El Cerebro del Filósofo por Vladimir Vasquez F.

Anoche por fin me decidí a escribir esta historia que tenía días dándome vueltas en la cabeza desde hace días, terminé esta madrugada, antes de irme a acostar le di una primera lectura y me gustó lo que leí.

Hoy lo leí nuevamente y corregí y agregué algunos detalles que me parecieron que necesitaban pulirse; pero en general sigo pensando que me quedó una buena historia.

Entonces de inmediato surgen las inseguridades, pensar que voy a tomar el cuento y lo voy a guardar un tiempo pra continuar puliéndolo, que lo voy a enviar a algún amigo para que me ayude a corregirlo, etc.

¿Para qué? ¿No tengo este blog? ¿Por qué suponer que todo lo que voy a escribir en el blog tiene que ser perfecto? Y ¿cuando se supone que voy a escribir algo perfecto? Así que aquí les dejo esta historia seguramente plagada de errores que espero me ayuden a corregir con sus críticas 🙂

brain_by_Mateu

Brain de Mateu

El Cerebro del Filósofo

I

¿Quién iba a pensar que un cerebro de elefante, dos cerebros de vaca, un cerebro de caballo, y media docena de cerebros de pollo me iban a permitir volver a hablar con el abuelo?…

Aquella tarde me encontró arrastrando al pobre viejo en un maletín, por aquella avenida, la misma avenida por donde él había caminado durante tantos años. No pude evitar preguntarme si alguna vez en el futuro le darían a aquella avenida el nombre de mi abuelo, así como la gente de Konigsberg había hecho con Kant tantos y tantos años atrás; después de todo, ¿Por qué aquella avenida era llamada Moran? ¿Quién fue Moran?

Pero no me engañaba, los venezolanos nunca habían sido muy dados a la filosofía y el único chance que alguna vez tuvo el viejo de alcanzar la inmortalidad estaban en los cerebros de los animales que llevaba en aquellas maletas.

Toque a la puerta y esperé a que me abrieran, Eduardo, mi gran amigo, se asomó brevemente por la ventana del frente (vivimos en Venezuela, tenemos que ser desconfiados ¿no?) abrió la puerta y me ayudó con las maletas.

-¿Trajiste todo lo que te pedí?

-Incluyendo las células madre del viejo…

-¿Tenía guardadas células madre el maldito?

-¿Puedes creerlo?

-Un hombre adelantado a su época, cuando me dijiste que podías obtenerlas no te creí, un tipo de su edad, pensar en esa clase de cosas…

-Era un filósofo, un hombre del renacimiento viviendo entre nosotros…

-Entré salvajes – me dijo con sorna pero no sin razón.

-Salvajes… -susurré un poco triste- dejar que un genio como el muriera de esta manera…

-¿Tienes el cerebro allí? – Preguntó Eduardo yendo al punto.

Puse el maletín sobre una de las mesas del laboratorio y lo abrí con cuidado, en su interior se encontraba el cerebro de mi abuelo, Javier Robledo, uno de los filósofos más reconocidos durante la primera mitad del siglo XXI, un sujeto que dio brillo a la filosofía venezolana, y otro de los desgraciados que había sido víctima del Alzheimer…

El cerebro estaba congelado en una solución que reemplazaba la sangre y no se expandía al igual que el agua al congelarse, permitiendo así una casi perfecta preservación de las células.

Lo saqué de la pequeña cava con hielo seco en que lo llevaba y lo introduje en un pequeño congelador que Eduardo tenía para tal menester.

-Tenemos que trabajar rápido – le dije – los cerebros de los animales no están en tan buen estado, los compré esta mañana.

-Aguantarán – respondió Eduardo poniendo a punto su instrumental y conectando el congelador en donde estaba el cerebro del abuelo a su maquinaria – puedes ir adelantando si quieres, toma los cerebros más pequeños, los de los pollos, el caballo y la vaca, y límpialos con una solución de retrovirus; queremos que eliminen cualquier traza de ADN que haya en las neuronas – me señaló el frasco con la solución mientras continuaba afanándose con las mangueras los cables, las tripas y demás aparataje – no queremos que las memorias de esos animales se mezclen con la de tu abuelo ¿o sí?

