Gilgamek

¿Puede el destino de la raza humana depender de una bala disparada desde la distancia? ¿Para resguardar la humanidad de la autodestrucción, es todo válido? ¿Protegemos nuestros descendientes para que continúen viviendo…y para qué? ¿Y si el único sentido de vivir sea proteger la especie…para nada en especial? Un grupo de fugitivos, que hasta ya han olvidado porqué huyen, se encuentran con su destino.

Regresa a nuestras páginas nuestro amigo Joseín Moros con una nueva y curiosa historia para el Desafío del Nexus de Febrero:

Gilgamek

Un joven, casi un niño, y con un rifle a la espalda, corre bajo una lluvia helada en un páramo verde pálido con manchones de hielo sobre las piedras. Su indumentaria —un traje enterizo con capucha— es apenas adecuado para el clima, la tela va cambiando de tonalidad y textura de acuerdo al lugar por donde se desplaza. Si se quedara inmóvil para la vista humana seria casi invisible.

Desde lejos vio a un hombre haciendo señas y el joven se quedó quieto, acurrucado entre plantas de hojas cubiertas de pelusa como orejas de conejos gordos y verdes. El viento aumentó de velocidad y su cara quedó protegida por una lámina transparente y flexible.

Hermano Vew, dime qué cosa viste. Con todo detalle.

Quien lo llamó hermano fue un hombre de barba y cejas grises. Las arrugas de la piel, quemada por el frío, eran profundas y vestía un traje similar al del joven. Los susurros de su gruesa voz los pronunció muy cerca de los oídos de Vew, cuando llegó hasta él.

Hermano Cuidador Ome, esta mañana vi un ser muy grande —la voz de Vew sonaba extenuada debido a la insuficiencia de oxígeno en la atmosfera—; tiene siete pasos de altura, dos piernas y dos brazos con pinzas y garras, la cabeza no está. Una caja de metal cayó del cielo, golpeando contra los cerros y quedó en el sector 26 frente a la colina F8. La caja tiene cuatrocientos pasos de largo, doscientos de ancho y cien de alto. No tiene ventanas pero hay un desgarrón negro de ocho pasos de ancho y cuarenta de largo que lanzaba humo, ya se apagó. Al rato por una puerta redonda salió ese monstruo. Parece que no hay más.

—Respira, Vew. Buen informe. Se llama transporte de escape. La nave nodriza tal vez cayó al mar, ese fue el temblor que sacudió la tierra hace cuatro horas.

— ¿Qué pasó, hermano Ome? —Vew seguía jadeando.

—Es difícil saber. Seguro la nave quedó destruida, pero no puedo deducir porque cayó.

—Algo más, hermano Ome. Maté un carnero tricornio y está cerca de la caja de metal, quiero decir del transporte de escape. Fue antes del temblor de tierra y usé el silenciador, había una manada de cuatro animales y quería otro antes que desaparecieran.

Ome se encogió, en un movimiento instintivo para ocultarse del peligro.

—La huella de la bala nos delatará. Hermano Vew, toma mi mochila de bastimento. Escóndete cerca y vigila, voy al refugio. Por ninguna razón te deben descubrir. ¿Entiendes? Por ninguna razón dejes que te vean o te sigan. Desde este momento eres el Cuidador Encargado.

 

 

La noche resultó mucho más fría. El joven Vew, camuflado en una colina, se mantenía inmóvil como había practicado los últimos años, desde que el hermano Ome lo despertó e inició su entrenamiento. Los Cuidadores vivían de la recolección y la caza, cada bala tenía el valor de lo irrecuperable.

Aunque el traje poseía calefacción, el muchacho casi temblaba de frio. Su indumentaria no estaba del todo preparada para incursiones nocturnas y además la antigüedad había disminuido las prestaciones del artilugio tecnológico. El rifle, también con la propiedad de alterar los colores de la cubierta de protección, mostraba manchas blancas y verde oscuro.

El navío espacial, una especie de bote salvavidas de magnitud proporcional a la nave de donde procedía, estaba cubierto de gruesa escarcha. El hielo brillaba por efecto de dos lunas, parecidas a un par de ojos observando desde el cielo.

