La Frase que Cambió el Mundo

Hay frases que a simple vista parecen inocentes, sencillas recomendaciones que se repiten una y otra vez, slogans que se transmiten de boca a boca o se pintan en las paredes, creemos que no tendrán trascendencia alguna, pero son peligrosas...

El escritor Peruano Sarko Medina también participa en nuestro Desafío del Nexus de Septiembre con una nueva historia:

La Frase Que Cambió el Mundo

Artículo sobre el Fin de la Globalización

Por: Endelequias Lorenza Farmer, Cuevas del Olvido, Setiembre año 2137

Dicen los Iniciados en la Historia de la Economía Capital que en un momento aparecieron frases en las tiendas, en calcomanías de colores vivos y alegres. Nadie tenía idea de la contundencia que esas simples palabras unidas que formaban una idea común, pudieran afectar a las personas en el pueblo, en el país, en el mundo entero. Nadie lo previó, o más bien, nadie le tomó la importancia debida.

Cambios imperceptibles se mostraron a medida que más gente se sumaba a la tendencia de proclamar la frase en e-mails, mensajes de texto, en conversaciones, en todo momento que pudieran expresarla. Claro que estos cambios eran notados en un inicio sólo por fanáticos de la sociedad globalizada, sensibles a los cambios de conducta de las masas. Esos maravillosos seres forjaban el Digital World, la ciudad futura virtual. A base de sofismas sociológicos y teorías de psicología del comportamiento, anunciaban cambios en las personas y el Fin de la Globalización si es que no se tomaban medidas prohibiendo la frase. Nadie los tomó en cuenta. En estos tiempos, los Liberales Exiliados propugnan que si se hubiera tomado en cuenta los antecedentes históricos nada de la Silenciosa Catástrofe hubiera sucedido. Los casos presentados como ejemplo fueron tales como las comunidades nómadas, que no permitían la contaminación extranjera (y que felizmente fueron borradas de la faz de la tierra) o los casos inconfundibles de sectas normandas y religiosas como los templarios o los jesuitas que promulgaban un ideal común y la abolición del individualismo, y, ¡cómo olvidar esos aberrantes intentos de Hitler de la raza superior!, forjada en base a la superación de una raza, y las patéticas doctrinas del socialismo y el comunismo que intentaron la unificación de la humanidad por el trabajo.

«De pronto…» como dicen las copias que llegaron a nuestras manos a través de viejas máquinas de memoria «…las personas empezaron con pequeñas acciones a preocuparse demasiado de los demás, algunos barrían la acera de los vecinos, otros pagaban las deudas de los necesitados. Varios ancianos se apoyaban unos a otros en afán de prolongar sus días seniles y jóvenes los ayudaban. Los miembros de comunidades, barrios, condominios, pueblos, se unían en obras, plantando árboles, dando trabajo a los pobres, cercando delicadamente a los delincuentes.

Predicaban sus respectivas religiones con una fe inusitada, pero con un cambio: ya no justificaban porqué su religión era la verdadera, sino que trataban de hallar un concilio con las demás, tratando de encontrar la raíz común. Mientras, los cosmopolitas de las grandes ciudades se resistían y lo hicieron hasta el final. Los líderes comenzaron a ser elegidos por su honestidad en los cargos de ínfima importancia. Eran acogidas sus propuestas y avanzaban a puestos mayores en escalafones antes ocupados por capacitados en burocracia y la habilidad por la demagogia. En las escuelas, los maestros enseñaban sobre veracidad, neutralidad ante la discusión, ética profesional y moral, economía intensa, antifrivolidad, y compañerismo. Los grandes físicos, matemáticos, químicos; simplificaban sus estudios a fórmulas, enunciados y conclusiones para ser entendidas por neófitos y realizaban aquellas que servían para fines prácticos a la sociedad. Todo devenía en una especie de niebla que empezaba a cubrirlo todo, desde el pequeño gobierno comunal hasta llegar a las presidencias de los países. Era el caos ordenado y contundente.»