-Y… ¿el cerebro del elefante? ¿No lo limpio también? ¿Vamos a dejar que las memorias del viejo se mezclen con las del elefante?

-Aunque no lo creas estoy casi seguro que vamos a necesitar algunos de los recuerdos del elefante, si el Alzheimer de tu abuelo fue tan severo como imagino, vamos a tener que hacer una mezcla muy particular y tú no tienes la experiencia para saber que limpiar y que dejar.

La limpieza de los cerebros resultaba relativamente sencilla, uno mezclaba algo de la solución de retrovirus con una mezcla nutricia y los nanites que estaban mezclados con los retrovirus los preparaban para la tarea, luego se sumergían los cerebros en aquella mezcla y los retrovirus que estaban previamente programados para ello entraban en las células cerebrales y eliminaban todo lo que no necesitábamos, es decir el ADN neuronal, donde estaba la memoria de aquellos desgraciados animales. Los retrovirus incluso se reproducían utilizando las células del cerebro, mientras tanto los diminutos robots actuaban como un extraño y muy particular sistema de defensa, dejando que los retrovirus actuaran, pero cuidando que las mutaciones (que eran inevitables) no se salieran de control y comenzaran a dañar la estructura de los órganos.

-¿Sabías que fue Asimov por allá a mediados del siglo XX quien por primera vez sugirió que el ADN neuronal era la base de la memoria? – Me preguntó Eduardo mientras continuaba realizando conexiones tirado en el piso sucio y lleno de sangre.

-Otro hombre adelantado a su época.

-¿Te imaginas si alguien hubiese salvado ese cerebro?

-No solo el suyo, tantos otros genios que hemos perdido en el camino…

-Nos quedan sus libros…

-Claro, eso es mejor que nada.

-Pero la idea de utilizar los cerebros como computadoras no fue de Asimov, ¿sabes de quien fue?

-¿Sturgeon? – dije dudando.

-¡¿Sturgeon?! ¿No fue Silverberg? Ahora me has hecho dudar…

-¿Sturgeon no se ganó el Hugo con eso?

-¡No! ¡Fue Silverberg! O eso creo…

-Yo tampoco estoy seguro. Esto está funcionando bien ¿puedo ayudarte en algo más?

-Ya estoy listo – dijo poniéndose de pie y limpiándose algo del polvo, la mugre y la sangre que se le habían pegado – vamos a conectar los cerebros que trajiste para que comiencen a alimentarse y respirar, luego necesitaremos las células madres de tu abuelo… – se interrumpió – un hombre de su época pensar en algo así, un maldito genio; nos ha ahorrado un montón de trabajo. Con eso conseguiremos reemplazar el ADN animal con el suyo.

Trabajamos un rato conectando los cerebros de forma rudimentaria, conexiones de alimentación y de respiración, algunas mangueras, mas nanites, etc. Ninguna conexión nerviosa por el momento, aún no los necesitábamos.

Al terminar nos dedicamos de nuevo al cerebro del viejo, mejor dicho se dedicó Eduardo, no me dejó tocarlo. Necesitábamos que el cerebro comenzara a calentarse y necesitábamos saber cuánto de aquel cerebro iba a sernos de verdadera utilidad.

Eduardo introdujo el cerebro en un tanque de templanza, para comenzar a darle al órgano la temperatura adecuada, lo conectó a mangueras de alimentación y respiración en donde millones de microscópicos robots harían las veces de células rojas transportando oxígeno.

Al mismo tiempo algunos otros de esos microscópicos nanites nos darían una visión del estado de aquel cerebro y nos ayudarían a analizar qué tanto de la mente de mi abuelo había sobrevivido en aquella masa de neuronas.

El oscuro taller de Eduardo se iluminó con un enorme holograma que mostraba las partes mas internas de aquel cerebro. Me sorprendió la calidad y resolución del holograma, Eduardo se conseguía unos aparatos increíbles.

-Las partes mas básicas parecen encontrarse relativamente bien, la enfermedad por lo general deja en paz estas zonas; lo cual tristemente se traduce en que el individuo puede vivir con la enfermedad por mucho tiempo a pesar de que se siente cada vez peor.

