Después del Fin

Esta es mi participación en el Desafío del Nexus de Febrero, admito que los Post – Apocalíptico no es lo mío, pero intenté dar lo mejor de mi:

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Después del Fin

Autor: Vladimir Vasquez F.

La Civilización fue destruida de la forma mas absurda, pero los herederos de la humanidad aún sobreviven entre las ruinas, Delta y Frankie son una pareja de mutantes que está dispuesta a cualquier sacrificio con tal de alcanzar su objetivo

I

Los perros se lanzaron al río, debía significar que era seguro, o que al menos era más seguro que quedarse en esta orilla.

Se miraron por un instante antes de lanzarse al agua, como en todas las cosas Delta se lanzó primero, Frankie miró atrás por un instante para ver cuán cerca estaban las gallinas, vio unas plumas volar a unos 15 metros entre el follaje.

— Malditas gallinas…

Los perros le ladraron desde la otra orilla, como apurándolo, se lanzó al agua, la corriente lo sorprendió por su fuerza a pesar de ser un rio tan pequeño, eso lo puso nervioso, ¿dónde estaba Delta? Sacó la cabeza y la descubrió secando el rifle junto a los perros en la otra orilla, tenía una sonrisa de loca cruzándole el rostro de oreja a oreja, no, ¡no! pensó.

— ¡Corre! — Le gritó en cuanto se pudo poner de pie— ¡Tenemos que seguir corriendo!

— La corriente es demasiado fuerte esas gallinitas no podrán pasar, estamos a salvo — Con el largo cabello rubio chorreando y la ropa empapada Delta era una visión majestuosa y a pesar de la terrible situación Frankie no pudo dejar de notarlo.

— ¡No! Son demasiadas, ¡corre! — Pero claro, no era momento de decir esas cosas.

A la rubia la sonrisa se le borró al percibir el tono de angustia en la voz de Frankie, se terció el rifle nuevamente y comenzó a ascender la ladera del río, le tendió una mano a Frankie y juntos comenzaron a correr colina arriba.

Delta se detuvo a mirar por un instante a ver si las gallinas de verdad conseguían cruzar el río, las primeras no lo hicieron, pero la masa de las que venían atrás crearon un puente de cadáveres sobre las que cruzaron las otras, los hermosos ojos verdes de Delta se dilataron al comprender el inmenso número de aves que les estaba persiguiendo.

— ¿Lo ves? Ahora sigue corriendo.

Sin rechistar Delta continuó avanzando, los perros los llamaron selva adentro, aceleraron el paso.

En medio de la jungla se levantaba un árbol inmenso, Delta se lo señaló, los perros estaban esperando en la base del tronco. ¿Tan entrenados estaban que incluso habían aprendido aquel truco? A Frankie le costaba creerlo, pero la prueba estaba ante sus ojos, los perros incluso hacían señales de querer escalar el árbol por sí mismos.

Frankie lanzó el gancho a una de las ramas mientras Delta se amarraba al «Canelo», el perro negro, el más grande y pesado de los tres y comenzaba a escalar. Después de asegurar el gancho Frankie metió a la «Dorada», la perrita pequeña en el bolso y se amarró a la «Mezcla» que era la otra perra que también era muy grande pero no tanto como el Canelo.

A pesar del peso adicional Frankie subió al árbol con relativa facilidad.

— Tenemos que seguir subiendo.

— ¿Tú crees? — La rubia estaba un tanto cansada.

— Para que no nos huelan.

Subieron bastante alto del árbol y entonces las gallinas comenzaron a rodearlos…

Aquello era como un mar de plumas, los ruidos del bosque fueron sofocados por el continuado clo clo clo de las plumíferas.

— ¿Es que no tienen fin? — Delta no se lo podía creer.

Incluso el Canelo amarrado a su espalda emitió un quejido viendo aquello.

Frankie sintió algo, como si alguien lo estuviese mirando, desde arriba…

Volteó y efectivamente más arriba del árbol estaba un sujeto camuflado apuntándolos con un rifle…

Lo saludó en silencio con lentitud y tranquilidad, el sujeto respondió de forma similar pero no movió el rifle de posición. Le hizo señas de que subiera.

La cosa pintaba mejor de lo esperado, en otra situación ya tendría un agujero en la frente.

Delta siguió su mirada y también descubrió al extraño, la primera reacción de la impulsiva chica fue buscar el rifle que tenía en la espalda, pero Frankie la detuvo justo a tiempo.

El sujeto arriba les hizo señas que ni se les ocurriera.

— Lo lo siento, no sé en qué estaba pensando — Delta era adorable cuando se ponía nerviosa con sus ojos de largas pestañas parpadeando rápidamente sin saber a dónde mirar.

— No estabas pensando en nada — Frankie comenzó a escalar hacia el extraño, pero antes de alejarse se volteó y le dijo a la rubia— y no es la primera vez que eso pasa.

Delta hizo un mohín pero sabía que había metido la pata, era mejor no responder.

— Uno, dos, y ese monstruo que tu novia tiene en la espalda también, ¿puedes explicarme de donde sacaste tres perros? — El sujeto fue directo al grano.

