Los Cielos de Júpiter: El Torus de Io

El reciente éxito de Waldemar en contra de la flota de la Inquisición ha traído un montón de reclutas nuevos a las filas de la rebelión, pero Louis no encuentra manera de construir nuevas naves para estos recién llegados, curiosamente la respuesta podría tenerla Allan, el artillero favorito de la Capitana D'Aramitz.

La perdida de la Universidad de Ganímedes pesaba fuerte en la moral de Louis de eso no cabía duda, pero también había perdido su base de operaciones, allí había sido fácil construir una gran cantidad de reactores, casi cuarenta, pero ahora en cualquier lugar que intentaran montar una operación de ese tipo, serían descubiertos, el terrible calor que se generaba al fabricar los cristales de transuranio era fácilmente detectable.

Lo peor de todo el asunto era que la victoria de Waldemar había atraído a mucha gente, grupos de piratas que antes los habían ignorado, ahora les estaban rogando que los dejaran unirse a la causa, pero también querían una nave que les permitiera volar y ocultarse en la atmósfera de Júpiter, y Louis no estaba en posición de construir esas naves.

—No puedes seguir rechazando a esta gente Louis, los necesitamos y ellos nos necesitan.

—Sheila, ¿es que acaso crees que los rechazo por puro gusto? Son bienvenidos de permanecer con nosotros pero cuando tengamos que salir huyendo como siempre lo hacemos y la única salida sea zambullirnos en Júpiter, ¿qué van a hacer ellos?

—Pero tú construiste como cuatro docenas de esos reactores en apenas unas semanas, ¿por qué ahora no puedes hacer lo mismo?

—¿Recuerdas lo que ocurrió cuando terminábamos de construir los últimos reactores Allan? La Inquisición vino por nosotros, ¿quieres que eso vuelva a suceder?

—¿Estamos de manos atadas entonces? —Preguntó Waldemar.

—Necesitamos un lugar en donde escondernos, un lugar que nos brinde bastante cobertura a la radiación de los reactores y que al mismo tiempo nos permita trabajar —Louis se pasó la mano por los cabellos— he pensado en buscar algún asteroide vagabundo en una órbita alejada, entre los Troyanos quizá…

—Eso tomaría para siempre —indicó Sheila.

—Y hay rumores de que la Flota de la Inquisición patrulla incluso esas órbitas —Agregó Diana.

—¿Y no podrías fabricar los cristales dentro de la atmósfera de Júpiter? —Preguntó Allan.

—Dentro de la atmósfera necesitamos toda la energía para protegernos de la radiación del planeta y para maniobrar entre sus vientos, y para construir los cristales de transuranio también necesitamos mucha energía, es decir que no.

—¿Qué tal si nos escondemos en el Torus de Io? —Allan estaba utilizando su experiencia.— Los cargueros de las minas lo utilizan para esconderse de nosotros los piratas.

—Allan tiene razón, —Waldemar se puso de pie y se acercó al artillero— los radares no detectan nada en el interior del Torus.

Pero Louis cerró los ojos y meneó la cabeza.

—Tienen que entenderlo amigos, la radiación electromagnética que detecta un radar y la radiación térmica de los cristales son muy distintas.

—No Louis, —esta vez fue el turno de Pasternack de hablar.— La naturaleza del Torus de Io es muy caótica, todavía hoy en día lo estamos estudiando, no solo sería bueno para ocultarnos del radar, también podría servirnos en nuestro caso, siempre y cuando no exageremos y no acumulemos demasiados reactores en un solo lugar, podría pasar por una anomalía en el interior del Torus.

Rackham miró al viejo profesor con ojos atentos.

—¿Tú crees que podamos engañar a la Inquisición tan sencillamente?

—Yo digo que vale la pena el intento. —Intervino Sheila y Pasternack asintió a sus palabras.

—Mejor que quedarnos de manos atadas. —Agregó Allan.

—¿Pero acaso no vigila la Inquisición el Torus? —Preguntó Diana.

—Solo alrededor del propio Io, pero ¿por qué no nos ocultamos en la órbita directamente opuesta? —Sugirió Allan.

Louis asentía mientras consideraba todas las posibilidades en su mente. Sheila se acercó y le dio unas palmaditas en la espalda.

—En serio estás considerando aceptar una de las locas ideas de Allan. —Sheila intentó disimular su sonrisa sin mucho éxito.

—Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas —Rackham intentó disimular su sonrisa haciéndose el serio, pero al final no pudo y le dio la mano en agradecimiento al artillero.

—Intento darles una buena idea y todo lo que obtengo son burlas —Allan se hizo el ofendido.


