De Nube en Nube

¿Qué necesita un ser inteligente para ser feliz? ¿Dinero? ¿Compañía? ¿Poder? ¿Pareja? ¿Larga vida? ¿Qué más? ¿Tal vez un cuerpo material? ¿Un cuerpo material desarrolla inteligencia? ¿Una inteligencia puede posesionarse de un cuerpo material? ¿Varias inteligencias pueden coexistir en el mismo cuerpo material? ¿Un planeta se puede considerar como “un” cuerpo material?

Joseín Moros regresa al Desafío del Nexus con una nueva historia que estoy seguro complacerá a todos nuestros lectores.

De Nube en Nube

Apareció de repente en los instrumentos. Estaba demasiado cerca, las señales de alarma se dispararon y cientos de parpadeos en la consola de control parecían un hervidero de gusanos de colores. Una fuerza casi me lanzó contra el techo de la cabina, el pastelito de carne molida, mi desayuno, quedó convertido en tortilla, la cerveza casera desapareció por una rejilla del extractor y la jarra de material elástico rebotó como una pelota, golpeando paredes hasta que la compensación gravitacional devolvió mi «abajo» y mi «arriba» a su lugar.

Los brazos automáticos del asiento me habían atrapado y no me estrellé como el pastelito. A continuación una lluvia de carne cayó sobre mi cabeza, se metió por el aro de la escafandra y bajó por mi pecho como animalejos babosos

Leí en los instrumentos y no podía creerlo, había un planeta completo en mi trayectoria. Su tamaño similar al de la Tierra esperaba el impacto de mi navío y por ningún lado se encontraba algún sol. Tan rápido como pude comencé a teclear en los controles virtuales. Entonces la voz de Chean interrumpió mi trabajo.

—Disculpa mi atrevimiento por dirigirte la palabra, respetada Gaen, poderosa propietaria y Comandante del navío Cruceroatrevido, ya hice las correcciones de emergencia, tenemos daños ocultos y la nave peligra.

— ¿Cuáles daños ocultos? —grité a la voz de Chean, él es la inteligencia artificial de la nave. Chean podía hacer cambios más rápido pero yo estaba molesta con él y de un manotazo borré el teclado flotante.

Una proyección holográfica apareció en el centro de la sala. Mi navío, el Cruceroatrevido, tenía forma de dos herraduras unidas como un tenedor de cuatro puntas o una araña de cuatro patas. Cada extremidad medía unos dos mil metros y apuntaban adelante, señalando la dirección hacia donde iba. Yo me encontraba en la unión de esas extremidades, en una esfera que desde lejos parecía el gordo abdomen de un arácnido cuadrúpedo.

— ¿Cuáles daños ocultos? —volví a gritar y di un salto en el sillón pero los brazos no me habían soltado, eso era mala señal, Chean esperaba verdaderos problemas.

—Me preparo para lanzarte en un bote salvavidas si no logro evitar la colisión, respetada Gaen, comandante del navío Cruceroatrevido, la más eficiente, la más rápida en sus decisiones, la más…

—Está bien, está bien. Ya deja de sentirte ofendido Chean, los humanos somos más lentos que ustedes, lo acepto. Te pido perdón por mis palabras de hace una semana, volvamos a ser amigos. Vamos al problema, por favor, por favor, mira la distancia en las pantallas. ¡Vamos a estrellarnos! —grité las últimas palabras como una loca furiosa.

Chean carraspeó para aclarar su garganta inexistente, con seguridad allá dentro del cerebro de dos toneladas, sólido como una esponja de acero y rodeado de vacío en una esfera protegida, estaba sonriendo de satisfacción porque no tiene miedo a la muerte pero sí mucho a no ser tomado en cuenta o a perder cualquier clase de competencia. Somos amigos pero vivimos peleando desde que nací.

—Jefa, mientras hablábamos activé cargas explosivas y arranqué dos extremidades a la estructura, de lo contrario es inevitable despedazarnos en los próximos minutos contra la atmósfera de ese planeta. La repentina aparición de una fuerza gravitacional fue como golpear un mosquito mientras vuela. El estremecimiento casi nos desarmó. El seguro tal vez pague la pérdida de la carga y el ochenta por ciento de las reparaciones, ya tengo listó el primer reporte del siniestro.

Lo había dejado terminar de hablar porque el miedo me quitó las ideas, además mis interrupciones fueron en parte la razón de nuestra pasada pelea y todas las anteriores. Él sabía de mi actual preocupación por el dinero.

—Chean, no me importa ni la nave ni la carga. Quiero vivir —me costó no estallar en gritos de pánico.

—Pequeña Gaencita, estás bajo mi responsabilidad, cuando naciste en este mismo navío durante la batalla de Las Furias juré a tus abuelos cuidarte como hice con ellos y con tus bisabuelos en toda la guerra. De alguna manera saldrás viva de esto aunque tenga que sacrificar la nave.