— Simplemente digamos que los llamé y vinieron a mí…

El sujeto se sacó los lentes oscuros y miró a Frankie de arriba abajo— ¿mutante? ¿En serio?

Frankie no asintió pero tampoco lo negó, el otro tipo no cabía en su asombro.

— Había escuchado historias, pero es difícil creer que son ciertas. Uno espera ver a un monstruo de piel verde con antenas, pero resulta que eres igual que yo.

Frankie no pudo dejar de notar que el sujeto era blanco mientras que él era moreno, ¿iguales? Al menos no era racista, aquello era un avance.

— ¿Por qué no nos mataste? Tenías la ventaja, ¿por qué te arriesgaste con nosotros? — Frankie también sabía ir al grano.

El sujeto volteó el rifle y le mostró la recamara vacía. — Las balas son una comodidad cada vez más escasa en nuestros tiempos…

Frankie no pudo evitar lanzar una carcajada.

— ¿Vas a matarme tú a mi?

— Mi nombre es Frankie — dijo negando con la cabeza.

— Yo soy David ¿y la bonita rubia?

— Delta, mi mujer…

— Entendido — David comprendió muy bien el énfasis y la significativa mirada que le había dado Frankie.

— ¿Es verdad que no puedes matarme Frankie?

— Podría hacerlo si quisiera, pero sería muy desagradable para mí.

— Entonces es verdad, los mutantes son más humanos que los humanos.

Frankie no supo cómo responder a eso.

— Si puedes saber lo que estoy sintiendo, ¿cómo es que no descubriste que estaba aquí arriba?

— Por qué yo también estaba muy asustado.

Ambos rieron con eso.

Delta escaló hasta donde estaban los dos hombres.

— Estas gallinas no tienen fin — la rubia miraba hacia abajo intentando evitar la mirada de David.

— Había una granja de pollos no muy lejos de aquí, este debe ser el grupo principal.

— Lo sé conocemos esta zona. — Reconoció Frankie— Pero nunca pensé que se hubiesen extendido tanto.

— No hay nadie en kilómetros para ponerles algún control, si continúan así muy pronto dominarán toda esta región.

— Malditas gallinas — murmuró la rubia.

— Véndeme uno de los perros, el pequeño que tienes en la espalda.

De inmediato la Dorada se encogió dentro del bolso entendiendo perfectamente el sentido de la conversación.

— Lo siento, ya forman parte de mi familia y además ¿quién te asegura que uno de estos perros te seguiría?

— De verdad necesito otro par de ojos, o mejor dicho otra nariz, llevo demasiado tiempo sin dormir en paz — David dudó por un momento mientras miraba en los ojos de Delta y Frankie— Llévenme con ustedes, yo puedo ayudarlos y ustedes podrían ayudarme, juntos…

Delta miró a Frankie y meneó la cabeza.

— No te gustaría el lugar a donde vamos… — Frankie dejó las palabras colgar.

— En estos tiempos en todas partes es una porquería, ¿a donde podrían ir ustedes que sería tan malo?

Delta apuntó hacia el norte en donde a lo lejos comenzaban a brillar unas luces.

— ¿Van a la base? ¿Quieren ser esclavos? ¡Porque eso es lo que van a hacer con ustedes! Convertirlos en esclavos, eso es lo que hacen los militares, transforman a cada criatura con la que se atraviesan en esclavos. — Ni Delta ni Frankie respondieron— No sean estúpidos ¿no han escuchado las historias? ¿Eres un mutante? ¿Sabes lo que siente esa gente? ¿Sabes la clase de mentalidad que tienen?

— Hay un modo de entrar sin que nos descubran…

— ¡Delta! — Frankie no podía creer que la rubia soltara aquello de ese modo.

— Lo necesitamos Frankie, el nos necesita y nosotros lo necesitamos a él, si es que queremos conseguirlo.

— ¿Conseguir qué? — David no podía concebir que hubiese una razón para querer entrar en el infierno que era la base— ¿balas? ¿Otro perro? ¿Quieren rescatar a alguien?

— Tan solo digamos que tenemos un modo de entrar y salir sin ser descubiertos, y que hay algo muy valioso que queremos obtener allí.

— Y que apreciaríamos mucho la ayuda de alguien más…— -remató la rubia.

David negó con la cabeza— Lo siento amigos, pero no estoy tan loco.

Frankie y Delta se miraron a los ojos y pensaron: «nosotros sí».

II

Esa noche durmieron en el árbol, no hicieron guardia porque sabían que nadie desafiaría el dominio del territorio de las gallinas. A la mañana siguiente bajaron del árbol, las aves habían pasado, dejando el terreno arruinado, cada brizna de hierba había desaparecido ante los pisotones, pero detrás de si las criaturas habían dejado un botín de huevos, muchos aplastados y destruidos, pero algunos pocos enteros y completamente comestibles.

— Con todas las vitaminas y los minerales — dijo David sacando algunos del suelo. Viendo que Delta y Frankie no reían de su broma les dijo— ¿entonces no hay manera de que me vendas un perro?