<< Ome dice que estos trajes y el fusil no lo pueden detectar seres o aparatos que tengan visión de infrarrojo. Espero que funcione bien en este momento >>

Con acción maquinal el joven Vew sorbió un trago del tubo cercano a su boca y de igual forma dejó que su orina llenara el recipiente incrustado entre las piernas, en menos de treinta segundos un filtro le devolvería el líquido tibio a la boquilla.

Miró de nuevo por la mira telescópica y recorrió el objeto de su vigilia, ubicado a kilómetro y medio de distancia en ángulo de cuarenta y cinco grados por debajo de su horizonte visual.

<< Tiene una palabra rara ¿Gilgamek? en la espalda y en el pecho, escrita con símbolos parecidos a mis letras. ¿Será su nombre? Si me descubre estas balas rebotaran en ese cuerpo tan duro. Sigue trabajando, ya cubrió casi la mitad del daño en el casco de la nave. Si tuviéramos herramientas como esas no estaríamos en la situación actual. ¿Qué habrá allí dentro? >>

Un tigre estepario llegó desde las sombras. Silencioso, larguirucho y enorme, casi tres metros de largo sin contar la cola de rata. Debería pesar unos doscientos kilogramos, ostentaba cuatro patas y dos brazos con garras de tres puñales.

El animal estaba a cuatro o cinco metros a su izquierda, se agazapó y roncando como un pequeño motor miraba la nave. Vew comenzó a sudar, los latidos del corazón golpeaban el suelo bajo su pecho. Una piedra rodó hacia abajo, cuando una de las patas del tigre la tropezó. La fiera permaneció inmóvil.

<< No me ha visto ni olfateado. El traje funciona bien, pero si me muevo atacará. ¿Qué le atrae? ¿Habrá olor de comida? Cadáveres, debe ser eso >>

La piedra rodante produjo una secuencia de blandos golpes, allá abajo el gigante volteó hacia Vew, en el siguiente instante levantó el brazo izquierdo con un tubo que saltó de su abdomen a la zarpa. Un destello azul iluminó al gigante y el tigre cayó hacia atrás, con medio cuerpo carbonizado, entonces llegó el sonido del disparo. Una lluvia de piedras, hielo y trozos de carne quemada cayó sobre Vew.

Pero Vew no se movió.

<< ¡Hermanos! El gigante no pudo verme >>

Gilgamek continuó trabajando, ahora con más rapidez.

<< No quiere que vengan depredadores. Está protegiendo algo importante para él >>

 

 

Durante el siguiente día las aves de rapiña revelaron la posición del carnero tricornio muerto por Vew y Gilgamek fue a investigar. Cuando el gigante regresó corriendo, Vew supo que había descubierto la razón de su muerte: una bala.

<< Terminará de sellar la nave esta noche, ese monstruo no se cansa >>

Vew había tardado horas en cambiar sus puntos de apoyo y la sangre, circulando por las carnes antes aplastadas, le quemaba como metal fundido. Se había concentrado todo el tiempo en evitar que sus brazos y cuello se entumecieran, haciendo ejercicios de contracción y relajación isométrica de los músculos involucrados.

<< Sólo una vez estuve una noche cazando un jabalí espinoso. Pero ese animal no es como un tigre estepario y hasta pude dormir algunos minutos. Tengo hambre, debo ahorrar bastimento, mejor aguanto un poco más. ¿Qué hago? No puedo recibir mensajes del hermano Ome, los radios de todos los trajes fueron destruidos por alguno de los anteriores Cuidadores. Algún peligro muy grande estaba cerca, no quiso arriesgarse a ser detectado por accidente, eso dijo el hermano Ome y está prohibido hablar a larga distancia. ¿Dónde estará el hermano Ome? >>

Y llegaron las ratas, decenas de ellas. El cadáver del tigre muerto las atrajo. Eran bichos del tamaño de un gato y más parecían gallinas peludas con dientes y cola. Ignoraron a Vew, tal vez no podían olfatearlo por la hermeticidad de su traje o no les interesaba la carne y los excrementos acumulados en la ropa interior de un muchacho —esa era la peor molestia cuando cazaba, el clima no permitía desvestirse para defecar—. Aprovechó la interferencia sonora y movió el resto del cuerpo, milímetros cada vez, al parecer Gilgamek más temía a quien mató al carnero tricornio que a las ratas y en ningún momento detuvo la reparación.

