El Final del Juego

Años atrás, mas o menos cuando me publicaban en la Revista Alfa Eridiani (por cierto) su editor José Joaquin, le recomendó uno de mis cuentos a Dorian Cano, editor de la revista mexicana 800, a él le gustó y lo publicaron para mi gran alegría. Tristemente, algún tiempo después la revista 800 desapareció y yo pensé que no había quedado respaldo en ninguna parte.

Ayer, revisando unos discos viejos conseguí la revista y me emocioné ¿sería posible que hubiese recuperado mi cuento? Pero cuando intenté leerlo, descubrí que el archivo estaba corrupto…

Pero entonces se me ocurrió revisar en Internet, y descubrí que la revista 800, tiene un grupo de Yahoo, y que en la sección de archivos tienen muchos de los números que editaron, y allí estaba mi relato.

¡Que alegría recuperar mi historia después de tantos años! Pensé que nunca lo iba a a volver a leer, incluso pensé en volverlo a escribir, pero no será necesario, que bueno volver a leer mi cuento después de considerarlo perdido 🙂

Es una historia que me gustó mucho, después de tantos años me parece que me quedó muy bien, así que aquí se los dejo, espero que lo disfruten y me den su opinión:

Desert_road_UAE

—En este mundo nada es eterno.

—Hasta ahora.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Imagina que de pronto algo o alguien fuese eterno…

—Sería terrible —dijo después de pensarlo un rato.

Tenía forma humana, ya no recordaba en que momento había tenido otra forma, de hecho en ese mismo momento podía tener miles de formas, o tal vez todas las formas, camino rumbo al apestoso hedor de la gasolina, aunque le repugnaba la sola idea, alguna vez ese olor significó civilización.

La gasolina se derramaba de una manguera que alguien había dejado abierta a propósito o por descuido, no pudo dejar de pensar que quizás pudo haber sido… ella. Recogió la manguera y la colocó en su lugar, contra todas las pruebas él continuaba siendo un sujeto bueno y ordenado, el principio organizador del universo lo definió una vez un metafísico; ahora ya no había metafísicos.

Era una estación de combustible muy similar a las que se construían en los años 50; justo antes de que se terminara el petróleo les dio por ahí, trataban de dar la sensación que nada pasaba, todo seguía igual que antes. Pero no era así, la civilización se había ido a pique.

Entro en la tiendita buscando algo que comer, no era que necesitara comer pero le entretenía; al principio, desde afuera le pareció que no encontraría nada en buen estado, pero al entrar descubrió que había una gran variedad de productos, ¿de donde los sacarían?

—¿Puedo ayudarle señor? —la voz del anciano lo asustó y lo sacó de su ensimismamiento.

—OH por supuesto —disimuló—cuanto me costarían estos —dijo colocando algunas chucherías sobre el mostrador.

—Serían 4600 bolívares.

—¿Los precios no bajan nunca eh?

—Parece que sólo saben subir —respondió el anciano con aquella voz rasposa.

—Perdone que me entrometa, pero ¿quien les trae los suministros?

—Casi nadie, pero tenemos grandes existencias.

—¿Y el Combustible?

—Como se habrá dado cuenta, ya no quedan muchos vehículos, así que esa gasolina tiene allí años, jeje.

—Claro —respondió.
Pero había algo turbio en todo aquello, sí las existencias eran viejas ¿cómo era que el chocolate que estaba comiendo se encontraba tan fresco?, miro la fecha de vencimiento, dentro de 5 años, imposible, tendría que haber sido fabricado ayer; la estación estaba muy alejada de cualquier centro poblado, y no se veía ningún lugar que sirviera de vivienda, o al menos un auto.

—¿Dónde vive usted? —le preguntó de nuevo al anciano con una sonrisa de complicidad.

—En el infierno —respondió el viejo correspondiendo a la sonrisa y transformándose en una hermosa muchacha.

Él salió del establecimiento.

—¡Oye se supone que tienes que pagar eso!

Él rió sin detenerse a voltear y se sentó en la acera de afuera. Hacía mucho sol así que movió una nube para que lo cubriera un poco.

—¿Te estas volviendo sensible el sol después de tanto tiempo?

—¿Yo? —respondió él mirándose la manaza morena— yo no, pero sé que no es bueno para tu piel.

—Que considerado de tu parte, ¿cómo descubriste que era yo?

—Bueno fue una serie de cosas, el olor de la gasolina, el típico ancianito, las golosinas que me gustan, pero sobre todo esto —y le señaló la fecha de vencimiento de las golosinas— significa que las fabricaron ayer, tengo días caminando por esa autopista y te aseguro que no he visto un solo camión transportando chocolate para acá.

—Se me pasó ese detallito —respondió ella— pero tendrás que reconocer que te engañé por un rato.

—Mmmm…

—Reconócelo.

—Esta bien, me engañaste… —dijo él con gastado cansancio y percibiendo la peste de la gasolina continuó— ¿sabes?, al principio cuando descubrieron el petróleo me pareció buena idea, la revolución industrial y todo el asunto me gustaba mucho.

—Nunca lo imaginaste, pero yo siempre supe que eventualmente se volverían demasiado dependientes de eso y que algún día lo utilizaría en su contra.