— Ven con nosotros y deja que se acostumbren a ti.

David evadió la mirada de Frankie y negó con la cabeza.

— Pero hay una alternativa — les dijo— vengan ustedes conmigo y olviden esta locura, ¿qué puede haber en ese infierno que valga la pena arriesgar sus vidas o su libertad?

La pareja no respondió excepto por la negativa de sus cabezas.

— Adiós entonces, y que tengan suerte.

— Hasta luego, estoy seguro que un día nos volveremos a encontrar.

— Eso espero.

Delta ni siquiera quiso verlo marcharse.

— ¿Y ahora qué haremos? — la rubia estaba a punto de llorar.

— Seguimos con nuestro plan, nuestras posibilidades son las mismas de antes.

— Eso quiere decir que son muy pocas.

— ¿Quieres retroceder? Todavía estamos a tiempo de alcanzarlo…

Delta negó con la cabeza.

Llamaron a los perros que volvieron con los hocicos llenos de restos de huevos y se pusieron en marcha hacia el norte pero intentando evadir el camino por donde habían ido las aves.

III

Esa noche llegaron al río, una pequeña playa de arena, y no muy lejos de allí la base. No les costó mucho encontrar la entrada a los túneles por los que habían escapado unos años atrás. Tal como Frankie había imaginado, un soldado cuidaba la entrada, un mutante, ambos lo supieron de inmediato.

Los mutantes no eran exactamente telépatas, pero podían leer los movimientos de una persona o un animal, sus gestos, su respiración, su actitud en general y adivinar mucho mejor lo que estaba pensando.

— Voy a matarlo desde aquí — anunció la rubia posicionando su rifle.

— Es uno de mis clones, quizá él también pueda sobreponerse al condicionamiento.

— No lo creo, ¿por qué arriesgarnos?

— Quédate aquí y mantente atenta, si intenta atacarme, ya sabes que hacer.

— Frankie ¿por qué arriesgarnos?

— Podría ser el aliado que necesitamos.

— Es un mutante, es un esclavo, no puede cambiar eso.

— Nosotros también somos mutantes, también fuimos esclavos y míranos ahora…

Delta dejó que se fuera.

El hombre podía ser enorme pero se movía silencioso, los perros con gran habilidad y sin ser vistos se formaban alrededor del soldado.

— Te tenemos rodeado — suelta el arma y aléjala de ti.

Pero el mutante no obedeció, aferró su sub-ametralladora y comenzó a buscar en la dirección de donde provenía la voz, pero Frankie ya se había movido, tomó una piedra y la hizo sonar en la dirección contraria por donde se estaba acercando al otro mutante. Este se volteó a mirar en la dirección del sonido y de inmediato Frankie saltó sobre él desde atrás y le puso el cañón de la escopeta en la base del cráneo.

— Yo soy un mutante igual que tú, y sin embargo conseguí librarme de su control, yo fui capaz de entenderlo por mí mismo, ¿puedes hacerlo tú?

Frankie no veía el rostro del otro mutante, pero sabía por lo que estaba pasando, desafiar los años de condicionamiento, pensar por sí mismo, cambiar lo que le habían dicho que era su naturaleza, ¿podría conseguirlo aquel mutante?

La presa que el soldado tenía en torno a su arma se aflojó y pareció que lo conseguiría, pero de pronto la volvió a tomar con más fuerzas y con espuma en la boca se volvió gritando:

— ¡Traidor!

Desde el bosque se escuchó el disparo del rifle de Delta y la cabeza del soldado mutante estalló. Frankie no pudo más que sentir compasión por aquel pobre ser incapaz de pensar más allá de sus limitaciones, pero al mismo tiempo se alegraba de saber que su miseria había terminado.

— ¿Estás bien Delta?

— No sintió nada cuando lo maté — Pero la rubia tenía lágrimas en sus ojos.

Penetraron en los túneles, tan oscuros y tan hediondos como la primera vez que habían pasado por ellos años atrás, les trajo el recuerdo del miedo que sufrieron en aquellos días pero también recordaron la maravillosa sensación de descubrir la libertad.

Avanzaron en silencio prestando atención a los sonidos, el agua que goteaba, los chillidos de los roedores, el jadeo de los perros y sus propios pasos, lentos y amortiguados a propósito. Frankie iba una docena de pasos por delante con la katana en una mano y la escopeta recortada en la otra. Mientras Delta venía detrás con el rifle de largo alcance preparado para disparar en cualquier momento. Los perros grandes iban con Él, La Dorada iba detrás de Delta cubriendo la retaguardia.

El mutante se detuvo y le hizo señas con la mano de que contuvieran la respiración. Por un momento la rubia no escucho nada pero entonces lo descubrió, ya no se escuchaban las ratas, ¿qué las había asustado? Frankie apuntó con la punta de la katana hacia delante a la derecha como a las dos y media, los perros mostraron los dientes, Delta intentó afinar la vista pero no podía ver nada, cuando de pronto notó algo, una sombra más oscura al fente, una perturbación en un pozo de agua por la izquierda, ¿cuántos eran? y entonces el brillo de un par de ojos demasiado cerca de Frankie.