Al final de la madrugada siguiente el gigante finalizó el trabajo, la nave quedó sellada.

Vew continuaba vigilante, pero el sol le daba de frente. Le pareció que Gilgamek se tambaleaba.

<< ¿Se cansó? >>

Entonces descubrió una sombra a unos quinientos metros más allá de la nave. Se había movido muy poco, pero Vew la percibió ayudado por el ángulo de iluminación del sol naciente.

<< ¿Un oso dragón? Está acechando. ¿Desde cuándo? ¡Hermanos, que no me vea! ¿Por qué va a atacar a ese gigante? >> La mira telescópica no le ayudó, el reflejo del sol cegaba la visión de Vew.

 

 

El hermano Ome había corrido varias horas desde el momento cuando abandonó al joven Vew. Entre las rocas de las montañas bajó por un enorme y escabroso túnel, llegó a una puerta metálica y moviendo una palanca la hizo abrir. No utilizaba motores sino un sistema de contrapesos y cadenas. Siguió descendiendo y arribó a una caverna parecida a un campo deportivo, apenas iluminada con una linterna a baterías.

En el centro estaba un gigante sin cabeza, de pie, inmóvil como las paredes rocosas.

U15, llegó el momento para el cual nos preparamos durante mi vida consciente. No me defraudes —las palabras del hermano Ome tenían sonido de plegaria.

Un par de minutos después Ome estaba en el interior del gigante sin cabeza. U15 tenía cierto parecido con Gilgamek, pero un tercio menos de estatura, aunque las piernas cortas y gruesas le daban un aspecto de fortaleza brutal.

<< No hay tiempo para revisión de la maquinaria. Hace una semana estabas bien >>

Los mínimos movimientos en los músculos del hombre hacían que el U15 moviera su organismo mecánico, a voluntad del hermano Ome. Cuando la máquina emergió a la luz del anochecer su blindaje no produjo reflejos.

<< No tienes chirridos, hicimos un buen trabajo de mantenimiento >>

El hermano Ome, desde el momento cuando despertó a su pupilo Vew, lo había estado entrenando en lo que en gran parte aprendió por cuenta propia. Los empañados videos, en las galerías de los refugios diseminados por la cordillera nevada, completaron la educación que el hermano Ngi no pudo rematar.

<< La emboscada de dos tigres me quitaron mi maestro. Estas galerías son enormes, habría sido casi imposible para un niño formarse por sí solo como Cuidador sin haber tenido la preparación inicial. Por esa razón tomé las mismas precauciones con el hermano Vew. Si hoy muero él sabrá continuar su propia formación >>

Ome hizo correr a U15 por la tundra, sin preocuparle por el momento el retumbar de sus pasos, había planificado dar un inmenso rodeo para llegar hasta la nave caída.

<< Vew debe estar escondido en la colina F8, es el lugar adecuado para cubrir la nave. Debo hacer que él me vea, entonces la suerte podría estar de mi parte >>

Al igual que el joven Vew, en los momentos más recientes el hermano Ome había estado inmóvil durante horas, haciendo moverse al U15 solo unos centímetros cada vez. Cuando el tigre estepario apareció Ome dejó de respirar. Al percibir que el animal no había visto a Vew inspiró de nuevo.

<< Te descubrí, hermano Vew. Todavía necesitas aprender un poco más, pero el tigre no te ha visto, eso está muy bien >> la máscara del casco amplificaba la imagen mucho más que la mira telescópica de Vew.

En el momento que la cabeza del tigre y casi todo el cuerpo se evaporó Ome pensó en atacar, pero la distancia era muy grande para tamaño riesgo.