«Los grandes del Capitalismo y la Globalización cayeron en la trampa. Como analogía, Thomas Forest, analista de sistemas socioeconómicos, la comparó con la treta de San Francisco con el Lobo, por la cual con miel lo atrajo a su lado e impidió la matanza de las ovejas una por una. Uno por uno ¡Oh Programador Universal! si sólo lo hubiéramos descifrado antes, pero era imposible, ¿Quién podría impedir que alguien digiera frases amables en nuestro delante?, que curaran cobrando alimentos, que los mismos ecologistas en vez de atravesarse en el camino de los petroleros, sierras, tubos de desagüe; se pusieran a plantar en otros lugares, que compraran con dinero de otros y suyo mismo, terrenos inmensos de selvas, praderas, ¡hasta islas! con tal de proteger a las especies en peligro. Cómo impedir que los millonarios y dueños de consorcios regalaran su dinero literalmente a las cruzadas que se emprendían con la bandera de la frase esa.»

«Recién, cuando las grandes ciudades se empezaron a despoblar, vislumbramos con terror nuestro error, pero era tarde. Se repetía incesantemente esa frase culpable, ésa que volvió inútiles los artículos personalizados y con accesorios de cambio. Porque todos dejaron de utilizar productos de moda. Las novedades tecnológicas dejaron de ser novedad de consumo inmediato. La gente utilizaba las cosas de acuerdo a sus necesidades, sometiéndose delicadamente a las prioridades del prójimo sin rechistar ni discutir, todo en favor de tratar de simplificar sus vidas en una aburrida forma de retroceso a la época del oscurantismo, donde sí es verdad por cierto, se diferenciaba con lo que vivíamos por la ausencia de la persecución de la Iglesia.»

«Algunos pensamos que en un momento dado la poderosa élite de Roma se pronunciaría y restablecería las disputas que permitiría volver a la unitariedad de pensamiento. ¡PERO NO! Nos traicionaron ellos y los Rabinos, y los Maestros del Corán, los líderes cristianos, hindúes, budistas, mahometanos, Los Dueños del Capital, y los Dueños de la Ciencia, TODOS balbuceando como imbéciles la frase esa, que con sólo mencionarla imprimía en sus estúpidos rostros una tranquilidad que exasperaba, que denunciaba el estancamiento mental en las personas.»

«Tratamos de denunciarlos, pero nadie hacía caso. Algunos de nosotros, dispersos en el mundo, nos pudimos comunicar, hasta que se cayó la Internet. Luego vino la desaparición paulatina de la televisión. Lo único que nos quedó fue reaprender el uso de la radio. Pero muchos prefirieron unirse a la masa y cultivar papas en medio de canciones bobas sobre la alegría de la lluvia, el advenimiento de la primavera y la meditación invernal. No entendíamos esas nuevas teorías, tratamos de conocerlas para saber sus puntos débiles y atacarlos por el flanco delgado. Pero no pudimos. Los encargados de infiltrarse pronto se contaminaban y amablemente se despedían de nosotros.»

«El asesinato de los traidores impuso una persecución contra nosotros. Tuvimos que huir, desconfiando de todos. Nos instalamos en las fábricas abandonadas, hasta que llegaban hombres con ideas para aprovechar las instalaciones, tales como La Necesidad De Criar A La Avestruz Mediante La Alimentación De Un Pasto Tratado Sin Químicos Abonado Por Las Deposiciones Del Mismo Animal, y tonteras por el estilo. Tratamos de refugiarnos en plantas nucleares, en petroleras, en cargueros, ¡Hasta en silos de misiles transcontinentales!, pero fueron desmanteladas ¡Aduciendo su peligrosidad! Al final, los fuertes llegamos a las montañas. Se hizo el intento de conseguir armamento y apropiarnos de algunas aldeas y reconvertir a sus pobladores, pero ya se nos adelantaron. En un proceso de desarme global, las armas de fuego fueron destruidas en casi su totalidad. La Guardia Mundial que se creó, utilizaba unas varas eléctricas de shock controlado. Para disturbios mayores utilizaban gases adormecedores. Los efectivos eran cambiados regularmente y el control de autoridad se estableció por un jurado compuesto por los «más» sabios de cada comunidad. Pero no era por su conocimiento de la ciencia ni por su celoso seguimiento de las normas morales, sino eran «sabios» por la lógica de sus acciones y el ejemplo de vida que llevaban sin extremos, ¡bah! Esto ocasionó que cuando, en algunos países, grupos armados con armas punzocortantes y en vehículos a gasolina irrumpieran en ciudades para restablecer el antiguo orden fronterizo, se vieran atrapados y juzgados casi sumariamente, ajusticiados por sus acciones y no por sus motivaciones, condenados sin alguien que los represente, defendiéndose ellos mismos. Cosa curiosa, a los que no asesinaron se les dio la oportunidad de integrarse a las comunidades, los homicidas fueron recluidos en espacios cerrados donde convivían con otros, trabajando tan duro como los demás para su alimentación y vestido.»