Una sombra sinuosa saltó sobre el enorme mutante, un felino negro como la noche demasiado grande para ser un gato, demasiado pequeño para ser una pantera. Frankie no tuvo tiempo de golpearlo con la espada ni de dispararle con la escopeta, soltó ambas armas e intentó arrancarse a los golpes a la criatura que tenía encima clavándole mordiscos y tajos.

Delta intentaba inútilmente tener un blanco claro en medio de aquella refriega cuando sintió que otra criatura brincó sobre su espalda, las garras se clavaban inmisericordes en su carne, la rubia se sacudió al animal, pero este subió nuevamente casi de inmediato, Delta Cayó al suelo pero justo entonces sintió unas patas pequeñas y mas gentiles caminar sobre ella. Con una furia terrible La Dorada se enfrentaba al oscuro felino que la atacaba, la diminuta canina emanaba una furia que intimidó incluso a la mutante, el felino por su lado no parecía intimidado, pero la distracción le sirvió a Delta para concentrarse, sacar el cuchillo y partir de un tajo a su enemigo.

Se volteó a mirar a Frankie quien había recuperado la escopeta recortada, el eco de dos disparos inundó aquellas silenciosas cloacas, y dos oscuras siluetas dejaron de moverse. Frankie estaba chorreando sangre al igual que los perros, Delta no sabía decir si propia o de sus enemigos, imaginó que ella luciría igual o peor.

— ¿Qué son estas criaturas? — preguntó asombrada.

— No lo sé, mas experimentos genéticos, pero no tenemos tiempo para quedarnos a averiguar, esos disparos se escucharon hasta muy lejos, tenemos que correr, que no nos agarren aquí, que no nos descubran en esta condición.

Echaron a correr y cuando estaban doblando en una esquina efectivamente escucharon como se abría una cloaca y se proyectaba la luz de una linterna.

— ¡Deténganse de inmediato! — Una voz que ordenaba sin reticencia, la esclava que una vez fue Delta quería obedecer, pero la nueva mujer de ahora tan solo corrió con más fuerza.

Corrieron, corrieron como perseguidos por el diablo porque efectivamente así era. A lo lejos se escuchaban unas voces gritando órdenes, seguras de ser obedecidas, seguras de que no había ningún peligro para su dominio. Pero los mutantes y los perros no se detuvieron.

Detrás a lo lejos escucharon unos disparos, pero la oscuridad no permitió que hicieran blanco, las pisadas se escuchaban a sus espaldas cada vez más lejos, pero cuando pensaron que los habían perdido, otra alcantarilla se abrió justo delante de ellos, tuvieron poco tiempo para esconderse, se pegaron a la pared cuanto pudieron y se mantuvieron muy tranquilos intentando respirar lo mas suavemente que el cansancio les permitía.

Uno, dos, tres, los fueron contando a medida que bajaban, cuatro soldados bien armados, tenían una pequeña ventaja mientras su vista se adaptaba a la oscuridad, Frankie sabía que debía actuar rápido, Delta ni siquiera lo pensó y voló la cabeza del que tenía más a la derecha con un disparo del rifle, la katana de Frankie cercenó la cabeza del que estaba al extremo izquierdo y con un solo movimiento se clavó en la espalda del que iba a la vanguardia, él último soldado intentó apuntar a Frankie pero los perro ya estaban encima de él y el mutante lo remató con rapidez.

Por supuesto el nuevo disparo reveló su posición a sus anteriores perseguidores quienes de inmediato comenzaron a escucharse más cerca, al igual que mejoraba la puntería de sus disparos. Arrancaron a correr nuevamente, intentaban las rutas más aleatorias y carentes de lógica para confundir al enemigo, a lo lejos escuchaban nuevas alcantarillas abrirse y nuevos soldados entrar en las cloacas. Los perros eran astutos, se rezagaban, ladraban para atraer al enemigo y entonces corrían en otra dirección, para reunirse con el grupo posteriormente por otra ruta. Así los enemigos eran confundidos y desviados.

Escuchaban los gritos y las órdenes, los disparos a ciegas, pero cada vez más lejos, lo peor había pasado.

Las cloacas bajo la ciudad eran como un laberinto, uno que ellos conocían demasiado bien, aflojaron el paso, si bien se había desvanecido el factor sorpresa, la posibilidad de que los encontraran se hacía cada vez más pequeña mientras continuaran moviéndose.

Siguieron caminando hasta bien entrada la noche, la luz que se filtraba por las alcantarillas era prácticamente nula, alcanzaron una caverna natural en la que se habían escondido en el pasado y donde finalmente se detuvieron a descansar y revisar sus heridas. En su mayoría eran menos graves de lo que habían pensado en un principio a excepción de una herida en el abdomen de El Canelo que tenía mala pinta. El perro se mantenía acostado y se dejaba revisar pero gimió lastimosamente cuando Frankie le aplicó el desinfectante.

— ¿Crees que empeore?

— No, El Canelo es fuerte, lo he visto recuperarse de heridas peores, pero creo que lo mejor será que descansemos aquí el resto de la noche.