<< Es un arma poderosa, la pistola K88 no es la de reglamento, por lo menos eso dicen los informes de hace nueve siglos. U15 no puede soportar una secuencia de esos tiros al pecho. Y ese gigante se ve bien mantenido >>

Ome vio alejarse al gigante y pudo leer el nombre en la espalda. Cuando regresó corriendo, después de haber inspeccionado el cadáver del tricornio, el Cuidador supo que la situación cambió.

<< Gilgamek trabaja más rápido. Tiene miedo, tropezó dos veces, está cansado. ¿Estará solo? Puede haber una emboscada, espero que el hermano Vew no se adelante. Cuando termine de sellar la nave Gilgamek buscará al cazador, porque me parece que la nave necesita grandes reparaciones internas y no podrá hacerlo sabiendo que hay enemigos alrededor. Si encuentra a los Hermanos Dormidos los matará >>

En un principio fueron trescientos Hermanos, eso había leído Ome en los documentos y videos, ahora sólo quedaban seis, cuatro dormidos y ellos dos. En un futuro el hermano Vew despertará a su propio pupilo. Ome se preguntaba día y noche que pasaría cuando sólo quedara un Cuidador.

 

 

Gilgamek terminó la última soldadura. No fue cómodo fingir que no se había dado cuenta de la presencia de un U15, acercándose como un tigre para atacarle con éxito. Gilgamek tenía el cuerpo adolorido, el sueño bloqueaba su pensamiento, pero su plan estaba claro: había trabajado manteniendo su pecho en dirección al U15, para mantenerlo paralizado. Aunque el camuflaje era bueno, tenía una grave falla: la invisibilidad para el infrarrojo no era completa y Gilgamek pudo percibir la silueta del generador de potencia como un reloj de arena parpadeante. Además la baja posición del sol produjo una sombra traicionera. Fue suficiente para Gilgamek, sólo un U15 tiene ese tipo de generador y por lo visto el supuesto extinto enemigo del Imperio Amazzi se veía obligado a combatir con tal tipo de chatarra. A la leyenda de Los Trescientos ningún ente oficial le daba crédito, pero Gilgamek tuvo suerte en las investigaciones y por ello se encontraba aquí.

El siguiente paso del plan era el más difícil.

Durante el motín Gilgamek había combatido en el interior de la nave nodriza, cuando vio morir su batallón rebelde la envió a la destrucción y se salvó con la valiosa carga que ahora pretendía proteger. Para el momento el U15 era una amenaza, pero lo necesitaba. Sin él todo habría sido inútil y no podía permitir que se escondiera, buscarlo en un planeta como este habría sido una empresa de largo plazo y tampoco tenía tiempo para desperdiciar. Para engañarlo fingió varios tropezones, porque Gilgamek deseaba que U15 atacara antes de tiempo, cuando su arremetida fuera débil, entonces estaría a su merced.

 

 

Vew, como si lo estuviera soñando, vio el salto de U15 desde las rocas cubiertas de plantas verde claro, piedras oscuras y trozos de hielo. Fue en el mismo instante cuando Gilgamek tropezó y cayó hacia atrás. La explosión de las toberas, en la espalda del U15 proyectando fuego para impulsar hacia adelante las dos toneladas de metal, recibió el eco de ráfagas lanzadas por Gilgamek con dos tubos, uno al final de cada brazo.

El dedo índice de Vew, enguantado y en un dedal rígido, se movió un milímetro pero no llegó a tocar el gatillo.

Con estruendo, las dos piernas del U15 quedaron atrás, el brazo derecho, donde una especie de cierra circular había rugido, desapareció con las explosiones. La enorme figura cayó unos metros después de donde Gilgamek estaba inmóvil. Al pasar por encima el U15 había logrado estrellar la formidable tenaza de su brazo izquierdo contra el pecho de Gilgamek.

<< ¡Gilgamek estaba fingiendo! Desenfundó mientras caía >>

La mira telescópica quedó fija contra el pecho de Gilgamek. Vew mantuvo los dos ojos abiertos, para con el otro observar que pasaba con el Hermano Ome utilizando una menor magnificación óptica en el visor de su cara, el cual controlaba con la otra mano sobre la parte delantera del fusil.

