Los Cielos de Júpiter: El Augurio de Apóstolos

Es su último día como Gran Almirante aunque todavía no lo sepa, pero ¿conceden los profetas el don de la profecía a los líderes de la Inquisición?

Apóstolos y Bonafide en la sala de estrategia de la Nave de Batalla «Supremo Conocimiento,» intentaban inferir los movimientos de la flota rebelde, pero era inútil, como siempre los herejes habían conseguido escaparse y desaparecer en la nada. Los cabellos blancos de Bonafide estaban desordenados y sus ojos mas enrojecidos de lo normal, en la mesa se acumulaban las tazas de café y de té (para Bonafide) junto a los brebajes habían varias pantallas holográficas en donde podían verse multitud de cálculos de órbitas.

—¿Cree usted que seguirán interesados en el plomo? Han seguido atacando los cargamentos de plomo intermitentemente, así que esa es una posibilidad.

—Puede ser Bonafide, ya tenemos un destacamento grande en la órbita de Io, pero con sus nuevas armas se han vuelto muy atrevidos —Apóstolos seleccionó el holograma que representaba una flota y luego tocó el holograma de Io, casi de inmediato los capitanes a bordo de las naves aceptaron la orden y se pusieron en marcha— nunca está de mas ser prevenidos.

—Solo me gustaría saber para que quieren esos malditos tanto plomo.

—Para mi es evidente, aislante, para expandirse en las órbitas de Júpiter, la población necesita aislamiento de la radiación, estos rebeldes pretenden causar una escasez de plomo para luego venderlo a precios muy altos.

Bonafide no se atrevió a contrariar a su superior, pero con lo abundante que era el plomo, los rebeldes tendrían que mantener aquello por varios milenios.

—Pero hay algo curioso —se atrevió a asomar— solo roban el plomo de Io, ¿lo ha notado en los informes?

Apóstolos revisó sus notas en su conexión subconsciente y en efecto, Bonafide estaba en lo cierto, ni una vez los herejes habían robado un cargamento de plomo de otra Luna.

—¿Qué tiene de particular el plomo de Io? —Preguntó incrédulo.

Bonafide se volteó y buscó entre unos cajones, sacó un lingote de plomo y lo dejó caer sobre la mesa.

—No hay análisis que no le haya hecho —apuntó a los múltiples cortes que podían apreciarse en el metal— químico, físico, incluso hice analizar su toxicidad pensando que querían utilizarlo como veneno, pero no hay nada, no existe ninguna diferencia entre este plomo y el de las docenas de lunas que rodean a Júpiter, no podemos encontrar la diferencia…

—Pero él sí —Apóstolos se recostó en su silla, tomó otro sorbo de café y se acarició su amplio abdomen mientras daba un resoplido— estamos combatiendo un Profeta, no es de extrañar que tengamos tantas dificultades, ¿sabes por qué me asusté tanto cuando supe que el maldito de Rackham estaba trabajando en un motor hiperlumínico? —Bonafide no tenía necesidad ni de asentir, Apóstolos tenía deseos de hablar.— Yo no soy el primero en sospechar que los Profetas podrían ser viajeros del tiempo, es una idea muy extendida aunque poco comentada.

—Pero tiene mucha lógica, ¿de qué otra manera se explican la multitud de conocimientos que exhiben los Profetas una y otra vez…

Apóstolos miró a Bonafide y arqueó una ceja, aquellos eran unos comentarios propios de un hereje, pero no por ello menos ciertos.

—Sí —admitió tras unos segundos— pero no solo eso, al igual que hemos visto hacer al hereje de Rackham, los Profetas parecen conocer de antemano como y cuando ocurrirán ciertos hechos.

—Bueno, después de todo son Profetas ¿no?

—No se trata de eso, una Profecía es algo como la Memoria de Gimenez —se tocó el diminuto archivo que llevaba al cuello con todos los datos sagrados— advertencias sobre el lejano futuro, pero esto es distinto, conocimiento directo de los hechos que están por ocurrir en los próximos días.

