Después de una ausencia de varios meses, yo también regreso al Desafío del Nexus en el rol de autor, que bien se siente. Y que bueno es sentir que uno avanza como autor, que distinto es este relato de los cuentos que solía escribir unos años atrás. Pero sin mayor dilación los dejo con mi nuevo relato, que lo disfruten:

Pompeyana

Pompeyana

Autor: Vladimir Vásquez F.

En las ruinas de Pompeyana, la ciudad infinita, se desarrolla un conflicto entre quienes buscan el conocimiento y quienes deben mantenerlo oculto, David, el Ángel Vengador que desea volver a ser humano para recuperar el amor de su mujer. Y Ricardo, quien ha tenido un atisbo de la verdad y ahora no puede dejar de buscar los secretos que se ocultan en las profundidades, aunque eso signifique poner en riesgo a su esposa, su propia vida y miles de años de tradición. Pero Claudio, el Gran Profeta del Dios Verdadero no puede permitir que ninguno de los dos consiga su objetivo.

I

Corría, como si el diablo lo persiguiera, aunque quizá era precisamente lo contrario, quizá era un ángel, un enviado del Dios Verdadero quien estaba tras sus pasos. Mientras se arrastraba para atravesar un agujero en una pared, levantó la vista brevemente. Entre la línea de edificios que se extendía hasta el infinito pudo descubrir un pequeño fragmento del cielo estrellado, sintió temor de ver pasar volando la figura de David, pero la eterna oscuridad del cielo de la ciudad le recordó su misión.

—¿Donde está el Sol? —Murmuró mientras se dejaba caer por otro agujero. —¿Donde se supone que está el Sol?

Después de caer a través de otro túnel, se descubrió en un nuevo nivel de la ciudad, ¿veinte o treinta metros más abajo? Era incapaz de calcularlo con exactitud, pero el cambio de temperatura era considerable, en pocos minutos ya estaba sudando. Afortunadamente la armadura podía brindarle algo de aislamiento y refrigeración. En sus anteriores expediciones había descubierto que efectivamente tal y como las viejas leyendas decían, la ciudad se volvía más y más caliente a medida que se penetraba mas en sus profundidades, ¿se levantaba la ciudad sobre un volcán? Eso explicaría los espectaculares derroches de energía de los que hacía alarde la Gran Iglesia.

Descubrió un corredor medio techado cubierto por un denso vapor, se lanzó en loca carrera, más bien una larga serie de saltos, pero sin perder detalle de sus alrededores. La armadura le permitía correr a una enorme velocidad, pero también él mismo terminaba extenuado, no podía alargar el esfuerzo por demasiado tiempo, en cuanto descubrió un nuevo escondite se ocultó y se paró a descansar, le echó un ojo al mapa, todavía estaba muy lejos, los supuestos archivos estaban seis o siete sectores más adelante y al menos cinco niveles más abajo. Sentía que se sofocaba, le dio otro toque al refrigerante.

—¿Te encuentras bien? —La transmisión de radio de Mónica lo sobresaltó, pero no le respondió. Ricardo amaba a su mujer, pero no podía negar que la chica era desobediente como solo ella podía serlo. ¿No se daba cuenta que lo ponía en riesgo y se ponía en riesgo ella misma?

La Gran Iglesia monitorizaba todas las transmisiones, y de seguro ya habían detectado su transgresión, si David, lo conseguía allí de seguro lo mataría, como mínimo. Pero venía preparado, no sería una víctima del Ángel Vengador.

¿Una estación de metro? Sus ojos no daban crédito a lo que veían, ¿cómo se suponía que podía vivir gente en aquel nivel? Desde las sombras miró a todo lo largo del corredor, imposible, aquello debía pertenecer a otra época en que la ciudad estaba mejor aislada, miró el termómetro. Nadie podría vivir por mucho tiempo en esta temperatura. Sin embargo no cabía duda que aquella estación era su mejor apuesta por una entrada al nivel inferior.

—Sé que estás asustado y piensas que la Iglesia me está monitoreando, pero te aseguro que he tomado mis precauciones. —¿Pero qué carajos pasa con Mónica? Pensó Ricardo al escucharla— Ya han pasado dos semanas desde la última vez que te comunicaste conmigo ¿cómo sé que sigues vivo? No llevabas suministros para tanto tiempo. Ya estoy pensando que tendré que salir a buscar tu cadáver, ¿sigues vivo? ¡Por favor contéstame!

No podía contestarle, no podía, no debía…

—Sigo con vida, encontré un depósito y algunos suministros…

El sonido del golpe en el techo de la estación de metro en donde se había metido fue tremendo. ¡Me encontró! Pensó Ricardo mientras huía corriendo a toda velocidad, había escuchado el sonido que David hacía al aterrizar tantas veces que ya podía reconocerlo.

—Me hace tan feliz saber que estás con vida —sollozó Mónica en la radio— y que efectivamente conseguiste uno de los depósitos, vuelve pronto quiero que me muestres las cosas que encontraste, ¿sigues buscando el archivo?

Pero Ricardo no le respondió, por un lado porque sabía que la Iglesia y su Ángel vengador estaban escuchando aquella transmisión pero también porque estaba salvando su aliento para la carrera.

Cuando ya había penetrado profundamente en los vacíos y ruinosos túneles del metro, bajó la marcha y se dio algunos momentos para pensar, ¿y si aquello no había sido David? ¿Quizá el derrumbe de alguna vieja estructura? Pero no, aquél sonido, Ricardo lo conocía demasiado bien.

Mónica no insistió, seguramente no quería arriesgarlos más a ambos, la Iglesia podía buscarla a ella también por asociarse con un sujeto como él.

La suerte le sonrió al buscador, encontró otra entrada hacia los niveles inferiores, las cosas pintaban bien. Se deslizó por el estrecho y oscuro pasaje como mejor pudo. La masiva armadura no hacía el movimiento sencillo, bajó y bajó hasta que el conducto finalmente se estabilizó y se abrió a lo que parecía una suerte de terraza, el repentino golpe de calor le indicó que ya no continuaba en el interior de los túneles del metro, aquello era campo abierto. Se arrastró entre las sombras, David seguía allí afuera buscándolo incesantemente como solo los fanáticos saben hacerlo. Silencioso, se asomó por el borde de la terraza. Un masivo precipicio entre los muros de los colosales edificios, miró hacia arriba temeroso de descubrir la silueta de David, pero afortunadamente solo lo saludaron las estrellas y los edificios.