-¿Entonces no vamos a utilizar los cerebros de pollo?

-Claro que si, solo significa que no los utilizaremos en muchas de las funciones mas básicas, pero observa aquí y aquí – Dijo señalándome algunas secciones que no aparecían muy bien en el holograma – esto no podemos verlo bien porque los nanites no han podido penetrar bien, debe haber problemas con los vasos sanguíneos de esas áreas, allí utilizaremos a los pollos.

-Nos bastará con uno creo, esas áreas que estamos perdiendo son mínimas.

-No te creas, aunque neurona a neurona nos parezcan lo mismo, la forma en que la mente humana utiliza el cerebro es muy difícil de imitar con cerebros animales, así que utilizamos sobreingeniería y le damos espacio de sobra y redundante para ejecutar todas las funciones que quiera una y otra vez.

-Entiendo.

La sangre ya está fluyendo con normalidad en las capas medias, mira – dijo mostrándome algunas zonas que los instrumentos habían destacado en rojo – nada de esto es útil.

-Había perdido prácticamente el uso del habla y tenía años que no caminaba de forma normal – le expliqué reconociendo que buena parte de las áreas del habla y el control motriz estaban en mal estado.

-Aquí es donde nos serán útiles los cerebros de los mamíferos superiores, usaremos el cerebro del caballo para simular las zonas motrices humanas y el cerebro de la vaca para simular las zonas del habla.

-¿Cómo funcionaría? ¿Mi abuelo va a pensar que camina en cuatro patas y va sentir que muge como una vaca?

-No, para nada, evidentemente los patrones neuronales que podemos conseguir con un cerebro de caballo o de vaca son muy sencillos al compararlos con la complejidad del cerebro humano, pero no toda la zona del control motriz está dañada, al igual que la zona del habla que tampoco está inútil, lo que tenemos que identificar es en donde se parten los patrones neuronales e intentar imitarlos en los cerebros animales.

-Una suerte de bypass mental entre varios cerebros…

-Exacto – dijo Eduardo mientras pasábamos a estudiar la corteza cerebral – ahora viene la parte mas triste, esto era la parte humana de tu abuelo, la corteza cerebral era donde estaba su personalidad, donde se estructuraban sus recuerdos, donde procesaba sus pensamientos mas complejos.

-Los nanites no han señalado nada, ¿significa que está bien ¿no es cierto?

Eduardo me miró por un momento, como dudando de decirme o no.

-Tu viejo estuvo consciente durante toda su enfermedad, en ocasiones esta enfermedad sume a los ancianos en una placida estupidez, pero lamentablemente no fue el caso de tu abuelo…

Cuando Eduardo me dijo aquello se me hizo un nudo en el corazón.

-Incapaz de expresarse, de movilizarse, o de entender el mundo que le rodeaba, tu abuelo se volvió al interior de su propia mente, dedicado a repetir una y otra vez episodios de su vida.

-Pobre hombre, ¿cómo es posible que en este país sigamos sin hacer nada con este tipo de enfermos?

-Un genio como él merecía algo mejor, pero no ganamos nada quejándonos – señaló una zona muy ampliada del cortex, allí las neuronas parecían estar fuertemente interconectadas y reforzadas – Esto es lo que llamo una aberración de Alzheimer, no es muy común, pero en ocasiones las personas como él desarrollan estas… ¿cómo explicarlas? La mente de tu abuelo estaba intentando reemplazar lo que había perdido en las zonas mas primitivas del cerebro con interconexiones de la corteza cerebral; pero es imposible, pero aunque no lo creas, el sufrimiento que pasó tu abuelo podría trabajar a nuestro favor.

-¿En qué forma?

-Decíamos que crearíamos un bypass mental, pues estas aberraciones son como mapas de cómo debemos hacerlo, tu abuelo dedicó mucho tiempo a intentar recordar cómo caminar y cómo hablar; si analizamos con cuidado cómo se veía el mismo caminando y hablando podremos realizar el bypass con facilidad.

-Da gusto saber que el anciano no sufrió en vano.