— ¿Qué eran esos animales Frankie?

— Más experimentos genéticos, o alguna desafortunada mutación que los científicos del fuerte han aprovechado para su beneficio. — Frankie se acercó a Delta y la abrazó con fuerza.

— ¿Crees que estemos seguros aquí?

— La caverna es de una sola salida, los perros están entre la salida y nosotros. De seguro escucharán a cualquiera que se aproxime con mucha antelación. No es la primera vez que descansamos aquí, ¿no recuerdas este lugar? Lo llamábamos La Cueva del Lobo.

La rubia buscó entre sus recuerdos pero negó con la cabeza. Frankie la besó en la frente como un padre a una hija.

— No es de extrañar — le dijo— la pequeña mutante que le robé a la base hace tantos años era apenas una niña.

— Lo que sí recuerdo — Delta lo rodeó con sus piernas y le dio un largo beso en los labios— es que en esa época me besabas con más pasión…

— Recuerdas mal, déjame demostrarte lo que es verdadera pasión — Frankie la abrazó con fuerza y le comió los labios con una lujuria que había reprimido por días.

A la mañana siguiente la luz del sol se filtraba por las alcantarillas y por las rendijas de la cueva. No habían dormido mucho, pero se sentían contentos y esperanzados.

— Estamos en el límite oeste del fuerte, si nos movemos hacia el sureste toda la mañana, de seguro alcanzaremos el laboratorio. — Señaló Frankie en el mapa bajo un diminuto rayo de sol.

— Tenemos que ir con cuidado, si esas cosas son producidas en el laboratorio como creemos, es posible que haya más de ellas entre más nos acerquemos. El Canelo se ve bien, pero no creo que sea buena idea que tengamos un enfrentamiento de ese tipo hoy.

Se encaminaron por el sureste más atentos que nunca al movimiento de cada sombra y cada ruido inusual, avanzaban lentamente, pero se sentían seguros.

Sería media mañana cuando de pronto Delta se acercó a Frankie que caminaba adelante y le hizo señas de que escuchara apuntando hacia arriba. El silencio era absoluto, allí donde antes podían escuchar a lo lejos el caminar de la gente y el susurro de sus conversaciones, ahora ya no escuchaban nada. Y entonces escucharon algo que hizo que sus ojos se abrieran grandes como platos, hasta los perros gimieron un poco escuchando aquello. El demasiado familiar sonido del clo clo clo…

— Tengo que mirar.

— ¿Estás loco Frankie?

El mutante cerró los ojos y respiró profundamente intentando calmarse.

— ¿Y ahora qué hacemos? — preguntó Frankie sin conseguir calmarse lo suficiente.

— ¿Crees que esté muerto? — La voz de Delta temblaba un poco y las lágrimas se acumulaban en el borde de sus ojos.

Frankie guardó silencio un momento escuchando el interminable clo clo clo de arriba, a lo lejos se escuchó a una pobre mujer gritando de desesperación mientras las gallinas se movían excitadamente.

— Ya no hay manera de que podamos salir y mezclarnos con la gente de la ciudad, así que intentemos llegar por las cloacas hasta el laboratorio de clonación, y una vez que estemos cerca, podríamos arriesgarnos a salir.

— Pero sería una locura — a la rubia no le gustaba aquella propuesta— Las gallinas nos matarían.

— El Laboratorio aún está lejos y caminando por estas cloacas nos tomará buena parte del día, entonces quizá las gallinas ya hayan comido hasta satisfacerse y se vayan, o si no, ya veremos. ¿Qué otra opción nos queda?

Delta aceptó en silencio, con los labios apretados, sabiendo que no tenían alternativa.

Se pusieron en marcha nuevamente, caminaban silenciosos cada uno en sus propios pensamientos. En un par de ocasiones se tropezaron con pequeños grupos de gente que habían tomado las cloacas como ruta de escape, pero eran civiles a quienes no les importaba su identidad o propósito. Solo un niño que iba arrastrado de la mano de su madre exclamó maravillado:

— ¡Tres perros! Mamá, tienen tres perros.

Pero la madre no lo dejó admirar los animales mucho tiempo y continuó arrastrándolo a través de la cloaca.

En efecto alcanzar el laboratorio les tomó casi todo el día, cuando alcanzaron las alcantarillas que daban al edificio ya estaba bien entrada la noche. A lo lejos sobre sus cabezas se escuchaba el ruido de disparos encadenados.

— Si los militares están vivos, tal vez también él siga con vida.

— Estoy segura que si los militares continúan aquí es para protegerlo a él.

Escogieron una de las alcantarillas que sabían estaba en un callejón poco transitado y menos accesible, levantaron la tapa con todo el cuidado, pero eran afortunados, no había gallinas por ningún lado.

Salieron en silencio cubriéndose entre las sombras, se asomaron en una esquina, no muy lejos les llegaba el sonido de disparos y el infinito clo clo clo de los plumíferos.