—¿Donde carajo está el Sol? —Murmuró nuevamente— Todos los libros dicen que debería haber un sol allá arriba, ¿dónde está?

Volteó su mirada nuevamente hacia abajo, no había otra vía, tendría que descolgarse hasta uno de los balcones que se veían sobresaliendo más abajo, no era momento de retroceder. Se enganchó bien y comenzó a bajar con ayuda de la guaya, afortunadamente la armadura aumentaba su fuerza, porque difícilmente podría descender con el poder de sus propios músculos con toda la carga que llevaba a cuestas. Continuamente miraba a todos los lados, nervioso de ser descubierto en cualquier momento; fue un largo descenso y cuando sus pies finalmente tocaron la superficie del pequeño balcón, se sintió aliviado.

—¡Yo sé que estás aquí en alguna parte! —El grito de David le llegó desde arriba y casi lo mata del susto.

Pero había dicho «en alguna parte» eso significaba que aún no lo ubicaba, aún no había visto la guaya, se descolgó tan rápido como pudo y se deslizó silencioso hasta la pequeña puerta del departamento…

¡Cerrada! Maldición, la armadura le daba suficiente fuerza para derribar la puerta pero el ruido que haría sería tremendo, pero ¿qué opciones tenía? Quedarse allí en la intemperie sería mucho peor. El calor lo hacía sudar a chorros, no quería ni imaginarse cómo sería estar allí sin la armadura. Le dio una sonora patada a la puerta que salió volando y se escabulló a toda velocidad al interior.

El sonido del rápido vuelo de David cortando el viento y su violento aterrizaje no se hicieron esperar.

—¿En verdad crees que te puedes ocultar de la luz del Dios Verdadero? Ciertamente eres un idiota, ¡Él puede verlo todo!

—Pero tú no. —Le contestó Ricardo sin voltearse mientras abría una segunda puerta que daba a otra enorme terraza— Carajo —murmuró. David lo tenía atrapado en aquel departamento, quizá pudiera enfrentarlo con las nuevas armas, pero no a campo abierto, de ninguna manera a campo abierto. Debía quedarse en el interior del pequeño habitáculo. Se detuvo a mirar el lugar. Ruinas de antiguos muebles familiares, una mesa descompuesta, unas sillas calcinadas, no cabía duda, hubo una época en que la gente vivió aquí; pero no podía detenerse a pensar en eso en este momento. ¿Habría otra salida? ¿Una ventana que le permitiera escapar?

—Hoy es el día de tu muerte traidor, suficiente tolerancia ha mostrado hacia ti la Gran Iglesia, pero tus transgresiones no conocen límites. ¿Acaso desconoces que el El Libro Sagrado prohíbe estrictamente transitar por estos lugares malditos?

—¿Acaso desconoces que la mierda que está escrita en ese librito es reescrita y reescrita cada vez que le viene en gana a tus supuestos profetas?

—¡Silencio! ¡No mancilles el nombre de los hombres santos con tu sucia lengua! —El sonido de la voz de David venía de la Terraza del frente, la había descubierto con enorme rapidez, volar tenía enormes ventajas.

—Tus profetas no son más que un triste grupo de científicos locos que quieren ocultarnos la verdad, pero no lo conseguirán, algunos buscaremos incansablemente. —En efecto el departamento poseía dos ventanas, una que daba a la terraza del frente y la otra que daba al balcón de atrás, seguía encerrado y sin posibilidades de escape, tendría que enfrentarlo aunque no quisiera.— Eventualmente descubriremos la verdad —Tenía que conseguir que se metiera al apartamento con él. Sacó el rifle y puso una bala en la recamara, se aseguró que la nueva espada se deslizase libremente en su vaina para cuando la necesitara.

—La única verdad que necesitamos está escrita en el Libro Sagrado, pero los pecadores como tú se niegan a admitirla. Transgredir estos lugares jamás te conducirá a la verdad, tan solo has conseguido condenar tu alma. —La voz profunda de David se escuchaba más cerca, había entrado…

A salvo entre las sombras, Ricardo ajustó el rifle, apuntó justo debajo de donde el rubio cabello se unía con la blanca frente disparó una ráfaga.

El golpe sacudió a David y lo envió dando girando hacia atrás, pero casi de inmediato se incorporó, cuando puso los pies en el piso Ricardo pudo verle el rostro brevemente antes de ocultarse de nuevo, ni un rasguño, pero estaba molesto, muy molesto.

—¡B-balas otra vez! ¿E-en serio? ¡¿De q-qué han servido las b-balas contra mí en el pasado?! ¿De q-qué creías que servirían ahora? —Tenía una voz de trueno, pero hablaba atropelladamente, las palabras se le entrecortaban— ¿Es que acaso olvidaste que tengo la protección del Dios Verdadero? Pero si de algo me ha servido tu desagradable regalito es para darme cuenta que no debo tener piedad, ¡prepárate a morir insensato!

—Ven por mi muñeco —murmuró Ricardo para sí mientras desenvainaba la espada silenciosamente.

Los pasos de David se aproximaban, sonaban como los pies de un gigante que está a punto de aplastar a un enano.

En cuanto David traspasó el umbral, Ricardo lo atravesó desde el hombro derecho hasta la punta izquierda de la cintura. Pudo ver claramente como el campo de fuerza que protegía a David se reventaba ante el poder de la espada de plasma, y como esta penetraba inexorable la carne del supuestamente invencible enviado del Dios Verdadero.

—¿Dónde está tu Dios ahora? —Le preguntó Ricardo mientras guardaba la espada.— ¿Por qué no te protegió de esta tecnología? ¿Su poder no protege contra plasma?

David se hallaba tendido en el suelo con todas sus vísceras esparcidas a su alrededor, sin embargo se hacía claro que no iba a morir, la sangre que fluyó fuera del cuerpo era atraída a su interior por alguna fuerza invisible. Apenas podía entreabrir los ojos, pero Ricardo adivinaba el terror detrás de aquellos párpados, estaba seguro que David jamás había recibido una herida de aquella naturaleza, tenía que ser un terrible shock para el Ángel Vengador del Dios Verdadero descubrir que podía recibir daño después de tantos años de creerse invulnerable.