-Es hora de conectarlo, no tenemos idea de cómo estaba conectado su cerebro al resto de su cuerpo, pero no importa, crearemos un cuerpo virtual y dejaremos que su subconciente lo adapte – murmuró Eduardo, pero debo admitir que en este punto yo ya no entendía la gran cosa.

-Pensé que utilizaríamos el cerebro de elefante para reemplazar partes de la corteza cerebral, pero todo parece estar bien.

-Sí, esa era la intención principal, pero no tendremos necesidad de ello afortunadamente, sin embargo sí usaremos el cerebro del elefante, tengo muchos cerebros aquí, cerebros de ballena y de gorila incluso, pero no creo que sea suficiente para procesar todos los recuerdos de tu abuelo con suficiente rapidez, así que el cerebro del elefante nos ayudará a correr toda la simulación y a ayudar allí donde no alcancen las funciones de los órganos de los otros animales. Aún con la memoria de un elefante pienso que dejar todo esto listo nos tomará días…

-¿Días? – por un momento pensé en quejarme, pero mi abuelo merecía mas que eso – entonces continuemos, el tiempo apremia.

-Cambia la solución limpiadora en que están los cerebros de animales con una formula de nanites de alto nivel, es mas costosa, pero los pequeños robots son capaces de obedecer instrucciones muy complejas y realizar las conexiones que tu abuelo necesitará.

-¿Qué hacemos con el cerebro del elefante?

-Yo me encargaré de eso – dijo poniéndose manos a la obra.

Los avances en nanotecnología habían cambiado radicalmente la neurocirugía, conectar y desconectar neuronas, e incluso conectar distintos cerebros a distancia.

El mundo había cambiado de forma similar a cuando aparecieron las primeras computadoras personales, pero quizá de forma aún mas rápida, después de todo, los cerebros estaban disponibles con una facilidad aún mayor que los microprocesadores.

-Vamos a necesitar ayuda, conectémonos – dijo Miguel al terminar de conectar el cerebro del elefante a su red.

Apagamos el holograma e insertamos varios catéteres en nuestro torrente sanguíneo, pronto y sin que lo notáramos los nanites invadían nuestros cuerpos, creando conexiones por millones entre nuestro sistema nervioso y la red de redes. Entramos en un sueño virtual, una representación idealizada del cerebro de mi abuelo se presentaba ante nosotros. Nuestro trabajo era guiar a los nanites; Eduardo se ocupaba de las conexiones cerebrales mas evidentes creando programas automatizados que unirían las partes mas simples del cerebro con los cerebros animales.

Mientras tanto yo me ocupaba del trabajo mas delicado de identificar recuerdos similares o relacionados en el flujo de ADN del cerebro. El sueño virtual traducía el complejo canto de azucares y aminoácidos en recuerdos visuales, auditivos, olfativos y táctiles. Sorprendentemente descubrí que mi abuelo no solo era un hombre organizado durante su día a día, la forma en que estaban organizados sus recuerdos también obedecían a un orden específico. Recuerdos importantes y muy básicos daban lugar a cadenas de recuerdos menos importantes y mas complejos. Detalles de su niñez como aprender a montar bicicleta se concatenaban con los cumpleaños, los juegos con los amigos de la infancia, su madre, su padre, etc.

El avatar de Eduardo se me acercó.

-Con el instrumental que teníamos en mi taller no habríamos terminado nunca, pero nos ha llegado ayuda de la red, no te imaginas el tipo de gente que se ha movilizado simplemente al invocar el nombre de tu abuelo, es increíble pensar que era un desconocido en el país y en cambio en el extranjero era bastante famoso.

-Nadie es profeta en su tierra – le dije – pero he llegado a la parte difícil, estos recuerdos de acá, son sus recuerdos de universidad, yo entiendo filosofía y matemáticas, pero esto definitivamente me supera, ya no puedo juzgar que tiene lógica y que no, ya no sé como encajan unos recuerdos con otros, y estos parecen ser fundamentales pare él – le dije señalando la forma vívida en que algunos pasajes de libros estaban como escritos en carne viva en sus recuerdos.

-No importa ya en la época existían excelentes registros, tenemos todo el pensum de lo que estudió, tenemos incluso archivos de lo que leyó en la biblioteca.