«El dinero ya había desaparecido cuando lograron que se esfumaran totalmente las fronteras al unirse todas las religiones en una nueva llamada Tierra de Todos, con las bases del cristianismo reformado, el islamismo contemplativo y el judaísmo de apertura. Pero todo en base a esa maldita frase, que detenía la envidia, controlaba el egoísmo, maltrataba al orgullo material, e impedía el ansia de tener más de lo necesario, en resumen, se oponía a la naturaleza del hombre, que es un animal de logros, de jerarquías a base de astucia y argucias. ¡Ése es el hombre! un ser sensual, individualista, lascivo. Pero ellos lo convirtieron en un ser de control moral. Ahora, ahora no queda nada de la gloriosa globalización. Ahora existe la Tierra Común y todos viven con una especie de aura que lastima los ojos y el corazón. Debo admitir que se ven más hermosos y sanos que nosotros, pero… ¡Qué saben ellos de lo maravilloso que se siente cuando uno sabe más que otro y lo demuestra ante su humillación! O saberse más fuerte y demostrarlo sintiendo la debilidad adueñarse del contrario, o sentirse deseada por los hombres, o creer que nuestros hijos son los únicos y que nos pertenecen, ¡Ellos y su futuro! o simplemente sentarse a rumiar nuestros propios dolores, frustraciones, traumas y odios, sin que nadie se meta a tratar de aliviarnos, dejando que todo ese cúmulo de sensaciones omnipresentes nos disparen a enfrentarnos con los demás en una loca carrera de alejarnos de ellos para lograr que nos quieran o admiren. Ya olvidaron sobre lo que significa descubrir los secretos de la creación para así un día llegar a la conclusión de no necesitar a ningún Dios, ¿Qué saben ellos, ah? nada, no saben nada de lo que es el ser humano y de lo que es capaz de lograr, y por ello aún sobreviviremos…»

Estas palabras han llegado a nosotros: los sobrevivientes de una cultura casi extinta, para recordarnos que si queremos subsistir algunos lustros más, debemos aferrarnos a nuestra capacidad de consumir toda la ciencia que podamos, toda la tecnología, para poder restablecer el antiguo orden, nuestra meta final.

Pero es cada vez más difícil. Se reciben informes que los aldeanos descubren nuestras intenciones antes de hablar, que cambian nuestros artículos por las materias primas para las armas y los estudios, pero que luego nos advierten que para obtener más debemos irnos a otro lugar o empezar a cultivar la tierra, que ellos nos darán las semillas, que nos denuncian sin atacar pidiendo que nos retiremos, o, en más de los casos, logrando que los emisarios e infiltrados se sumen a sus doctrinas. No nos matan, y eso hace flaquear a muchos de los jóvenes, que ya no le ven satisfacción al robo en campo descubierto, al saber que igual van a vivir así los atrapen y que el castigo será trabajar. Pero no debemos rendirnos. Algún día comeremos eso que llamaban comida rápida, veremos películas y series llenas de violencia, trabajaremos para acumular riqueza, tendremos sexo con diferentes personas sin compromiso, cirugías estéticas, Mp3, licor refinado, Internet, dinero… Tendremos vida en nuestras vidas y podremos tomar otras vidas en nuestras manos. Mientras tanto, marquen la cara de quien trate de darles eso de amor al prójimo, aborrezcan a ese icono llamado Jesús, quien se dice que fue el que inspiró la frase e hizo que este mundo camine por una vía de comunión con la naturaleza y entre las especies, cuando el verdadero fin del hombre es dominar a la Tierra y dominarse a sí mismo. Por último y más importante: cuídense de tratar de interpretar la perniciosa frase que en común ahora se expresa «HAZ POR LOS DEMÁS LO QUE QUIERAS QUE HAGAN POR TI» la cual es la culpable que el mundo se halle como está.

Fin

Muchas gracias a Sarko por compartir con nosotros esta historia, y ustedes amigos recuerden que este cuento está participando en el Desafío del Nexus, así que si disfrutaron de ella, recuerden votar con el botón de facebook.

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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