—Podría matarte, podría hacerlo justo ahora, seccionar tu cerebro en suficientes trocitos hasta que los nanites que en este momento te están reconstruyendo ya no tengan un patrón… —Sabía que Ricardo lo estaba escuchando, sabía que estaba consciente, dejó que aquella idea se plantara bien en el cerebro del enviado de Dios— Pero no lo haré, en nombre de la amistad que compartimos una vez hace mucho tiempo, por todas las ocasiones en que me mostraste misericordia en nuestras batallas, yo también puedo ser misericordioso, yo también tengo memoria. —David observó como Ricardo temblaba no sabía si de miedo, de rabia o porque el proceso de reconstrucción de su cuerpo generaba aquella reacción.— Este pecador, este transgresor que ahora tiene tu vida en sus manos, decide dejarte vivir. Pero quiero que pienses por un instante ¿por qué? ¿No se supone que soy un monstruo? ¿No te dijeron tus supuestos profetas que yo era un monstruo irracional? Pues te mintieron, te dijeron que tenías la protección de un Dios todopoderoso, pero mírate ahora a la merced de un pecador, en eso también te mintieron. Y ¿qué hay del Sol? Incluso en tu libro sagrado nos hablan del sol, del ciclo día y noche, ¿por qué nosotros vivimos en una noche perpetua?

El proceso de recuperación se aceleraba, sería mejor que saliera de allí antes que David estuviese entero nuevamente, y si de paso podía poner un buen trecho entre ambos, tanto mejor.

Ricardo se descolgó por la terraza y ya con más calma consiguió un pasaje en la dirección en donde quería ir, y entonces lo escuchó, un grito como jamás antes creyó posible.

—¡No! ¡NO! ¡NOOO! —Era la voz de David y venía en esa dirección, pero era imposible que su voz llegara tan lejos…

Escuchó la explosión, se lanzó a correr tan rápido como pudo, llevando la armadura y su propio cuerpo al límite, los edificios se derrumbaban arrastrando unos a otros en la debacle, el pasaje por donde Ricardo corría se tambaleó y comenzó a inclinarse convirtiéndose rápidamente en un abismo que no parecía tener fondo…

—¡Ricardo ¿que fue eso?! —Exclamó Mónica a través de la Radio— Esa explosión sacudió toda la ciudad, ¿Ricardo estás bien? ¿Sigues con vida? ¡Ricardo!

II

Once meses después.

El sonido de las alarmas invadía toda la instalación, la gente corría apresuradamente por todo el lugar. Los altavoces rugieron:

—¡Todos a sus puestos de combate, preparados!

Valerie caminaba relajadamente por el pasillo de colores pastel, el piso era de un rosa algodón, el techo de un azul muy claro, las paredes verde manzana, estaba decorado con imágenes familiares para ayudarla a tranquilizarse. Pero todo aquello sería inútil si el maldito de Claudio no cerraba la boca.

—¡Respira profundo Valerie!— le advirtió —¡Tranquilízate! ¡Tienes que tranquilizarte total y absolutamente!

Ella no respondió nada, obedeció en silencio y dejó que el aire la penetrara hondo una y otra vez mientras las alarmas seguían sonando, mientras el sonido de los pasos de gente huyendo despavorida se filtraban desde los pasillos de los piso de arriba y de abajo.

Llegaron a la válvula, podía sentir como la invadía el miedo, después de tanto tiempo no podía evitar sentirse atemorizada ante tanto poder.

—Tómate la pastilla —Claudio sacudía la diminuta cápsula frente a su boca.

Valerie inspiró profundamente y mantuvo el aliento por un momento, luego lo dejó salir lentamente.

—No la necesito, estoy bien.

Claudio la tomó por el cuello y la levantó sobre su cabeza, uno no esperaría que un sujeto tan delgado tuviese semejante fuerza.

—¡Vas a tomarte la puta pastilla! Aquí no estamos jugando, ¿o es que no entiendes que el destino de la maldita ciudad está en tus hombros en estos momentos?

Valerie se tomó la pastilla sin rechistar. La primera válvula se abrió, trastabilló un poco al entrar, la entrada se cerró detrás de ella.

—¡Lecturas de ondas alfa descendiendo!— Exclamó aterrorizado alguno de los técnicos a través de los altavoces.

Pero aquello no la alteró, no tenía idea que droga había en aquella pastilla, pero le estaba haciendo efecto rápidamente.

Frente a ella se abrió la siguiente puerta, avanzó, la puerta se cerró a sus espaldas.

—Las ondas gama están subiendo— dijo otra voz más calmada —no hay duda, David está despertando— dijo enfatizando lo inevitable.

¿Inevitable? pensó Valerie, ¿por qué carajo David no podía seguir durmiendo? Había dormido durante 11 meses, ¿por qué coño tenía que despertarse? ¿Por qué carajo no podía seguir durmiendo para siempre? Aquellos once meses habían sido los más tranquilos y felices en años, once meses en donde ella también había estado viviendo en un sueño, un sueño imposible porque David, el «Ángel Vengador del Dios Verdadero» no podía morir. Era tiempo de salir del sueño y volver a la pesadilla. Se sintió terrible por pensar de aquella forma, pero era… Inevitable.

Valerie estaba frente a la última puerta, una mole de acero, cromo-vanadio, y rubidio, pero bien sabía ella que aquello era inútil contra la fuerza de David, si él lo quisiera podría atravesar aquello a su antojo.

—¿Está preparada? —Le preguntó una voz por el intercomunicador

—Sí

—Repita la clave.

—Prometo serte fiel en lo prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte hasta el final de los tiempos.

La puerta se abrió. Era una habitación amplia con cálida iluminación, un comedor, algunos muebles cómodos y mullidos, piso alfombrado, una cocina y al fondo un enorme ventanal que daba a un falso paisaje proyectado holográficamente; una playa en donde brillaba la luz y las olas se arrastraban pacíficamente contra la arena.

En el medio de la habitación había una cama matrimonial, en donde dormía, David…

Valerie no podía evitar pensar que si uno no miraba el anormalmente musculoso cuerpo que se ocultaba bajo las sábanas, el rostro continuaba siendo el de aquel muchacho del cual ella se había enamorado años atrás. La compuerta se cerró a sus espaldas.

—David está en línea— dijo una voz en su oído.

Los ojos de él se abrieron lentamente, se incorporó, miró a su alrededor y al verla allí de pie le sonrió.