-¿De qué nos sirve eso? ¿Cómo sabemos que realmente leyó esos libros? ¿Cómo sabemos que los recordaba para la fecha en que murió?

-Pues no lo sabemos, pero simplemente introducimos todos los libros que podamos, no creo que le haga ningún mal recordar a la perfección recordar algunos de estos libracos – dijo estudiando las inmensas listas.

-Pero sería innatural, estoy seguro que el recordaba al detalle muchos libros, pero no creo que los recuerde a la perfección a todos ellos, ¿no alterará eso a su personalidad?

-Por supuesto que sí, pero no podemos esperar reproducir su personalidad de forma idéntica, acaso podemos esperar a aproximarnos lo mejor que podamos. Y yo preferiría que recordara todos los libros que necesita antes de dejarlo sin un concepto que sea fundamental para su forma de pensar, además estoy seguro que si introducimos alguna ideología que el rechace de plano, su personalidad rechazará el recuerdo una vez esté completamente formada, no te preocupes por eso.

Hicimos como decía Eduardo e insertamos libro tras libro, me sorprendió ver como efectivamente había libros que eran absorbidos instantáneamente y encajaban en el paisaje mental a la perfección, mientras que otros libros sencillamente rebotaban o peor aún eran completamente borrados. Pero también note que se estaban creando recuerdos nuevos, como si el cerebro viera la oportunidad de aprender algo que le interesaba y lo colocaba en una zona nueva que no había tocado hasta entonces.

-No importa lo que digan los registros, es claro que mi abuelo nunca leyó algunos de estos libros.

-Creo que nos pasa a todos, yo mismo tengo una larga fila de libros a la espera, estoy seguro que tu abuelo agradece poder “leerlos” de este modo.

-Espero que tengas razón.

Y poco a poco, casi sin que no diésemos cuenta, la mente comenzó a funcionar, Eduardo creó una proyección de los cerebros dentro del sueño virtual.

-Observa – me dijo – todavía no puede funcionar a un nivel consciente, pero la personalidad se está formando, está familiarizándose de manera subconsciente con el “hardware” con que le hemos provisto, su subconsciente está formando las conexiones que necesita en los cerebros animales; muy pronto tendrás que ir a hablar con él.

Para mi asombro el subconsciente de mi abuelo comenzó a ordenar sus propios recuerdos a una velocidad sorprendente, aquella mente era como un inmenso rompecabezas en donde las piezas encajaban por sí solas a la perfección.

-Está sucediendo, mi abuelo está volviendo.

-Solo necesitaba un empujón – Eduardo me señaló unas nuevas formas que veíamos apenas – es el subconsciente de tu abuelo creando otro sueño virtual; tienes que alinearte con ese otro sueño y salir de este, tu presencia en ese mundo le dará a tu abuelo un ancla con la realidad y le permitirá darle mas fuerza a su consciencia, ve ahora.

II

Tal y como me dijo Eduardo, salí del sueño virtual que representaba el cerebro de mi abuelo y me alinee con aquel que el subconsciente de mi abuelo estaba creando; era muy rudimentario, algunos olores, algunos sonidos y algunas formas. Reconocí una calle, y no me costó inferir que se trataba de la avenida Moran, los árboles, las rejas del parque zoológico…

¿Dónde estaba mi abuelo? ¿Había conseguido imaginarse a sí mismo? Caminé a lo largo de la avenida y no me extraño encontrar al filósofo en el cruce con la avenida los Abogados. Estaba silencioso estudiándolo todo, como intentando entender lo que estaba pasando.

-Abuelo – me atreví a llamarlo, pero no se volteó, se notaba absorto en miles de pensamientos.

Sin embargo un pequeño niño apareció a su lado y lo llamó “Abuelo” era su representación de mi, en su sueño me estaba imaginando como un niño.

La voz de Eduardo me llegó como a través de un un antiguo teléfono:

-Este recuerdo puede no haber pasado nunca, pero él se está adaptando a lo que no entiende de este modo, recuerda, aún no está consciente, esta es su parte mas básica e instintiva, acércate pero con cuidado.

Me acerqué y lo saludé nuevamente.