—Se me pasó ese detallito.

—Jajaja.

—Después con la energía nuclear mis esperanzas aumentaron, pensé que sí continuaban ese proceso conquistarían la Luna, luego Marte y así, pero con lo de la bomba de Hiroshima me asusté de veras, pensé que no pasaban de esa década.

—Yo también me hice muchas ilusiones con la bomba, creí que terminaría así con un grande y espectacular estallido, en cambio mira este mediocre desmembramiento, no se enterarán que están extintos hasta que no quede uno solo de ellos.

—Lento pero seguro, al final te funcionó.

—¿Entonces admites que gané?

—Yo no he dicho eso, todavía me quedan los gatos que dejé evolucionando en la galaxia de Magallanes, a esta hora deben tener una civilización decente y…

—Por favor, sabes que nunca van a salir al espacio, te olvidaste de colocarles una Luna llamativa que los impulsara a salir y luego expandirse.

—¿Por qué resumes todo a eso?, Una Luna grande no lo es todo ¿sabes?, quizás tarden un poco más en salir, pero eventualmente lo harán y con mayor aplomo.

—Cuando quieran salir ya no tendrán recursos para hacerlo.

—Precisamente, quizás salgan al espacio en busca de recursos.

—Ay no seas iluso, sabes que no pasará, estoy segura que
cuando regresemos los descubriremos pintando cuevas aún.

—Pero no seas tan negativa…

—¡Cariño! olvidas que yo soy el Ying de tu Yang.

—¿Y que me dices de los cerebros reproductivos de Aldebarán?, aún no hemos dilucidado ese asunto por completo.

—¿Vas a insistir con eso? —ella hizo un mohín.

—Pero ya dominan cinco sistemas estelares —y enfatizó— ¡Cinco!

—Pero tienen milenios estancados en esos cinco, ya lo habíamos discutido antes, dejaste que controlaran sus impulsos sexuales demasiado bien y ese fue tu error, ahora son inmortales y no sienten grandes necesidades de reproducirse salvo de vez en cuando para reemplazar a algún individuo que muere por accidente. Están demasiado cómodos, ya no avanzan.

Ambos callaron un momento una brisa suave movió los cabellos de ella.

Finalmente ella habló.

—¿Y bien? ¿Gané?

La miró a los ojos y se sintió muy cansado.

—¿Sabes porque ganas? Porque eres una porfiada.

—¡¿O sea que gané?!

—Sí, lo admito, ganaste.

Ella se puso a dar brincos de alegría y gritaba yujus y yupis.

—El Papa se equivoco, el Papa se equivoco, el Papa se equivoco —repetía como una loca mientras meneaba el trasero.

—¿Quieres dejar en paz al pobre Papa?, no se equivoco, o es que olvidas que yo soy el creador y tú lo creado, hay una parte mía incluso en ti, no olvides a Tolkien, o sea que incluso cuando tu ganas yo gano, así que el Papa no se equivocó.

—No me vas a echar a perder la fiesta con ese discurso barato —respondió ella con fingido desprecio mientras continuaba bailando frenética al ritmo de su canción.

El se puso de pié con una sonrisa en los labios, igual que un viejo que ríe de las locuras de una niña traviesa.

—¡Hey! ¿A donde crees que vas?

—Me voy, el juego terminó y estoy muy cansado.

—Creí que habías descansado el tercer día, ¿lo ves? el Papa se equivoco en eso también.

—¿Quieres hacer el favor de callarte?

—Escucha —dijo mientras lo alcanzaba cuando tomaba la oscura autopista —he estado pensando que he aprendido algo en estos años, y creo que el problema básico fue la física, eso de que la velocidad de la luz fuese tan alta facilitaba las cosas al principio, pero definitivamente lo embarraba todo al final, además tienes que reconocer que eso de que la relatividad y la quántica no calzaran nunca los tenía que volver locos.

—Sí calzaban, sólo tenían que esforzarse un poco más.

—Estas mintiendo, a ver explícamelo.

—¿Justo ahora?, estoy cansado.

—Mira pienso que ya he aprendido lo suficiente y que la próxima vez podrías dejarme a mí crear el universo.

—¿Tu?, bonito universo te quedaría, no sabes ni como era que cuadraban la relatividad y la quántica.

—¿Pero por lo menos lo iniciarías igual que este?, me encanto esa explosión.

—Sí, sí, esta bien, muchas explosiones al comienzo.

—Bueno, explícame como era que cuadraban la relatividad y la quántica.

—Ya te dije que estoy muy cansado ahora, creo que voy a dejar de existir un buen rato.

—Bueno esta bien te dejo en paz, sólo una última cosa, por fin ¿juegas a los dados si o no?

—Que chiste tan malo.

Ella continuó con su bailoteo y su alharaca y él dejó que se adelantara un poco, entonces se volteó y con cierta nostalgia vio brillar a lo lejos las luces mortecinas de lo que una vez fue una ciudad.

—Quizá puedan salir de esta después de todo —dijo él en silencio— quizá, si logran olvidarnos…

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Espero que les haya gustado, no olviden dejar su opinión 🙂

La ilustración es “Desert Road” por Nepenthes.

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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