—Buenos días— dijo con voz soñolienta.

—Mejor dirás buenas tardes, son más de las dos— lo corrigió ella devolviéndole la sonrisa.

Él se restregó los ojos y dio un largo bostezo —¿Cuánto tiempo dormí?

—Muuucho tiempo.

Él se volvió a acostar y se agarró la cabeza —Se nota, tengo un dolor de cabeza precioso.

—Eso debe ser el hambre, tu cuerpo puede sostenerse con esos jugos y sueros intravenosos meganutritivos, ultravitaminados y bla bla bla, pero tu cerebro y tu estómago no están satisfechos, ¿te apetecen unos huevos fritos?

—Suena muy bien— dijo él sonriéndole con ojos adormilados.

Terminó de salir de la cama y se arrastró hasta la mesa.

Ya fuera de la cama no ver su cuerpo desproporcionadamente musculado era imposible, sus prominentes arterias y venas. El captó su mirada y se miró a sí mismo.

—Un día terminaremos con todo esto— dijo tomándola de la mano —un día mi misión para el Dios Verdadero estará terminada y me convertiré nuevamente en el chico normal que amaste una vez.

Valerie terminó de servirle los huevos, se sentó a su lado y no pudo evitar un pequeño sollozo.

—Ese día está tan lejos, no sé si realmente llegará…

—Confía en mí, confía en nosotros, tengamos fe, hemos llegado tan lejos juntos, no podemos rendirnos ahora.

—No recuerdas nada ¿verdad David?

David arrugó la frente con el tenedor a medio camino, como recordando, se volteó a mirar el paisaje holográfico en donde la luz se reflejaba en el agua tan hermosamente. Y entonces casi sin darse cuenta murmuró —¿Donde está el Sol?…

El tenedor cayó al suelo con un tintineo melodioso casi cínico. David también cayó al piso tembloroso y mirándose las manos.

—Dios mío ¿qué hice? ¡¿Qué hice?! —exclamó sollozando mientras observaba sus manos temblorosas.

A todas estas Valerie no podía dejar de mirar la colosal compuerta y se preguntó si estaba allí para evitar que David saliera o para evitar que ella lo hiciera. Pero en ese momento la profunda voz de Claudio, el Gran Profeta inundó la habitación:

—¡Levántate David, eres inocente de cualquier pecado! El mal que crees haber causado en realidad no fue culpa tuya.

David se había puesto de pie con los ojos grandes como platos mirando en ninguna dirección.

—El verdadero causante de la explosión fue ese Ricardo, —continuó el Gran Profeta con su voz profunda y calmada— aquel que una vez cobijamos entre nuestras filas y que nos traicionó de forma tan vil. Él ha adquirido conocimientos prohibidos que le permitieron jugar con tu mente y que generaras aquella explosión inconscientemente.

David asentía aceptando todo aquello que le estaban diciendo. Y el Gran Profeta continuó su discurso:

—Ricardo, ese hombre que nos ha causado tanto daño a todos está intentando adquirir más conocimientos prohibidos, no podemos permitírselo, ya sabemos el desastre que causó la última vez, ¿qué desastres podría causar si le permitimos hacerse aún más poderoso? ¡Es nuestro deber detenerlo! Y tú como Ángel Guardián de nuestra ciudad eres el mejor preparado para hacerlo.

—¡No puedo permitírselo! El libro sagrado dice que los niveles inferiores de la ciudad están vetados, ¡ese pecador no puede estar allí!

El hermoso pero falso paisaje holográfico desapareció y en su lugar se veía una pesada compuerta que se abría en aquel preciso momento.

—El pecador Ricardo se encuentra penetrando cada vez más profundamente, pero recientemente lo detectamos en el sector 3692 FR3A nivel 246, debes apresurarte David, cada vez se acerca más a su objetivo y si lo consigue pondrá en peligro a toda la ciudad de Pompeyana.

David estaba de pie fuera de la compuerta, el viento agitaba su cabello, la colosal ciudad de Pompeyana se extendía ante sus ojos infinitamente bajo la noche perpetua. No muy lejos de allí podían verse las ruinas que había dejado la colosal explosión y sin siquiera despedirse se lanzó en su cacería.

Ni bien se hubo marchado David, la válvula de entrada se abrió dejando pasar a Claudio quien tenía un rostro de absoluta felicidad. «Maldito cobarde» pensó Valerie mientras intentaba fingir una sonrisa.

—Lo tenemos —Claudio puso las manos en alto y cayó de rodillas— ¡Gracias al verdaderisimo Dios! El Ángel Vengador está de nuevo bajo nuestro control, yo sabía que las drogas que le estábamos administrando durante todos estos meses funcionarían, si se tragó esa mierda, se tragará cualquier cosa que queramos. —Estaba fascinado con el éxito obtenido— pero lo importante ahora es asegurarse que acabe con el maldito traidor de Ricardo.

III

Era evidente porque Ricardo había sido capaz de penetrar tan profundamente, el cráter dejado por la explosión no solo se extendía por kilómetros, también lo hacía varios niveles hacia abajo, sin embargo cuando David vio a la diminuta y oscura figura metálica descolgándose por una pared como una diminuta araña, de inmediato pensó que Ricardo se había descuidado.

—¡¿En realidad creíste que habías conseguido destruirme?! —le gritó aproximándose por la espalda.

—Imaginé que te dirían una mierda así —Ricardo apenas volteó su rostro brevemente— pero nunca te creí tan imbécil como para creértela. —Ricardo jugueteaba con los controles de una puerta que había en la pared de una de las ruinas.— Y no, no soy tan estúpido para creer que esa explosión pudo haberte matado, si no me mató a mi protegido con esta simple armadura, mucho menos a ti con tu campo de fuerza.

David no podía creer que aquel pecador tuviese la desfachatez de cambiar el nombre de todo, ahora la protección del Dios verdadero era un simple campo de fuerza, aquello era intolerable…

—Hablas con mucha calma para un hombre que está a punto de morir.

Ricardo se volteó a mirarlo en silencio por un instante —Y tú pareces haber olvidado lo que pasó la última vez que nos enfrentamos— le señaló la terrible destrucción del cráter que los rodeaba.

—¿Ves esto? Esto ocurrió cuando enloqueciste.

