louis caminaba por el puente de forma graciosa— Ah gravedad normal otra vez, que bendición y que maldición.

Diana se acercó y lo abrazó para ayudarlo a estabilizarse.

—Te dije que trajéramos la silla de ruedas, pero tú insististe…

—Todavía tenemos tiempo, vamos a tardar un par de días en llegar y ubicarnos.

En aquellos momentos la órbita de la fábrica de cerebros clonados estaba del otro lado de Júpiter, las naves podían llegar allí en unas cuantas horas, pero siendo necesario ocultarse de la Inquisición, tendrían que moverse mas despacio y dando mas rodeos.

Durante el viaje se entrenaron repitiendo el plan una y otra vez en simulaciones, Louis también aprovecho para fortalecer sus piernas y su habilidad motriz en la gravedad artificial generada en los cilindros rotatorios del transporte.

—Asuman sus posiciones. —les ordenó Louis cuando estaban en las cercanías del punto de encuentro señalando la formación «casual y arbitraria» que habían diseñado días antes.

Detectaron el convoy de naves de la inquisición protegiendo al carguero que llevaba los cerebros, una larga y compacta formación de un crucero, diez destructores, veinte fragatas, y unos cincuenta drones caza-bombarderos, no parecían presentir nada, se movían directo hacia la trampa.

—A partir de este momento silencio de comunicaciones, no queremos que sospechen si notan demasiado intercambio entre nuestras naves.

Sheila ni siquiera dio el recibido, simplemente cortó todo contacto con el resto de las naves y continuó navegando inocentemente en una órbita totalmente casual, pero solo en apariencia, pues con cada minuto se aproximaban mas al convoy.

—Rackham no me cree que las Inquisición tiene la capacidad de leer todas nuestras comunicaciones, pero al menos tiene la decencia de hacerme caso.

—Si algo tiene el Louis es que no es idiota —le respondió Allan desde la sección de artillería.

—Waldemar siempre tan impaciente, se está aproximando demasiado, y Violeta por supuesto va detrás de él.

—Déjalos en paz, eso le dará una buena ventaja a Silverio y el que un par de corbetas se aproximen no asustará a un convoy de ese tamaño.

—Y vaya que tiene tamaño… —Sheila no apartaba la vista de la compacta formación enemiga.

El enemigo ya se encontraba de lleno en la trampa, y la voz de Louis se escuchó en un canal libre:

—Mi nombre es Louis Rackham, Capitanes de la Inquisición, les ordeno «liberar» su carga o morirán protegiéndola.

La reacción de las naves de la Inquisición no se hizo esperar, de inmediato determinaron que el origen de la transmisión era el viejo transporte de personal; el convoy de escolta se dividió en partes mas o menos iguales, sin embargo el crucero se enfiló hacia el transporte.

—Parece que los Capitanes te consideran una fina presa mi estimado Louis, si están dispuestos a abandonar sus preciosos cerebros clonados para atacarte.

—Así es Profesor Meyers, el enemigo ha mordido el anzuelo —Louis miraba una proyección de la batalla en un inmenso holograma— divide y vencerás dice el viejo refrán, nuestros enemigos están divididos, esperemos que con eso baste para conseguir la victoria.

En las cercanías del viejo transporte de personal habían unas treinta corbetas que disimuladamente estaban preparadas para defenderlo, al mismo tiempo otras cuarenta corbetas se posicionaban para rodear al enemigo y mantenerlos separados de la escolta.

—No digan que no se los advertí. —Les dijo Louis a través del canal abierto.

De inmediato Sheila comenzó a transmitir sus órdenes:

—Todos, la prioridad es el crucero, concentren el fuego en él, pero manténganse a distancia ¡fuego!

Con el enorme rango de ataque que poseían las corbetas ahora, apenas y necesitaron reubicarse para comenzar a disparar, pero para sorpresa de todos las fragatas de la Inquisición que acompañaban al crucero se sacrificaron y comenzaron a posicionarse como escudos vivientes para protegerlo.

—Pero qué demo… —Pasternack no daba crédito a lo que veían sus ojos— ¿quien se supone que va en ese crucero que lo protegen de esa manera?

Louis no respondió, simplemente se quedó con los ojos como platos viendo aquella absurda estrategia, ante sus ojos las fragatas enemigas caían como moscas, pero el crucero aceleraba hacia ellos a toda potencia.

—Sáquenos de aquí señorita Diana.

—No tiene ni que decirmelo Profesor Meyers.

Diana ya aceleraba la nave en dirección contraria, las corbetas rebeldes intentaban hacer blanco en el crucero, pero ahora incluso los destructores le estaban sirviendo de escudos.

Entonces les llegó una transmisión abierta desde el crucero:

—En esta ocasión no volverás a escapar con vida Louis Rackham, prepárate a morir.

Louis reconoció la voz de inmediato y sintió como le flaqueaban las piernas, se trataba del Paladín Ferdinando Treviño…

Los Cielos de Júpiter continuará el Miercoles 16 de Abril de 2014

 

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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