Con los perros amarrados a sus espaldas se subieron a la azotea de uno de los viejos edificios que rodeaba el laboratorio. Desde el borde del techo vieron la terrible escena, la calle ensangrentada con los cadáveres de las aves y de los hombres, un grupo de gallinas que aunque había sido diezmado, continuaba siendo masivo, cubriendo casi cada centímetro de las avenidas. Y en el otro bando un grupo de pobres soldados que a todas luces ya habían comenzado a racionar sus disparos por falta de munición.

— ¡Mueran malditas gallinas! — gritaba uno de los soldados al borde la desesperación.

Como animadas por una sola voluntad las aves se lanzaron en masa contra la ventana desde la que el pobre hombre disparaba. Fueron rechazadas por una ronda de escopeta, pero pronto un nuevo grupo de los animales comenzaba a formarse alrededor del mismo punto.

De pronto uno de los esclavos mutantes saltó en mitad de las aves blandiendo dos machetes con los que destajaba a los animales a diestra y siniestra, en un instante cayeron más de 15 de los plumíferos pero casi instantáneamente fueron reemplazados por 30 adicionales, que rodearon a aquel pobre ser, el pico de cada gallina puede hacer muy poco daño, pero cuando docenas de ellas están rodeando una presa, la situación es muy distinta, pronto los machetes habían caído de las manos del mutante quien de rodillas gemía de dolor en un pozo de sangre.

— Ya no tenemos mucho tiempo, la voluntad de estos hombres está quebrada. — El mismo Frankie podía sentir como las gotas gruesas de sudor resbalaban por sus sienes y como le temblaban las manos al empatizar con los sentimientos de aquel pobre mutante. — Si todavía está vivo está allí adentro, así que debemos apresurarnos antes que sea demasiado tarde.

Delta de inmediato lanzó el gancho a una de las ventanas del Laboratorio y ambos se descolgaron por la cuerda hasta entrar a un pequeño cuarto. Bajaron a los perros y salieron al corredor con las armas preparadas, ya no les importaba mucho mostrarse abiertamente pues sabían que la mayoría de soldados estaban cuidando el perímetro.

— Debe estar en la sala principal, no solo es el lugar más seguro, sí no que además podría seguir trabajando desde allí. — dijo Frankie.

— Sería muy de él continuar trabajando en una situación como esta. — Aceptó la rubia— Es en el piso de abajo.

Efectivamente lo encontraron en el siguiente piso, tan ensimismado en su trabajo que ni siquiera los notó. Un hombrecillo delgado de barba y cabello blancos, enfundado en una bata del mismo color y un rostro plagado de profundas arrugas.

Frente a él flotaba la enorme mole de un colosal mutante que aun se desarrollaba en el interior de una matriz artificial.

— Padre… — Frankie lo llamó cuando estaban casi encima de él, pero el viejo científico continuaba concentrado en ajustar algunos diales, leer números de las pantallas y comparar con sus propias notas que llevaba en una libreta que había visto mejores días— ¡Padre!

El sujeto se volteó un tanto molesto.

— ¿Qu…? ¿Qui…? ¡Oh! — el sujeto ajustó sus gafas incapaz de creer lo que le mostraban sus ojos— Fra… Frank… ¡Frankenstein! ¡Has vuelto! ¡Regresas para proteger a tu padre en esta hora de peligro! ¡Mi muchacho! — El anciano pasó sus manos por el rostro de Frankie con fascinación.

— No Víctor, te equivocas, no es esa la razón por la que he venido, es Delta, ella y yo queremos tener un hijo, queremos que cures su infertilidad.

— ¡¿Qué?! ¡Eso es imp… imposible! Tú lo sabes, la propia naturaleza de su mutación lo hace imposible.

— La propia naturaleza de nuestra mutación nos permite saber claramente que nos estás mintiendo padre.

El viejo científico no supo que responder en el momento, luego una sonrisa socarrona cruzó su rostro.

— Jejejeje, soy un anciano estúpido, pero no importa, no les daré la cura. Será la vieja humanidad la que recupere el control de la tierra y no una de sus cepas mutantes. Ustedes fueron creados como esclavos y como esclavos permanecerán.

— ¡No hemos llegado hasta aquí para negociar con un viejo chocho e imbécil! — Delta temblaba presa de la ira, pero a esa distancia el rifle con el que apuntaba al anciano no fallaría— ¡O nos das la cura o te matamos!

El anciano miró a la rubia desde abajo de sus pobladas cejas.

— E… estás loca, o e… eres estúpida, quizá hayas superado tu condicionamiento, pero ¿de qué crees que si… sirva amenazar de muerte a un hombre de mi edad ¿qu… qué tengo yo que perder a estas alturas?

Frankie pasó a la espalda del científico y estudió al colosal mutante que dormía plácidamente flotando en el contenedor lleno de líquido amniótico.

— ¿Qué hay de este tu nuevo hijo? ¿Cómo se sentiría perderlo?

— ¡Fra!… ¡Frankenstein! No serías capaz de dañar a tu propio hermano. Él es completamente inocente, no lo involucres en esto.