—¡¿Cómo te atreves?! —David saltó sobre Ricardo y puso su mano alrededor del acorazado cuello. —Yo no enloquecí, fuiste tú quien me hizo enloquecer, fuiste tú quien me hizo explotar de esa manera.

Ricardo apartó a David con una fuerza que este no le había visto nunca antes, lo envió dando tumbos varios metros más allá, pero David se recuperó y volvió a volar casi de inmediato, pero solo para encontrarse a Ricardo volando a su lado…

—¿Pu-puedes volar? —David no creía lo que le mostraban sus sentidos.

—Puedo volar, tengo un campo de fuerza como el tuyo y además tengo esto —Ricardo desenvainó la espada de plasma y apuntó el rostro de David con ella.— ¿La recuerdas? — Pero la volvió a envainar casi de inmediato— ¿Recuerdas ahora lo que pasó la última vez que nos enfrentamos? Pero no te preocupes, no te haré razonar esta vez, no quiero otra explosión. Ahora vete y déjame en paz.

La puerta con cuyos controles Ricardo había estado jugando finalmente se abrió y Ricardo simplemente voló hacia ella y desapareció tras el umbral.

David estaba paralizado ante la imagen de la espada de plasma que todavía ardía en su mente, pero no era solo el recuerdo del dolor lo que le mantenía paralizado, era recordar todo lo que Ricardo le había dicho ese día. Se tocó el pecho recordando por donde lo había atravesado la espada. Y entonces David llegó a una conclusión terrible, no podía continuar pensando, no podía permitir que la duda lo consumiera, si continuaba ese flujo de pensamiento se volvería loco y posiblemente…

—Tengo que matar a Ricardo, no debo escuchar a sus palabras, sus palabras son peligrosas.

La compuerta se había cerrado detrás de Ricardo, pero no existía puerta que detuviera a David, voló hasta ella y la arrancó con apenas esfuerzo. Un oscuro túnel, allí en alguna parte en la oscuridad se escondían Ricardo y su espada, un escalofrío recorrió su cuerpo, una sensación que había sentido tan pocas veces, un calor intenso salía del túnel, y un olor extraño como a hierro fundido, a medida que iba penetrando la oscuridad se hacía más completa, el túnel se inclinaba hacia abajo cada vez mas y mas, hasta que finalmente se transformaba en una caída que parecía no tener fin. Casi instintivamente David buscó la guaya que Ricardo solía usar para descender en esos casos, pero entonces recordó que ahora también podía volar, así que solo se dejó caer con mayor velocidad para darle alcance a Ricardo, casi no se dio cuenta que había alcanzado el piso, y su aterrizaje causó un fuerte ruido.

—¿Por qué demonios me estás persiguiendo? —la voz de Ricardo se escuchó muy lejos, pero había desenvainado la brillante espada así que David lo ubicó fácilmente.

En un principio la imagen de la espada lo paralizó, pero con rapidez superó aquella sensación, su propósito se hacía mas firme. David se lanzó volando en la dirección que había visto brillar la espada, pero en la oscuridad se tropezó con algo, no pudo ver lo que era, pero debía ser muy duro. El sonido de su caída se escuchó por todo el lugar.

—¿No puedes ver en la oscuridad? pensé que sí podías, ¿otro detalle que olvidó el Dios Verdadero? Crear a un Ángel Guardián para que proteja una ciudad sin sol pero que no puede ver en la oscuridad ¿qué tal esa idea venida de una deidad todopoderosa y todosabedora?

—¡Cállate Ricardo!

—Oh sí, lo olvidaba, no queremos hacerte pensar, podría ser peligroso para la salud de todos nosotros.

La espada desapareció, David intentó escuchar atentamente, pero los pasos de Ricardo era imperceptibles ¿dónde demonios estaba? Por supuesto que no podía escuchar sus pasos ¡El maldito estaba volando!

Una tímida luz se filtraba en aquella estancia, pero curiosamente no venían de arriba si no de las rendijas de abajo, debían estar aproximándose al volcán que decían se ocultaba en las profundidades de Pompeyana, ¿era eso lo que pretendía proteger la Iglesia? ¿Era peligroso que Ricardo se aproximara al volcán? Tenía que detenerlo, Ricardo era peligroso.

—¡No puedes continuar descendiendo! ¡Nos pones en peligro a todos!

La risa de Ricardo le llegó desde muy lejos, pero pudo ubicar la dirección general.— ¿En serio te crees toda la porquería que te dice el profeta? —su voz se escuchaba casi como un murmullo, pero se estaba aproximando.

Un ráfaga de balas lo sacudió y lo envió dando tumbos a chocar con una pared detrás de si.

—¡Balas! ¡de nuevo! —David se sentía ultrajado— ¡Voy a matarte! ¿Me escuchas?

—Puedo escucharte y puedo verte David —La voz estaba cerca, más cerca de lo que David esperaba— y si utilizo balas es precisamente porque sé que no te harán ningún daño, porque aunque te cueste creerlo no quiero hacerte daño, no quiero hablar contigo, ya sé lo que sucede cuando hablo contigo, así que déjame en paz.

—No puedo dejarte en paz, no puedo permitir que continúes explorando estos corredores prohibidos, nos pones en peligro a todos.

—Y por lo tanto tienes que matarme ¿no?

—No tengo otra opción.

—¿Te das cuenta que tienes que estar muy drogado para que eso tenga sentido?

—¡El Guardián del Dios Verdadero no utiliza esas sustancias! —David intentaba alcanzar la voz moviéndose a toda velocidad, pero en cada ocasión parecía venir de otro punto, aunque creía sentir que se acercaba.

—¡David no te aproximes más! No puedes ver en la oscuridad y yo sí, no estás acostumbrado a moverte por estos corredores y yo tengo años de experiencia ¿no te das cuenta cómo va a terminar esto?

—¿En realidad crees que puedes derrotarme?

—No sería la primera vez… —La voz de Ricardo le llegó desde atrás, estaba cerca, muy cerca. David volteó a mirar, pero la oscuridad era impenetrable ¿dónde estaba?— He aprendido muchas cosas explorando estos viejos corredores ¿sabes? —David intentó caminar hacia la voz pero se tropezó con una pared— No, ya no estoy ahí —la voz venía nuevamente desde atrás— ¿sabes qué hubiese sido útil? Una linterna, pero ni al Dios Verdadero ni al Gran Profeta se les ocurrió esa idea.

—¡Silencio imbécil! —David se tropezó con otra pared.