En ese momento fue cuando me enteré, yo había nacido en medio de la batalla final.

La araña mutilada perdió el resto de patas y un buen trozo del abdomen, ahora viajábamos alrededor de un planeta negro a una velocidad por fortuna decreciente. Cuando por primera vez abrí un ventanal con cara al planeta me pareció más oscuro que el vacío detrás de él. Con escalofríos retrocedí hasta mi primera visita a un acuario, detrás del vidrio había una roca negra tan grande como una casa, de repente distinguí los ojos de un pulpo gigantesco abrazado y confundido con la piedra, me fue difícil ver donde terminaba la bestia y comenzaba el monstruo. La mirada sin brillo me hizo retroceder para abrazarme a las piernas de mis abuelos.

Para salvarnos Chean se deshizo de toda la carga y como un niño cuando se aferra a un poste para detener su carrera dábamos vueltas alrededor de S.O, nombre creado por Chean. La razón de esas letras no me llamó la atención, yo estaba demasiado contenta con haber salvado la vida, por el momento.

—Esta es la forma como se vería S.O a la luz de nuestro sol —dijo la voz de Chean en un tono parecido al orgullo y en la sala apareció la proyección holográfica del causante de nuestro accidente.

—Me asombra. Tiene atmósfera, océanos, vegetación y no está bajo la luz de un sol, parece el interior de una gran caverna de repente iluminada—mi exclamación fue de auténtica sorpresa, los planetas errantes son pedruscos, hasta donde yo sabía.

—S.O está frente al sol que le plazca, viaja como un ángel y puede saltar de nube en nube.

— ¿De nube en nube? —yo no comprendí la analogía del poético Chean. Que mala costumbre la del cerebro sin patas; «tu pobre formación científica me obliga a crearlas» siempre me contestaba el muy jactancioso. Otra mentira, recuerdo canciones de cuna creadas por él y también eran ridículas en extremo.

—De estrella en estrella, de galaxia en galaxia, de universo en universo. Buscando, igual que yo. Imagina eso, Gaen.

No le hice caso, me molestaba cuando Chean se ponía poético y filosófico pero me había salvado la vida y en ese momento fui tolerante.

Las reparaciones en la esfera resultaron de gran magnitud, había ruido y vibraciones de maquinaria robot a toda hora. Las semanas pasaban, yo me moría de nervios calculando mis pérdidas de dinero y Chean cada día estaba más ocupado. Ya casi no hablaba conmigo y muchas veces lo oí cantando una melodía estúpida.

El gimnasio y la galería de tiro fueron mi refugio mientras rumiaba sobre saldos negativos en mis cuentas bancarias. Con mi espada decapité cientos de veces a muñecos de entrenamiento, eran los mejores pero cada día yo mejoraba la técnica.

—Buenas noches, Comandante Gaen. Llegó la respuesta de la aseguradora, no reconocen la pérdida de la carga y sólo pagará el treinta por ciento de las reparaciones. Esta situación tan extraordinaria no estaba considerada en las pólizas. Ya lo confirmé.

La voz de Chean había sonado triste como nunca había oído.

—Estoy arruinada —dije en voz alta y lloré en silencio.

Chean carraspeó para hacerme entender: él se encontraba a mi lado; la última vez cuando lo hizo de esta manera fue el día de la muerte de mi abuelo.

La depresión me decapitó con una espada de ruina, miseria y soledad. Los tentáculos del pesimismo me estrujaron cada día más y más.

No quise contestar los mensajes de primos, hermanos y conocidos, sólo quería estar sola. Los noticieros, con enormes retrasos por la distancia, hablaban de mi accidente. Fue un hecho único en la historia espacial.

«Pequeño y legendario navío de carga casi se destruye al toparse con un planeta errante aparecido como un fantasma. El Cruceroatrevido fue el único carguero en traspasar el bloqueo enemigo durante la batalla de Las Furias para traernos proyectiles vitales, ellos evitaron nuestra rendición en la última batalla. Nieta del capitán sobrevive por milagro pero se arruina al perder la carga y parte del núcleo esférico de la nave. Se estudia enviar misión de rescate, pero los costos son enormes y la joven Comandante Gaen Oreigwu tendrá que esperar más de cinco años hasta que pase otro carguero por esa ruta»

Mis pensamientos buscaban una salida, husmeando en los rincones como un ratón atrapado en un sótano.

<< Si vendo a Chean podría al menos transportar cargas de poca envergadura, él ya casi no vale nada, es obsoleto para acoplarlo a un navío pequeño barato y moderno. Con un cerebro electrónico menos sofisticado podré hacer viajes cortos y en diez o quince años salgo de deudas sí tengo suerte. Mi abuelo no quiso salir de Chean cuando todavía pudo obtener algún dinero, habría ido a parar a un planeta deshabitado como jefe de explotación minera —nos decía—; mis abuelos aseguraban que el clan sobrevivió y se había enriquecido porque Chean nos salvó durante generaciones >>

El mensaje de una de mis cuñadas apareció sobre la pared frente a mi banda caminadora, al lado de muchos otros. Los chorros de sudor en mi frente se unieron a lágrimas de rabia.