— ¿Matarlo? ¿Quien dijo nada de matarlo? Pero quizá despertarlo ahora — Frankie señaló con precisión los controles que permitirían despertar al mutante— estoy seguro que no has tenido tiempo de condicionarlo. Si te niegas a permitirnos tener nuestros propios hijos, quizá debamos llevarnos uno de los tuyos y criarlo como nuestro, ¿llamarlo Frankie junior quizá?

— ¡Te!… Te has convertido en un hombre cruel Frankenstein — el anciano apuntó a Frankie con un dedo tembloroso— habrás superado tus propios condicionamientos, has desarrollado tu capacidad de bloquear la empatía, pero ¿en qué te ha convertido eso? No eres mejor que nosotros, te has vuelto malvado y manipulador igual que la vieja humanidad.

— ¿Donde está la maldad Víctor? ¿En desear tener un hijo con la mujer que amo? ¿En liberar a una criatura nacida para la esclavitud? Manipulador eres tu quien hábilmente tejes las palabras, pero el tiempo se acaba — Frankie puso su mano sobre los controles— ¿qué va a ser entonces? ¿Nuestro propio hijo o el tuyo?

En ese momento se escuchó un griterío, cristales rotos, disparos en el interior del edificio y el inconfundible clo clo clo…

— Las gallinas ya superaron a los soldados, era cuestión de tiempo después de todo — dijo Delta asomándose al corredor esperando que las aves aparecieran en cualquier momento.

— Podemos ayudarte a salir de aquí con vida Víctor, solo pedimos una cosa de ti ¿vas a ayudarnos?

— No, no, no, no, no — murmuró el viejo poniéndose las manos en la cabeza— solo necesitaba un poco más de tiempo, solo un poco más de tiempo.

Frankie miró los controles, y rápidamente comprendió cuales eran los pasos para terminar el proceso, ajustó algunos botones para despertar y liberar a su hermano.

— Frankie no vas a creer esto — dijo Delta mirando por una hendija de la puerta.

La puerta se abrió y entró David, detrás de él venían las gallinas que entraron a la sala y lo rodearon todo.

— Saludos amigos, pensé mejor las cosas y decidí al final que sí sería buena idea ayudarlos.

— ¿David? ¿Qué significa todo esto? — Frankie no atinaba a entender nada. Sus ojos saltaban de las imposiblemente pacíficas gallinas, la igualmente sorprendida Delta, Víctor, David, los perros, el mutante que estaba despertando, etc.

— ¿Cómo decirlo? Somos familia, algunos años atrás Víctor creó una mutación similar a la suya, yo no soy súper empático con los otros mamíferos, si no con los ovíparos, especialmente con las gallinas con las que me comunico sorprendentemente bien.

— Pero entonces ese día cuando nos conocimos ¿por qué huías de las gallinas? — preguntó Delta.

— No, yo no huía de las gallinas, cuando ustedes me encontraron, yo ya estaba subido al árbol, quienes huían eran ustedes, yo solo me preparaba para dormir, digamos que cuando me duermo las gallinas se descontrolan y no es muy seguro estar cerca de ellas, las cosas que sueño parecen molestarlas mucho.

— Es porque tu subconsciente está podrido — dijo el anciano científico.

— Víctor Moreau, nuestro insigne creador… ¿Porqué no les cuentas a tus hijos quienes son los causantes del fin del mundo? ¿Porque no les cuentas lo que tu grupo de investigación le hizo a las gallinas? Como convirtieron al animal más benigno en un monstruo. — David buscó una silla y se sentó.

— Eso es ridículo. Significaría que Víctor ha vivido por más de 150 años como mínimo — A Delta aquello le sonaba imposible.

— Tratamientos de longevidad, uno de los primeros pasos en su gran plan para crear al ser humano perfecto, verán nuestro padre no se niega a experimentar con su propio ADN.

— E… Era necesario, era indispensable, ustedes no entienden como era esa época, el hombre contra el hombre, ignorándonos los unos a los otros, matándonos los unos a los otros… — farfulló el viejo científico intentando justificar sus acciones.

— No es que ahora sea mucho mejor — apuntó Delta.

— Estaban en alguna especie de gran guerra — aclaró David— el grupo de científicos de Moreau intentaban dos cosas, conseguir un arma barata que les permitiera detener el enfrentamiento, y al mismo tiempo crear un ser humano mejor, más amable, mas servicial, con mejor capacidad para el entendimiento. El resultado fuimos nosotros, curiosamente no fuimos el resultado intencional de sus experimentos, si no de un accidente, mutantes súper empáticos.

— No termino de entenderlo, ¿cómo se supone que desarrollaron dos tipos diferentes de mutantes a partir de un accidente?

— Somos una sola clase de mutante — dijo David levantando el dedo índice— a ustedes los crían entre otros seres humanos y automáticamente aprenden a leer los gestos y las actitudes de la gente, a los de mi clase nos crían entre los plumíferos y aprendemos a comunicarnos con ellas, nos convertimos en una especie de foco para sus mentes dispersas.

— Y enloquecen en el proceso — remató el viejo.

— ¡No estoy loco! — Le espetó David— No tienes puta idea de lo difícil que es mantener mi mente estable.

— Sí lo sé, y sé que no lo consigues.

