El Imperio Inevitable

Los Imperiales han enviado a su embajador a la Tierra y se comunican telepáticamente con algunos selectos humanos, pero la comprensión no es fácil

El Imperio Inevitable es un cuento que escribí hace un par de años como una exclusiva para mis lectores de Patreon. Luego lo dejé público para que lo leyera todo el mundo. Y luego olvidé que debía publicarlo en este blog.

Así que aquí está después de mucho tiempo, espero que lo disfruten:

El Imperio Inevitable

La enorme criatura apenas asomaba su cabeza sobre la superficie del agua.
A pesar de que el coloso tenía los ojos cerrados, la embajadora calculaba que uno de aquellos ojos podía ser más grande que ella.

—Embajador Rorgellnus, tengo una pregunta.

Dormido el alien era atemorizante, no solo por su tamaño, es que además todo era tan diferente a lo que estábamos acostumbrados, los colores de su piel, su textura, hasta la misma forma de la cabeza, eran distintas.

“Y puede que yo tenga respuestas. ¿Cuál es la pregunta de la joven y valiente Miriam?”

Cuando despertaba era terrorífico, terrible, espantoso.

La embajadora había sido elegida precisamente por ser una de las pocas diplomáticas capaces de resistir el campo telepático con el que se comunicaban los imperiales.

Apenas había entreabierto los ojos, pero solo al retornar a la consciencia había conseguido que la embajadora se aferrara con fuerza a la proa de la embarcación intentando resistir las náuseas.

—Embajador, por favor module un poco la intensidad de su campo… —La embajadora seguía hablando normalmente, aunque no era necesario. Todavía no había terminado de entender los finos detalles de la comunicación telepática.

“Lo siento, cuando despierto siempre estoy un poco descuidado”.

Apenas Rorgellnus moderó la fuerza de su emisión, la embajadora Miriam pudo volver a incorporarse y recuperar algo de dignidad, aunque todavía no la abandonaban los temblores por completo.

—Embajador, en las comunicaciones que nos enviaron previas a su llegada, —los imperiales habían enviado montones de comunicados a través de las ondas hertzianas, tomó una eternidad descifrarlos, y una vez fueron descifrados causaron un tremendo caos.— Nos parece entender que ¿ustedes consideran que su especie y la nuestra pertenecen al mismo imperio?

El agua en torno al coloso comenzó a vibrar, aquello era indicación de que estaba riendo, pero la embajadora no necesitaba mirar las olas para saberlo pues estaba resistiendo con toda su compostura los deseos de lanzarse ella misma a reír sobre la cubierta de la lancha. Así de potente era el campo telepático de Rorgellnus.

“Así que finalmente te atreves a hacer las preguntas importantes”.

Los gestos de los imperiales eran prácticamente incomprensibles, pero a Miriam le parecía que al igual que los humanos, los ojos de Rorgellnus se estrechaban un poco al reír.

“Por mucho tiempo he percibido esta pregunta en tu mente, me agrada saber que tú y tu gente comienzan a sentirse en confianza. En efecto ustedes y nosotros, todos somos parte del imperio”.

—¿Y no tenemos elección? ¿Cómo podemos ser parte de un imperio que no sabíamos que existía diez años atrás? ¿Estamos obligados a obedecer a este imperio nos guste o no?

Los ojos de Rorgellnus volvieron a entrecerrarse, a Miriam le pareció que el campo telepático casi desaparecía.

“Tenemos un error de comunicación cultural nuevamente”.

El súbito retorno de los poderosos pensamientos del embajador consiguieron que Miriam se tambaleara, pero consiguió estabilizarse a tiempo.

Pero el susto no había terminado de pasar, el mar se movía a estribor y la masiva mano de Rorgellnus salía de las aguas. El embajador colocó su apéndice muy cerca de la embarcación.

Miriam fue tremendamente consciente de que su interlocutor podría aplastarla a voluntad en cualquier momento.

“Observa tu mano y observa la mía. La forma es tan distinta, la piel es tan diferente, los colores son tan variados y sin embargo, tú tienes cinco dedos en tu mano igual que yo. Hay dos ojos en mi cabeza igual que la tuya. De hecho, tienes una cabeza igual que yo. ¿No te llama la atención? ¿Cómo es posible que no pertenezcamos al mismo imperio? ¿Qué elección podrían tener?”

En efecto la embajadora reconoció de inmediato que había un tremendo error de comunicación.

—¿Quiere decir que de algún modo somos parte de una misma especie? ¿Estamos relacionados biológicamente de algún modo que no comprendemos?