—¿Yo soy el imbecil? Eso es curioso viniendo de ti, y más en la situación en que te encuentras.

David intentó regresar por el camino por donde había venido, pero no encontró la salida ¿estaba encerrado?

—Una de las cosas que descubrí es que no eres el primero, han habido muchos «Ángeles» antes de ti, pero muchísimos en realidad, cientos de millones de ellos, ¿no es eso curioso? ¿Por qué antes había tantos y ahora solo quedas tú?

—¡Silencio! No tengo ningún deseo de escuchar tus mentiras.

—Mentiras, hmmm es cierto, mejor guardo silencio, pero antes de despedirme quería decirte que una de las cosas que descubrí en este tiempo es no solo como crear el campo de fuerza, también descubrí como cancelarlo… —Ricardo guardó silencio un momento dejando que David entendiera la implicación de aquellas palabras— Así es, en este momento eres vulnerable…

—¡Mentiras! —gritó David mientras golpeaba la pared con toda su fuerza y entonces sintió el dolor en el puño. El Campo de fuerza ya no le protegía, Ricardo no mentía.

—Una sola ráfaga de balas y tu cerebro quedaría esparcido por toda esta habitación; por supuesto tus nanites volverían a recomponerlo, pero me pregunto si ¿tendrían la capacidad de volver a armar todas y cada una de las conexiones neuronales con exactitud? ¿Cómo se sentiría Valerie si no la reconocieras, si no tuvieses memoria de haberla conocido.

— No, por favor, no me mates.

—No lo haré, solo quiero hacerte razonar…

—¡No por favor! La última vez que me hiciste razonar hice explotar medio sector de la ciudad, no me hagas hacerlo nuevamente. ¡Piensa en toda la gente que morirá!

—Esa es la cuestión David, ni tú ni yo causamos esa explosión, fue la Iglesia del Dios Verdadero, fue el Gran Profeta, el maldito de Claudio quien activó la bomba cuántica que llevas en el cuerpo, ¿creías que la Gran Iglesia permitiría que alguien tan poderoso como tú se pusiera en su contra?

—¡Entonces cállate! Si eso es verdad cállate, ¿no te das cuenta que podrían hacerme estallar nuevamente?

—No aquí, en esta celda no tienes campo de fuerza, ni conexión a las transmisiones de la Gran Iglesia, aquí eres vulnerable, pero también libre de pensar lo que quieras.

David estaba llorando desconsolado en el piso.

—¿Entonces yo no los maté? —Preguntó entre sollozos— Es terrible, absolutamente terrible que toda esa gente inocente haya muerto, pero me siento tan aliviado de saber que no fui yo el que lo causó.

—Te aseguro que no fuiste tú, Mónica monitoreaba las transmisiones y detectó el momento exacto en que transmitieron el código de activación.

Mientras David continuaba llorando se dio cuenta que en un principio no creía demasiado las palabras de Ricardo, pero si algo comprobaba la tesis del hombre de la armadura era que no había estallado aún, con todo lo que había pasado por su cabeza en aquellos momentos debía haber explotado hacía tiempo.

—Pero aún no te he dicho lo mejor, no solo descubrí como cancelar tu campo de fuerza, también sé como desactivar la bomba; puedo hacerte un hombre libre, y no solo eso, puedo devolverte tu humanidad, pero…

—¿Pero?

—Te convertirías en un proscrito, la Iglesia te perseguiría al igual que lo hace conmigo…

—No puedo creer que esté escuchando a las tentaciones que me hace el diablo con tanta atención…

Ambos rieron como en los viejos tiempos en que ambos habían sido amigos.

—Tengo que pensarlo.

—Lo sé, piénsalo, aquí puedes pensar libremente todo el tiempo que quieras sin que nadie te lea la mente, pero recuerda en cuanto salgas de esta celda, ellos estarán de nuevo en tu cabeza.

—Yo sé como engañarlos, me he estado engañando a mi mismo toda mi vida.

—Hace un rato estabas muy drogado, era evidente, creo que el efecto se ha diluido bastante ahora, hablas con mucha más coherencia, pero en cuanto regreses a ellos serás nuevamente su esclavo, y volverán a drogarte ¿lo entiendes?

—Lo entiendo…

—La salida de la celda está hacia arriba, sin el campo de fuerza no puedes volar, pero aún tienes tu fuerza, para ti será una escalada relativamente fácil.

—¿Cómo te encuentro?

—Tú sabes cómo encontrarme, estaré en estos corredores —dijo la voz de Ricardo alejándose— ¡Todavía tengo que encontrar el Sol!

IV

Desde la terraza de la Gran Catedral Valerie podía ver como la ciudad se extendía infinitamente, el horizonte se perdía en la lejanía en donde solo parecían existir las inconfundibles siluetas de los edificios. Bajo sus ojos para ver a David quien estaba de rodillas, los músculos de su cuello y hombros eran tan grandes que su cabeza se veía pequeña en comparación, la desproporción eran tan grande que resultaba casi caricaturesca.

—Ricardo dice que puede corregirlo —David sabía lo que miraban los ojos de Valerie— Dice que puede convertirme en un ser humano otra vez. ¿Te imaginas? Estaríamos juntos nuevamente, podríamos formar una familia…

—Seríamos igual que Ricardo y Mónica —en la voz de Valerie podía sentirse una profunda tristeza— huyendo perpetuamente, con la Gran Iglesia pegada a nuestros talones tras cada vuelta de esquina…

—Y sin embargo ellos han sobrevivido todo este tiempo —apeló David.

—Tú y yo sabemos que si han sobrevivido es porque tú les has tenido lástima, ¿en cuánto tiempo crees que Claudio podría crear otro Ángel Vengador? Y no creo que ese sea tan compasivo como tú.

David se puso de pie y miró a lo lejos a la ciudad, como contemplando su futuro.

—¿Entonces esa es la única opción que tenemos? Ser esclavos de Claudio y de sus fanáticos hasta el final de nuestras vidas —David se miró las manos— Y yo tengo que continuar siendo su ejecutor porque la alternativa sería mucho peor.

—Podrían estar escuchándonos en estos momentos.

—¿No dijiste que habías saboteado el aparato?

—Sí, pero nada que no pudiesen reparar en el tiempo que llevamos hablando.

David asintió en silencio sintiendo que lo consumía la impotencia. Abrazó a Valerie torpemente con sus brazos exageradamente grandes.— Ven, déjame bajarte.