<< Nunca he matado más que animales >>

Transcurrieron los minutos y se convirtieron en horas. Y comenzó a lloviznar. Una capa de hielo creció sobre el cuerpo de Vew y en cierta forma lo abrigó contra el efecto del viento.

<< ¿Habrá un francotirador observando desde la nave, apuntando al pecho de U15? >>

La noche fue una eternidad. Una manada de nueve tigres esteparios rondaron alrededor de los gigantes caídos, iluminados por los dos brillantes círculos en el cielo. Con sus garras intentaron abrir la cabina del U15.

<< ¿Murió el Hermano Ome? >>

Después escarbaron con fuerza el pecho de Gilgamek.

<< ¿Están muertos los dos? ¿Qué hago? >>

Y llegó otro amanecer.

 

 

Cerca del medio día Vew, con sorpresa, percibió movimiento en U15. Aumentó la magnificación de imagen y vio emerger tambaleante al Hermano Ome, vistiendo el traje de piloto. En ningún momento apartó la mira telescópica del pecho de Gilgamek.

Ome renqueaba de la pierna izquierda. Avanzó despacio hasta el caído Gilgamek y trepó, con bastante trabajo, sobre el pecho del gigante.

<< ¡Por este lado no, hermano Ome! Obstruyes mi blanco. ¿No recuerdas que estoy aquí? ¿Piensas que me fui? >>

El hombre estuvo luchando contra el blindaje frontal, pero al parecer no tenía fuerza suficiente para enderezar las placas que con la garra del U15 había deformado en Gilgamek, antes de rodar hasta donde quedó el mutilado U15.

De repente uno de los brazos de Gilgamek se levantó y el hermano Ome atrapó la garra con sus dos brazos. La tenaza múltiple podría triturarlo como se aplasta un fruto maduro.

<< Está dirigiendo la garra para remover las placas torcidas. Gilgamek sigue vivo. ¿Qué está pasando? ¿Debo disparar? >>

Entonces, como si el hermano Ome hubiera oído la pregunta, levantó ambos brazos y cubrió el puño derecho con la mano izquierda. Vew retiró el dedo del gatillo, pero no quitó el ojo de la mira.

Una hora después comenzó a retroceder con mucha lentitud, después de haber revisado la superficie de la nave y los alrededores. En todo momento imaginaba un francotirador sonriendo al ver su cabeza en la mira.

 

 

Los años transcurrieron con demasiada lentitud para Vew. A los pocos días de haber regresado al refugio despertó a su pupilo. Vew estuvo durante horas frente a las máquinas de hibernación, escogiendo a cuál de los cuatro iba a despertar y en este momento un niño de unos cinco años corría a su alrededor, mientras transitaban las frías galerías bajo la cordillera nevada. Otro invierno estaba terminando y en unos días le mostraría el cielo a Tle, así era el nombre de su pupilo.

<< Cuando tengas un año más de entrenamiento dormirás dos, luego cuatro de entrenamiento y dos más de sueño, después cuatro de aprendizaje. Así es el procedimiento en este caso Y podrás continuar solo, si yo muero >>

Fue entonces cuando la descorazonadora pregunta volvió. ¿Qué pasará con el último Cuidador? Sólo quedan tres pequeños hermanos, de un año cada uno, pero incontables siglos durmiendo. Decía el hermano Ome que muchos Cuidadores dejaron dormir a sus pupilos durante etapas de veinte o treinta, temerosos ante la disminución en número. Cuando mi pupilo Tle tenga un poco más de quince, si estoy vivo, lo dejaré dormir veinte o más, como hizo el hermano Ome conmigo, eso dicen las instrucciones. ¿Qué habrá pasado con él? >>

Las instrucciones habían sido claras y Vew fue enseñado a seguirlas sin preguntas. Todos los videos de entrenamiento comenzaban por allí, hasta los que hablaban de higiene personal. “Del perfecto cumplimiento de las instrucciones depende el éxito de la misión de los Hermanos Cuidadores. Es inútil preocuparse por el futuro de los hermanos que no han sido despertados, sólo tienes tu presente para cuidar su futuro. Cumple las instrucciones”