“Podría ser… Quizá estamos emparentados, ustedes y nosotros o, tal vez, las especies que desarrollarán civilizaciones tenderán a tener cinco dedos en cada mano, dos ojos y una cabeza o, quizá, será algo totalmente distinto, pero el hecho permanece. Somos parte del mismo imperio y ni ustedes, ni nosotros tenemos elección”.

La inmensa mano de Rorgellnus volvió al interior de las aguas del mar Caribe. Miriam volvió a mirar su propia mano.

¿Qué era lo que quería decir el embajador? ¿Por qué el número de dedos en su mano determinaba que pertenecían a aquel imperio?

Pero no podía perder mucho más tiempo en aquello, había muchas preguntas que todavía debía hacer al imperial.

—¿Y cuáles serían nuestras obligaciones con este imperio?

Los ojos del gigante se abrieron enormes y el campo telepático se intensificó de tal manera que Miriam tuvo que hacer grandes esfuerzos para mantener su desayuno en el estómago.

“¡Así que de eso se trata! Ustedes están asustados pensando que el imperio exigirá algo que no puedan dar. ¿Piensan que, eventualmente les exigiremos un impuesto en camellos…? ¿En sal? O tal vez sea algo más exótico, ¿temen que exijamos el precioso Helio3 que extraen de la superficie de su luna para sus reactores de fusión?”

Las aguas se sacudían de nuevo y una vez más Miriam tuvo que hacer acopio de toda su compostura para mantener algo de dignidad y no desternillarse de risa.

“Hemos atravesado la distancia entre las estrellas para llegar hasta ustedes, ¿no piensas que por el camino hemos obtenido todos los secretos materiales que este universo podía ofrecernos? El imperio no necesita esclavos, el imperio no necesita espacio vital, el imperio no necesita alimentos, el imperio no necesita soldados, el imperio no necesita petróleo, el imperio no necesita imponer su religión o su ideología. Esos tiempos pasaron hace mucho tiempo. Y sin embargo solo nosotros podemos ofrecer lo que el imperio necesita con desesperación”.

Rorgellnus esperó a que la embajadora formulara su pregunta.

—¿Qué es eso? ¿Qué es lo que el imperio necesita de nosotros? —La embajadora necesitaba conocer la respuesta.

La colosal mano volvió a salir de las aguas y Rorgellnus apuntó a su cabeza con uno de los cinco dedos.

“La sustancia más extraña de todo el universo”.

Por un instante Miriam pensó: “¿quieren comerse nuestros cerebros?”

“No el cerebro precisamente, mi querida Miriam, sino la inteligencia. En todas nuestras exploraciones a través de las estrellas hemos descubierto que los cerebros más o menos complejos son más comunes de lo que nos gustaría admitir. Pero la inteligencia, es un bien bastante escaso. Sólo los seres con consciencia pueden mirar al universo y hacer las preguntas adecuadas, y sólo los seres con consciencia pueden encontrar las respuestas
correctas”.

—¿Eso es todo? ¿Quieren nuestros datos sobre el universo? ¿Desean que compartamos con ustedes nuestra ciencia? —Miriam no acababa de creérselo.

“La inteligencia, mi querida, valiente y joven Miriam, es mucho más que datos, es interpretación y comprensión. Gracias a las condiciones diferentes de su planeta, gracias a las diferencias en nuestras biologías, gracias a nuestras diferencias culturales ustedes podrían ser capaces de entender un aspecto del universo que nosotros ni siquiera podemos concebir y de ese modo juntos desentrañar sus misterios”.

—Pero somos una civilización tan primitiva ¿qué podríamos entender nosotros que ustedes no hayan entendido ya?

“¿Pensaste que sería gratis? ¿Creíste que no les daríamos nada a cambio? No será así. Estaré con ustedes durante un ciclo completo de mi gente, unos 50 de sus años, y después de mi vendrán otros y después de ellos otros, hasta que ustedes hayan aprendido todo lo que nosotros sabemos, y entonces mi querida Miriam, ustedes estarán tan desesperados por comprender como nosotros”.

Fin

Autor: Vladimir Vasquez F.

Espero que les haya gustado.

Amigos como les comentaba en el post anterior, estoy necesitando su apoyo económico directo a través de Kofi o Patreon, eventualmente creo que me quedaré solo con Kofi, pero por el momento mantendré las dos plataformas abiertas.

He estado pensando en crear más contenido exclusivo para ambos sitios, o al menos contenido que saldrá mucho más tarde aquí en el blog. Esto con la intención de estimularlos a ustedes a que me den su apoyo. Todavía estoy en la etapa de planeación, pero una historia como esta es un buen ejemplo de lo que podrían encontrar a futuro allá.

Animate a apoyarme, y muchas gracias.

La imagen de portada pertenece a David Skyrius.

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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