Durante el lago descenso David se mantuvo callado mientras volaba con Valerie descansando en sus brazos, ella miró sus ojos y los encontró vacíos.

Cuando llegaron a la entrada de la Gran Catedral los fieles se preparaban para asistir al servicio, y al verlos descender se inclinaban respetuosamente ante David y continuaban su camino. Él la dejó bajar pero cuando pensó que se iría sin mediar palabra le preguntó:

—Valerie ¿tú sabes que te amo verdad? —ella se lo quedó mirando un rato y tan solo asintió sin darle mayor respuesta. David volvió a mirar su cuerpo lleno de músculos colosales y venas pulsantes que ya se le antojaba abyecto— Valerie… Si a pesar de todo yo… aceptara lo que Ricardo me ofrece, devolverme mi humanidad… ¿Tú? ¿Crees que podrías volver a amarme?

Ella abrió sus labios intentando formar las palabras pero incapaz de pronunciarlas, aunque finalmente le confesó:

—Tengo un amante, ha pasado mucho tiempo ¿lo entiendes? Yo lo amo y creo que él me ama, y aunque hemos vivido nuestro amor en secreto, hemos sido felices…

Mientras terminaba aquella frase Valerie se preguntó si David la mataría en aquel instante, pero cuando lo miró, había lágrimas en el rostro del Ángel Vengador, entonces lo vio asentir, aceptando todo lo que ella le había dicho.

—Ve a casa Valerie, busca a ese hombre que te hace feliz. Y, no se acerquen a la Catedral…

David se limpió los ojos, se dio vuelta y comenzó a caminar hacia el enorme edificio.

—Amigos, vuelvan a sus casas —lo escuchó exclamar Valerie— esta noche no habrá servicio, regresen a sus hogares, esta noche se cancela la misa.

David atravesó el arco de entrada de la Gran Catedral, en el medio del atrio se levantaba una enorme estatua del Dios Verdadero apoyado en su bastón y apuntanado con un dedo a lo alto, a las estrellas.

A los pies de la estatua se encontraba un sacerdote que parecía diminuto en comparación.

—Amigos, lamentablemente tendremos que cancelar el servicio de esta noche, todos deben retornar a sus hogares de inmediato —la voz de David se escuchaba potente gracias a la ingeniosa acústica del edificio— y no se acerquen a la Catedral, esta noche es un lugar peligroso, un asesino anda suelto.

El sacerdote miraba a David perplejo en toda su vida nunca había visto que alguien interrumpiera un servicio, pero aquel era el Ángel Vengador del Dios Verdadero, ¿qué razones tenía para dudar?

—Padre ¿sabe donde está Claudio?

—En su laboratorio creo, pero ¿qué es lo que sucede David?

—Aléjese de la Catedral Padre, no le conviene estar cerca de aquí esta noche.

David llegó al laboratorio de Claudio, dos guardias cuidaban la entrada con sendos rifles, pero a ninguno se le ocurrió ni lejanamente interponerse en el camino del Ángel Vengador, o siquiera cuestionar su presencia en aquel lugar.

—¿Así que se canceló el servicio de esta noche? —La voz de Claudio le llegaba de algún lugar en el laboratorio, pero no consiguió ubicarlo, vio a algunos técnicos trabajando en el lugar pero nadie más.

—Así es, los técnicos también deberían regresar a sus hogares, esta noche la catedral es un lugar peligroso.

—Muy cierto, aquí estamos listos, pueden retirarse, vuelvan a sus casas cuanto antes —Fue entonces que David vio en donde se ocultaba Claudio, estaba saliendo de un capullo idéntico a aquel donde muchos años atrás le habían convertido en lo que era ahora.

De la mañana a la noche Claudio había ganado colosales músculos que rivalizaban los del propio David, y también tenía un aura cuyo brillo era inequívoco, aquello quería decir que también estaba protegido por un escudo de fuerza.

—¿Sabes David? Tengo muy buenos oídos, y cuando escuché que Ricardo sabía revertir el procedimiento con el que te convertí en Ángel me dije ¿por qué no probarlo en mi mismo? Además ¿me parece entender que estás pasando por un momento de duda en tu fe?

David simplemente miró a Claudio en silencio, este esperó a que los técnicos terminaran de abandonar el lugar antes de continuar.

—¿Realmente pensaste que sería tan fácil? —Claudio lo miraba con gesto condescendiente— ¡Pues no!

Claudio despegó con un salto y de inmediato se abalanzó volando a toda velocidad sobre David, golpeándolo en el pecho y enviándolo contra la puerta que atravesó y destrozó.

Los dos guardias que estaban protegiendo el laboratorio salieron huyendo aterrorizados, pero David descubrió que uno de ellos había dejado su rifle, rápidamente lo tomó y apuntó a Claudio. Este lo miró divertido y se rió brevemente antes de burlarse diciéndole:

—¿De verdad crees que puedes dañarme con balas? De todas los habitantes de Pompeyana tú deberías ser el primero en saber que eso es totalmente inútil.

—Carajo que importante es la experiencia —fue lo único que dijo David antes de accionar el gatillo y rociar a Claudio con una ráfaga justo en la frente.

Claudio salió dando tumbos hacia atrás, girando a toda velocidad, cuando recuperó el equilibrio y pretendía ponerse en pie ya tenía a David sobre él con las manos alrededor de su cuello.

—¿Pero qué demonios? —Le gritó a David quien comenzó a estrellarlo contra todos los pilares de la Catedral— Puede que ese truco con las balas te haya funcionado para confundirme un momento —Claudio intentaba liberarse de la presa de David inútilmente— pero ¡soy invulnerable! ¿Lo entiendes? Tan invulnerable como tú.

—Te equivocas Claudio, no es así como funciona…

—¡Suéltame o te haré estallar! —le exigió.

—No, no lo harás.

—¡Claro que lo haré, suéltame de inmediato!

—No, sé que no lo harás porque estando tan cerca de la explosión ni siquiera tu campo de fuerza te protegería, seguramente tus nanites te devolverían a la vida, pero estoy seguro que no te gustaría nada soportar todo ese dolor.

—Sueltame, ¡Sueltame!

Con cada nuevo golpe Claudio se sacudía con mayor fuerza en el interior de su campo de fuerza, hasta que finalmente perdió la conciencia.