<< El hermano Ome habló claro: “Por ninguna razón dejes que te vean o te sigan. Desde este momento eres el Cuidador Encargado” >>

Y así era. Vew utilizaba lejanas salidas para cazar en el exterior, cuando era posible, porque el cuidado de su pupilo le tomaba la mayor parte del tiempo. Había planificado renovar a fondo los depósitos de comida cuando llegara el momento de dormir a Tle y si se presentaba la necesidad adelantaría ese momento. Las instrucciones cubrían muchas alternativas para alargar la duración de la comida.

<< Tengo suerte de no ser el último de los Cuidadores. El hermano Ome decía que tal vez para él habría nuevas instrucciones, pero no parecía convencido. Yo tampoco >> y de la boquilla sorbió su orina filtrada, como lo hacía desde niño.

En ese momento la tierra se estremeció. Reconoció el sonido, gigantes y maquinaria venían avanzando por alguna de las galerías.

Levantó al niño Tle y corrió hacia las profundidades. Sabía dónde encontrar un rifle, más indumentaria y bastimentos. Tle no lloró, tenía instrucciones claras: guardar silencio cuando su hermano Vew se lo pidiera. Sus ojos estaban muy abiertos de terror, quería hacer preguntas, pero estaba prohibido.

 

 

Desde la oscuridad lo vio venir. Era Gilgamek, había sido reparado a la perfección, sus hombros sin cabeza estaban lejos del techo, donde minúsculos focos luminosos parecían luciérnagas agonizantes.

Vew y Tle tenían cuatro días escondidos en el laberinto de galerías subterráneas —con cientos de kilómetros de extensión—, sus indumentarias los protegían de las bajas temperaturas pero no del terror que sentían. Gilgamek por fin los había acorralado. Se encontraban parapetados detrás de los restos de una monstruosa excavadora, tal maquina podría tener allí milenios. Vew nunca antes había estado por estos lados del refugio.

—Quiero un rifle —susurró el niño y mordió la boquilla en la careta del pequeño casco, ya no salía líquido y tenía sed.

—Baja la voz, Tle. ¿Tienes frio?

—No. Tengo miedo.

—Yo también. Gilgamek nos quiere engañar. Así debió ocurrir con el hermano Ome, lo engañó.

Vew apuntó al pecho del gigante.

<< Hay poca luz, pero si encuentro un defecto en la reparación de la armadura no fallaré >> apretó los parpados, tenía la vista cansada por la falta de sueño. Bebió otro trago de la boquilla.

Sonó una fuerte voz.

—Hermano Vew. Soy el hermano Ome. Voy a salir. No dispares, por favor.

La puerta blindada se abrió con lentitud y las luces internas de la cabina brillaron. Vew observo con la mira telescópica el fácil blanco, a menos de cien metros. Una figura de piloto se estaba quitando el casco y la careta.

<< Parece el hermano Ome, pero no estoy seguro >>

El hombre asomó el cuerpo, las nubes de vapor que su aliento emitieron fulguraban por el efecto de las luces. Bajó hasta el suelo, aferrándose a las irregularidades de la armadura del gigante. Era un blanco perfecto, la cruz de la mira estaba fija sobre la cabeza de cabellera alborotada. Continuó avanzando, con las manos en alto y se detuvo a unos veinte metros de la excavadora.

Vew no habló, su único argumento estaba en la punta del dedo índice.

La conversación se prolongó tanto que en la boquilla del pequeño Tle apareció más líquido.

—Comprendí casi todo, hermano Ome —gritó Vew, para hacerse oír en la distancia y no retiró el dedo del gatillo—, pero tengo una pregunta. ¿Puedo preguntar?

Ome presintió que de su respuesta dependía la integridad de su cráneo.

—Sí, hermano. Todas las preguntas que quieras.

—Dices que el piloto de Gilgamek es una mujer y que trajiste a nuestro refugio veintidós niñas dormidas y tu hijo despierto. ¿Qué es mujer, qué son niñas y qué es un hijo?