Eran un pequeño convoy de unas cien naves, entre transportes, fragatas, y corbetas, no viajaban demasiado juntos para disimular, pequeños grupos adelante y atrás, ni siquiera intercambiaban muchas comunicaciones por temor a ser descubiertos. Les tomó largo tiempo llegar al punto acordado en mitad del Torus, pero eventualmente todas las naves estaban en posición.

Louis revisó los instrumentos y corroboró que en efecto la variedad de particulas y radiación en aquel punto estaba lejos de ser uniforme.

—Hemos establecido un perímetro de naves y varias patrullas, —Diana no podía ocultar su alegría de volver a ver a Rackham trabajando— las comunicaciones van a ser un problema, pero nos las ingeniamos dejando a unas pocas naves fuera del Torus para que sirvan de enlace. Pero si alguna nave de la Inquisición medio asoma la nariz nos enteraremos rápidamente.

—Esperemos que con eso sea suficiente, ¿han terminado de colocar los disipadores de calor?

Diana revisó los datos a nivel subconsciente.

—Estará listo en unos minutos, tienen problemas operando en estas condiciones, necesitan un montón de protección adicional y los vuelve un poco torpes.

—Vamos a ver si Pasternack y Meyers están listos.

Encontraron a los dos científicos repasando el procedimiento.

—¿Están listos Profesores?

—No me lo perdería por nada en la vida —dijo Meyers terminando de ajustar su traje.

El viejo Profesor se había afeitado la barba y el cabello, y ahora tenía un aspecto mucho mas respetable.

Tenían doce naves a su disposición, una tercera parte de las treinta y seis, todos esperaban que aquella cantidad de cristales les permitieran trabajar con cierta rapidez sin llamar demasiado la atención.

Salieron flotando al exterior, estaban protegidos por los cascos de las naves que habían sido modificados para crear una suerte de pequeño taller en órbita. Louis ordenó a los nanites de las naves que crearan los instrumentos y que trajeran los cristales.

En cuanto los oscuros cristales se aproximaron los unos a los otros todos pudieron sentir el violento calor que generaban al activarse su reacción en cadena. De poco servían las capas de protección y aislamiento.

Orlando Meyers estaba detrás de Rackham observando todos y cada uno de sus pasos.

—Vamos Rackham, muéstrame tu magia.

—No es magia Profesor, es pura ciencia. —Louis manipulaba los controles con enorme delicadeza.

Aquella labor les tomó prácticamente todo el día, pero extenuados como estaban esa noche vieron el nacimiento de un nuevo cristal transuranico.

—Lo he visto con mis propios ojos y no consigo creerlo. —Los ojos de Orlando no se apartaban del magnífico cristal.

—¿Cree que pueda mejorarlo Profesor? —Preguntó Rackham retirándose al interior de la Discreta.

A su alrededor los nanites estaban desarmando el improvisado taller y retornando los cristales a sus respectivas naves.

—No será fácil, y en estas circunstancias mucho menos, pero ahora entiendo como lo hiciste y creo que hay mejoras que pueden hacerse, pero me tomará algún tiempo revisar los esquemas de las moléculas.

—Por supuesto Profesor, pero recuerde que no tenemos mucho tiempo.

—Lo sé.

Rackham retornó a la zona habitable de la Discreta y sintió maravilloso retornar a la gravedad inducida de la nave.

—Nunca pensé que la ingravidez me cansara tanto. —Le dijo a Diana mientras se dejaba caer en un sofá.

Esta se aproximó y comenzó a acariciarlo y mimarlo. Sheila entró en la habitación sin anunciarse demasiado.

—¿Está listo el nuevo cristal? ¿Cuando podremos ponerlo en la nueva nave?

—Es cuestión de minutos, con la cantidad de nanites que tenemos me pude dar el lujo de crear un proceso automatizado, El Profesor Pasternack está supervisando los últimos ajustes.

—¡Fantástico! —Exclamó la Capitana— ¿y quien será el afortunado poseedor de esta nueva nave?

—Pues no lo sé, te dejo la decisión a ti.

—¿A mí?

—Por supuesto ¿quien conoce a estos hombres y mujeres mejor que tú?

—Pero es que no lo entiendes, la persona que elija me va a adorar, pero todos los otros me van a odiar, no tienes idea del compromiso en que me pones, ¿Louis? ¡Louis!

Pero Rackham estaba dormido o por lo menos fingía muy bien.

Los Cielos de Júpiter continuará el Viernes 21 de Marzo de 2014

De nuevo con algo de araso, pero espero sepan disculpar. El próximo episodio será el próximo Miercoles 7 de Febrero 2019

Ayudanos a continuar creciendo, comparte este artículo con tus amigos
Foto del avatar
Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

Artículos: 7128

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.