V

Ricardo reconoció de inmediato el ruido que David hacía al aterrizar, era como si hubiese desarrollado un sexto sentido con los años.

—¡Aquí adentro!

La luz del exterior dibujó la silueta de David cuando atravesó la puerta, pero ¿qué carajo venía arrastrando?

—Tenemos poco tiempo, debes convertir a Claudio en humano, de lo contrario estamos perdidos, si recupera la conciencia podría decidirse a hacerme estallar a pesar de todo.

—¿Pero este es Claudio? ¿Qué Demonios pasó?

—¡No tenemos tiempo para explicarte toda la historia! Debemos devolverle su humanidad o estaremos en problemas, si se da cuenta que no tiene otra alternativa…

Ricardo se quitó el casco de la armadura, hacía años que David no le veía el rostro a su amigo, había envejecido, un mechón de canas había aparecido en mitad de su cabeza.

—Pero hay un problema.

—¿Me mentiste? ¿En realidad no sabes cómo revertir el proceso?

—No es eso —negó Ricardo.

—Lo que sucede es que solo tenemos recursos para revertir el proceso en una sola persona, —Mónica salió detrás de una biblioteca, estaba embarazada, David pensó que se veía más hermosa que nunca— si le devolvemos su humanidad a Claudio —Continuó ella— No sabemos cuántos años nos tomaría para encontrar todos los elementos nuevamente, podrían ser años, o podría ser nunca.

Ricardo volvió a colocarse el casco y desenvainó la espada.

—Hay una alternativa, lo picamos en trocitos muy pequeños y esperamos que los nanites no consigan rearmarlo.

—No funcionaría —explicó David— Me reconstruyeron a mi después de una explosión cuántica, sería lo mismo con él. Pero no importa, se nos acaba el tiempo, yo puedo esperar, o puedo quedarme así si es imposible cambiarme, pero Claudio no puede tener este poder.

Ricardo negó con la cabeza— Se me ocurre otra idea, sígueme, hay algo que te quiero mostrar. Espéranos aquí Mónica, vamos a tardar.

Mónica asintió con una sonrisa.

Ricardo guió a David hacia un amplio y largo túnel que parecía descender infinitamente. Pero cuando Claudio comenzó a recuperarse David se asustó, lo azotó con violencia contra una de las paredes del túnel.

—Eso no funcionará indefinidamente, va a llegar un momento en que despertará, ¿A dónde nos llevas Ricardo?

—No me lo creerías, tienes que verlo por ti mismo, así que mejor volemos más rápidamente.

Continuaron bajando y de pronto sucedió algo extraño, David sintió como si el sentido de la gravedad hubiese cambiado, ya no estaban cayendo, ahora estaban subiendo.

—¿Pero qué carajo está pasando?

—Ven, subamos más rápido, tienes que verlo para creerlo.

Continuaron ascendiendo por mucho tiempo hasta que finalmente llegaron a una compuerta, Ricardo se acercó a los controles y pulsó unos botones, la puerta se abrió y una luz cegadora que David no había visto en toda su vida invadió todo el túnel.

—¿Qué es esto? —Preguntó David protegiéndose los ojos con una mano— ¿Llegamos hasta el Volcán?

— No mi amigo —le contestó Ricardo cruzando hacia la luz— esto, es el Sol…

David siguió a Ricardo y cuando sus ojos se acostumbraron vio una hermosa pastura, a lo lejos un bosque, y más allá lo que parecía un mar o un enorme lago, pero era un lugar extraño, como si no hubiese horizonte, como si estuviesen en medio de un infinito valle. Y arriba en el cielo una bola de fuego ardiendo como solo había visto en las películas.

—¿Qué es este lugar? Nunca había visto algo así antes.

—No estoy seguro, pero creo que la gente del pasado lo llamaba una Esfera de Dyson, un gigantesco mundo artificial rodeando a una estrella, creo que nuestra ciudad, Pompeyana, existe en el borde exterior.

—¿Pero cómo? ¿No vivíamos sobre un planeta? ¿Y la gravedad?…

—No tengo ni idea, todavía no termino de entenderlo… —Le respondió Ricardo meneando la cabeza— pero a lo que vinimos —apuntó a Claudio y luego señaló el Sol— Lánzalo hacia el Sol, el campo de fuerza no aguantará y los nanites también serán destruidos.

David dudó por un instante pero entonces recordó a toda la gente que murió durante la explosión que Claudio causó.

—Si alguien merece esto, ese eres tú Claudio, eres un monstruo.

David voló hacia el sol a toda velocidad y cuando sintió que el abrazo de la gravedad comenzaba a abandonarlo comenzó a hacer girar el cuerpo de Claudio a toda velocidad y finalmente lo disparó hacia el Sol.

Cuando regresaba hacia donde estaba Ricardo, a lo lejos le pareció ver otra ciudad…

VI

La sensación de caída y el intenso calor acabaron por despertar a Claudio.

¿Dónde demonios estaba? Finalmente abrió los ojos y casi se queda ciego, pero afortunadamente el campo de fuerza mejorado que había creado le protegió la vista con rapidez. Estaba cayendo a gran velocidad pero ¿hacia dónde? Intentó volar pero la fuerza de gravedad era demasiado intensa ¿Qué era aquello? ¿Por qué brillaba de aquella manera? ¿Cómo era que generaba tanto calor que podía sentirlo aún a través del poderoso campo de fuerza? Y de repente la respuesta le golpeó, aquello era el legendario Sol.

Pero a medida que continuaba cayendo se dio cuenta que estaba equivocado, el nuevo campo de fuerza mejorado que había construido ya se estaba adaptando, utilizando la potente energía lumínica y calórica para reforzarse y mantenerlo protegido infinitamente, los nanites de su cuerpo también se adaptarían y comenzarían a generar alimentos y medicinas para mantenerlo con vida indefinidamente. Y entonces lo entendió, aquello no era el Sol, aquello era el Infierno…

FIN

¿Les gustó? Espero que así haya sido, recuerden que para mi al igual que para todo autor es indispensable recibir los comentarios de los lectores, ¿qué les gustó? ¿Qué no les gustó? ¿Qué piensan que se podría mejorar? Etc.

Finalmente les recuerdo que yo también participo con este relato en el Desafío del Nexus, así que si disfrutaron de la historia, no dejen de votar con el botón “Me Gusta” de facebook.

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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