—Tampoco yo lo sabía, hermano. Gilga, la piloto del gigante caído me lo explicó a gritos la noche cuando estuvimos tumbados a la intemperie luego de la lucha. Comprendí y por eso la rescaté, por precaución ordené que te ocultaras y esperé estos años, como un francotirador, para corroborar sus palabras. Por favor, escucha con cuidado.

El hermano Ome habló un rato más, en ningún momento se contradijo. Tenía la boca reseca, la cara casi congelada y los hombros agarrotados de tanto mantener la posición de manos en alto.

—Entonces nosotros también somos animales, como el tigre estepario y las ratas —oyó decir al hermano Vew.

En el silencio de la galería también escuchó el sonido metálico del seguro en el fusil, cuando fue accionado.

—Voy contigo, hermano Ome. Siento alegría de ser un animal, antes nunca supe qué era — y lloró en silencio.

 

 

La familia estaba reunida frente a la fila de veintidós cámaras de hibernación, ocupadas cada una por niñas de un año de edad biológica. Había otras trescientas, pero sólo tres tenían ocupantes: niños de similar edad orgánica.

Tle ya tenía unos ocho años de edad y otro niño estaba a su lado, ambos miraban con curiosidad la cámara de hibernación donde el hermano Ome estaba entrando, desnudo y con todo el cuerpo depilado.

—Nos veremos en diez años, hermano Vew. Ya dejaste de hacer recircular tu orina por la sangre, resultó cierto, ya lo comprobé, en unas semanas te aparecerá el deseo sexual y tal como lo programó Gilga, tendrán un hijo. Siempre creí que era para ahorrar agua, nunca imaginé una droga inhibidora en mi sangre.

Una mujer de contextura fuerte, mostrando acentuados rasgos femeninos en toda su anatomía, abrazó con fuerza a Ome y lo ayudó para acomodarse en la cámara. Era Gilga, la piloto del Gilgamek.

Luego de haber dejado al hermano Ome ya dormido, Gilga y Vew tomaban una bebida caliente en una cómoda habitación. Los niños dormían en otra.

—Nada de esto sería posible si Ome no hubiera comprendido las instrucciones de nuestro movimiento subversivo —decía ella—; Los Trescientos era una leyenda milenaria: “trescientos niños con cepas genéticas originales de antes del dominio Amazzi, robados de los bancos de hombres” Las Amazzi los buscaron para exterminarlos, pero nunca los descubrieron y las insurrectas que se encontrarían con ellos no pudieron llegar, todas murieron en el intento. Y en el presente apareció nuestra hermandad rebelde, luchamos contra nuestras hermanas para volver a la antigua raza humana, con hombres a nuestro lado, no depósitos de esperma modificada y congelada.

— ¿Por qué las Amazzi crearon una humanidad formada sólo por mujeres? ¿Qué no les gustaba de los hombres? —Vew preguntaba todo el tiempo, ansioso de conocimientos.

—Ya nadie lo sabe. Pero hay algo que no me gusta de una humanidad formada sólo por mujeres.

— ¿Qué cosa es?

—Su violencia, afán de dominación, adhesión enfermiza al poder, búsqueda de conflictos.

— ¿Y crees que los hombres no tenemos eso?

—No. Creo que entre mujeres y hombres podemos manejarlo mejor. Así debió ser en el maravilloso pasado que perdimos y nadie recuerda.

Vew miró el cuerpo de Gilga, la temperatura del cuarto era agradable y ella sólo tenía una bata.

Pero igual podrían existir bancos de mujeres y hombres fabricados en cámaras adecuadas. ¿Por qué revivir la práctica del sexo?

—Cuando comencé la lucha no tenía idea de nada, ni siquiera sabía cómo era el aspecto de un hombre. Dejé de beber la orina filtrada como iniciación en la hermandad disidente y me apareció el deseo de encontrar Los Trescientos. Y…

—   ¿Y…?

Ella le tocó la entrepierna y sonrió.

—           Espera unas semanas y tendrás mucho más que una respuesta.

 

FIN

 

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Joseín Moros
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