—Eso explicaría como Rackham fue capaz de escapar de la trampa del Paladín Treviño…

Pero Bonafide fue interrumpido por la intempestiva llegada de Alberto y Roland, detrás de ellos un escuadrón de Marinos armados, Alberto vestía las galas de un Gran Almirante.

—¡¿Qué significa esto?! —la voz de Apóstolos era de trueno, la mole humana se puso de pie con una celeridad mas allá de sus años y golpeó la mesa de una manera que todas las tazas brincaron— ¡No hagas esto maldito traidor! No te atrevas a hacer esto desgraciado.

Pero Fernandez no se dejó intimidar, se mantuvo de pie en medio de la sala aunque no se atrevió a mirar al viejo a los ojos, su mirada impasible se mantuvo fija en el ventanal por el que podía verse Ciudad Sagan flotando contra las bandas naranja y amarillo del gigante gaseoso. Le hizo una seña a Roland quien pasó a leer un documento, la formula era tan ritualista que el documento incluso estaba en papel.

—Considerando que la situación de la Flota de la Inquisición sobre las órbitas de Júpiter comienza a volverse cada vez mas precaria, la Gran Dama Madouc Persimmon ha decretado que el Gran Almirante Apóstolos Julius sea relevado de su puesto para evitar mayores complicaciones a su salud…

—¿Mi salud? Esa maldita perra de sangre azul ¡mi salud! —Golpeó las tazas y las hizo caer, pero entonces apoyó las dos manos en la mesa y dejó caer su cabeza sabiéndose vencido.

A todas estas Roland no había dejado de leer:

Considerando su ejemplar desempeño durante esta campaña y las campañas anteriores, Alberto Fernandez es elevado a la categoría de Gran Almirante.

Bonafide quien también se había puesto de pie estaba a punto de decir algo pero Alberto lo miró y levantó el dedo índice:

—No Bonafide, tu mejor que nadie sabes que es necesario, solo tienes que mirar el estado en el que está el Señor Apóstolos.

El viejo miró a Bonafide quizá esperando a que lo defendiera pero este le devolvió la mirada y había tristeza en aquellos ojos.

—Es verdad viejo —le puso una mano en la espalda enorme— es un maldito, un traidor y un desgraciado, pero es verdad…

Apóstolos también admitió afirmando con la cabeza imperceptiblemente, los Marinos se acercaron para forzarlo a irse, pero el viejo les hizo señales de que no sería necesario y se puso en marcha él mismo; pero al caminar junto a Alberto le susurró al oído.

—El afortunado aquí soy yo, regreso a Marte sin honores, pero vuelvo con vida, a diferencia de ti que en cambio te encaminas a enfrentarte a un Profeta, él vendrá por ti y te quitará la vida, quizá en estas misma sala en donde me arrebataste lo que era mío, mi honra, mi orgullo, mi misión, pero nada de eso importa porque me voy con vida, en cambio tú vivirás lo que te queda temiendo a cada sombra, a cada rostro desconocido, a cada vuelta de esquina, esperando que sea él quien te esté esperando para arrebatarte tu último aliento.

—Tal vez así sea, pero estaré preparado para tomar también el suyo. —Alberto tenía una daga en la mano apuntando al prominente abdomen de Apóstolos.

El viejo se marchó pero cuando iba saliendo por el umbral de la compuerta se activó una alarma.

—¿Qué se supone que es eso? —Al parecer el nuevo Gran Almirante estaba demasiado nervioso para prestar atención a los informes que estaban siendo transmitidos a su subconsciente en aquel mismo instante.

—Los rebeldes están atacando —Respondió Bonafide.

—¿Donde están? —Alberto apartó las pantallas holográficas de la mesa de un manotazo y se enfocó en el holograma central que mostraba a todo Júpiter.— Están aquí, los rebeldes están en esta misma nave…

A su espalda se escuchó la carcajada de Apóstolos que salía por la compuerta.

 

Los Cielos de Júpiter continua el Lunes 28 de Abril de 2014

¡No te lo pierdas!

 

Ayudanos a continuar creciendo, comparte este artículo con tus amigos
Foto del avatar
Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

Artículos: 7147

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.