— ¡Cállate viejo! Ya ha sido suficiente, tus locuras no solo acabaron con la civilización, después crearon este remedo basado en la esclavitud ¡¿en qué estaban pensando?!

— Co… cometimos errores, igual que cualquiera, pero este es solo un período, piensa a largo plazo, al final lo he conseguido, el humano pe… perfecto. — Víctor señaló al enorme mutante que flotaba en el líquido amniótico— so… solo necesito un poco más de tiempo, el podrá ser todo lo que ustedes no fueron, mas fuerte, más inteligente, pero sobre todo, más amable.

— Es decir, el esclavo perfecto. — Se burló David.

— No, no, no un esclavo, la semilla para una nueva humanidad.

— Así que es eso, por eso es que no permites que nuestras mujeres se reproduzcan, no quieres que nadie contamine el futuro perfecto de tu hijo predilecto.

— U… ustedes no están completos, fueron un accidente, en cambio él…

— ¿Por qué razón no podríamos coexistir? — Preguntó Frankie— ¿esta nueva cepa es incluso más amable que la nuestra? Fantástico, pero nuestra clase no mata cuando no es necesario…

Los ojos del científico se fueron hasta David.

— E… eso depende.

— Estúpido anciano, estás a punto de morir y todavía me desafías. Danos la cura para la mujer y te dejaré en paz con tu sueño absurdo y tu hijo perfecto.

— ¿Po… por qué te interesa tanto curar a una mujer que no es la tuya?

— Podemos compartirla ¿no Frankie?

— Personalmente no me gustaría, pero eso sería decisión de Delta.

— Es cierto, no debemos actuar como si ella fuese solo un objeto ¿Qué dices tú muñeca? ¿Te gusta la idea?

— No, no me gusta para nada — respondió la rubia.

— ¡No es que tengas opción perra! — Gritó David con todos sus pulmones, las gallinas que rodeaban a la hermosa mutante comenzaron a agitarse— vas a parir a mis hijos y serás una buena chica, y si no me obedeces mataré a tu querido Frankie ¿lo entiendes perra? ¡Harás lo que se me venga en gana! ¡Cada vez que se me venga en gana!

El movimiento de Delta fue rápido y fluido, nadie tuvo oportunidad de reaccionar, el cuchillo voló de su mano y se clavó en la frente de David, la mano de este intentó detener el cuchillo en el aire pero ya era muy tarde.

Las gallinas comenzaron a brincar y a saltar y por un momento se imaginaron lo peor, pero los animales no atacaron, simplemente se dispersaron lentamente.

— ¡Delta! Casi nos matas ¿cómo sabías que las gallinas no iban a reaccionar a su muerte?

— No, las gallinas no están locas, el desquiciado era él, estoy seguro que me agradece que haya acabado con su miseria.

— Lo… Los pobres animales solo reaccionaban a su mentalidad inestable — aclaró el científico.

— Está bien, pero todavía queda el asunto entre nosotros Víctor.

El anciano levantó la vista hacia su nuevo hijo, su última creación, tosió un poco y dijo.

— Lle… Llévenselo, ustedes serán mejores padres de lo que yo nunca podría ser.

Frankie activó los controles, no era precisamente el hijo que Delta y él habían soñado, pero seguramente sería una experiencia interesante criar a aquel hombretón juntos.

— De… Delta, hay un mecanismo bio-psicológico en tu cuerpo que te impide salir embarazada — dijo el Anciano— quizá tu no lo hayas entendido, pero tu subconsciente sí. Eres empática, eres intensamente empática, por esa razón es que te sientes tan impulsiva, por ejemplo justo ahora mataste a David porque él mismo ha estado buscando autodestruirse por años. ¿Imaginas lo que sucedería si quedaras embarazada? La mente del niño, y tu mente comenzarían a convertirse en una sola, ¿te das cuenta lo que eso le haría a tu psique?

— ¿Mi mente se convertiría en la mente de un bebé?

— Exactamente, pero recuerda, habías sido condicionada para ser una esclava y superaste esa programación, con suficiente entrenamiento también podrías controlarte, aislarte de los sentimientos de los demás, no estoy diciendo que te aísles completamente de los sentimientos de tu bebé, solo que aprendas a controlarte, a aislar tu consciencia, una vez que lo consigas tu subconsciente te permitirá salir embarazada ¿lo entiendes?

— Lo entiendo — Respondió Delta en un murmullo, maravillada pensando en las posibilidades.

— ¿Por qué cambiaste de parecer Padre? — Preguntó Frankie.

— Tú hablaste de coexistencia, mientras que David habló de dominio y de control, y por un momento me identifiqué con David, mis absurdos sueños de una raza superior, todo el mal que he causado persiguiendo mi sueño. Que estúpido he sido…

El tanque de líquido amniótico se vació y el enorme mutante salió caminando torpemente con una hermosa sonrisa en los labios.

FIN

Recuerden que yo también estoy participando en El Desafío del Nexus de Febrero con este relato, si lo disfrutaste, no olvides votar pulsando el botón “Me Gusta” de facebook.

Imagen: Hen por Judy Woodall

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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