-¿Abuelo?…

El niño que estaba cargando desapareció y me miró con ojos muy extrañados.

-Esto no es real ¿verdad? – Me preguntó – Pero tampoco es un sueño.

-Estamos dentro de una máquina abuelo, ella crea el sueño en nuestras mentes.

Asintió entendiendo.

-Me siento distinto – me dijo – de hecho no recuerdo bien como era.

-Poco a poco irás recordando mejor, tendrás que ir armando tus propios recuerdos como tú sientas que tienen sentido.

-Las cosas no parecen tener mucho sentido en este sueño, y eso último que dijiste mucho menos, uno no escoge sus recuerdos ¿o sí?

-Tú eres el filósofo, tú dime…

-Filósofo, cierto.

Bastó con que dijera eso para que nos viéramos transportados de inmediato a la biblioteca de la universidad (al otro extremo de la avenida) de repente comenzó a descartar libros y murmuraba:

-Inútil, basura, dañino, maligno, absurdo, ridículo –mientras los iba arrojando al suelo, entonces terminó, se volteó y sonrió – me gusta este sueño.

Nos vimos transportados a nuestra casa, en donde vivió durante tantos años.

-No caben – dijo señalando la inmensa cantidad de libros que se había traído de la biblioteca, pero entonces murmuró entendiendo – no importa, es un sueño…

Las dimensiones de la casa cambiaron y la biblioteca se extendió enormemente para que todos los libros entraran.

Entonces se volteó y me miró con una hermosa sonrisa.

-Todos esos libros, todos los libros que olvidé hace tantos años, están de nuevo aquí – se señaló la cabeza – todos los libros que debí leer y no pude, todos los libros que quise leer y nunca tuve tiempo; cada capítulo, cada párrafo, cada oración, cada palabra, cada letra, todo está aquí adentro.

Tenía una enorme sonrisa de oreja a oreja.

-Y hay mas libros ¿no es cierto? Hay muchos mas libros, y también puedo leerlos en un segundo si quiero…

Eduardo se comunicó conmigo nuevamente:

-Está adquiriendo consciencia nuevamente, pero hay algo mas, está intentando conectarse por sí mismo con la Internet, pero eso no es todo, hay millones de conexiones que están intentando conectarse con él también.

Lo que vi y oí entonces en ese sueño es bastante difícil de describir, como infinitas voces llamándolo “¡Javier!” el techo de la casa desapareció y el cielo se cubrió de rostros llamándolo “¡Javier!”

-¡Muchachos! – Les respondió – ¿Ustedes también están aquí?

-¡Sí! – Le gritaron – ven con nosotros, hay tanto que tienes que ver.

-Ya entendí – dijo mirándome – Estoy muerto y esto es el paraíso…

Y se elevó hacia las voces que lo llamaban y desapareció entre ellas. A mi alrededor el sueño virtual comenzó a deshacerse.

Desperté en el taller de Eduardo, él ya estaba despierto.

-Se ha ido – me dijo – No hay nada en los cerebros, están completamente vacíos.

-Estaba tan contento…

Eduardo sonrió.

-Hiciste lo correcto.

-Quédate con el cerebro ¿crees que te será útil?

-Sin sus memorias es poca cosa mas que un cascarón vacío, pero le encontraré utilidad sin duda, es un excelente cerebro.

Cuando salía a la avenida y me despedía de Eduardo me llegó como el murmullo de infinitas voces, “Gracias.”

Autor Vladimir Vasquez F. –> Lobo7922

¿Qué les pareció? ¿Notaron la influencia de Inception? ¿Está demasiado exagerado? ¿Les parece que está demasiado “grueso” lo de usar cerebros de animales muertos? ¿Qué les parecieron los diálogos? ¿Se perdieron en alguna parte? ¿Qué tal la tecnojerga? ¿Los interesó la historia? ¿Tuvieron que obligarse a terminar el cuento porque en algún punto se puso fastidioso?

Por favor espero sus críticas y comentarios.

Iba a pedir que me ayudaran a corregir los errores ortográficos y de puntuación, pero estoy seguro que no hace falta, deleitaos Nazis de la ortografía XD

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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