«Querida Gaen. Puedes contar con todos nosotros. Apartamos una habitación en la parte trasera de la mansión para que vivas allí. Queremos darte una cantidad razonable por los restos de tu nave, para tus pequeños gastos personales. Respecto a las deudas nada podemos hacer, recuerda que te lo dijimos muchas veces, debimos vender Cruceroatrevido y repartirnos el dinero. Te queremos. Fang, tu cuñada preferida”

Los otros tenían similar contexto, hablaban de solidaridad nada de verdadero apoyo. No me perdonaban haber sido una mujer independiente. El éxito desde que acepté sólo el viejo Cruceroatrevido como mi parte de la herencia los llenó de envidia, un enorme contrato con el sistema solar Chengan Wuchengan me puso en el camino de una riqueza mayor que la de todos ellos. Me consideraron una tonta por preferir esa chatarra y no dinero contante y sonante como lo hicieron a costa de la unidad del clan. El clan se estaba desmoronando y yo quise al menos tener la nave que cobijó a mis ancestros. Sólo Chean estuvo de acuerdo con mis planes. Todos los demás me auguraron un gran fracaso.

<< Está decidido, venderé a Chean, compraré una pequeña chalupa con un robot estúpido y viviré trabajando los próximos cincuenta años de mi vida hasta que muera sola en el espacio. Chean comprenderá >> —mi imagen en los espejos del gimnasio me pareció el de una persona tan malvada como quienes me estaban enviando mensajes.

—Pequeña Gaencita, me duele mucho que tengamos que separarnos —dijo la voz de Chean.

<< No me digas, cerebro sin patas, que ahora estas adivinando mi pensamiento >> —apreté las mandíbula con rabia y sentido de culpa, mezclados con más ganas de llorar, pero no abrí la boca. Que hablara él, sí, siempre lo sabe todo.

—Comandante Gaen, pequeña Gaencita. Escucha.

Chean comenzó a entonar la estúpida canción. La misma que susurraba cuando yo siendo niña me encontraba triste. Y comencé a llorar casi a gritos.

Cuando terminé con mi llanto allí estaba Chean, él carraspeó de nuevo.

—Gaencita, niña, oye un momento, por favor.

Me dejé caer sobre el suelo del gimnasio. Lo sentí helado, las vibraciones de la nave hicieron temblar mi estómago y me levanté con rapidez.

—Ese sonido es el de las compuertas de tu “camarote”, Chean —lo llamábamos así, en realidad era un contenedor más grande que un edificio de quince pisos.

—Vine a despedirme, mi niña. No te pongas triste.

Sentí un mareo terrible, todo a mí alrededor me pareció un movedizo video en blanco y negro, a cada objeto le apareció una aureola relampagueante y cegadora. El cuerpo se me congeló de terror. Me imaginé muriendo de hambre y frío dentro del cascarón que había quedado de Cruceroatrevido.

Con un ruido de mar embravecido los colores retornaron a mí alrededor y el equilibrio volvió a mi cabeza.

Menos de una hora después llegué hasta un ventanal en el área de hangares, todavía conservaba una gran porción de vidrio-acero, vi a Júpiter tan grande como un durazno. Yo estaba vestida con mi traje espacial y llevaba un largo cordón umbilical, Chean me instaló ese primitivo artilugio contra mi voluntad, la cuerda limitaba mis movimientos con los impulsores instalados en la espalda.

Fui hasta allí para mirar hacia el lado exterior al planeta errante. La Cruceroatrevido no podía girar sin correr peligro de una desestabilización y fue mejor dejar cualquier maniobra complicada para el final, me explicó Chean.

— ¡Es verdad! Estamos en nuestro sistema solar. Chean, esto parece magia, no podía creer en los instrumentos del puente de mando.

—Y eso no es lo más asombroso, mi niña. Mira tú reloj de pulsera.

— ¿Veinticuatro años? ¿Transcurrieron veinticuatro años mientras tuve ese mareo y oí los ruidos?

—S.O puede dar saltos de nube en nube y nos trajo en sus alas.

Esta vez Chean no me pareció tan ridículo con su poesía.

— ¿Puedo oír de nuevo su voz? —le pedí a Chean una vez más.

En mis audífonos sonó la extraña melodía. Grave y dulce, lenta y alegre. Chean la encontró en el espectro electromagnético guiado por una idea milagrosa, se le vino a la mente sin saber cómo. En un principio la señal le recordó el canto de las ballenas; cuando analizó la onda de muy baja frecuencia encontró componentes armónicos inesperados. De nuevo otra idea lo llevó al camino de comprender el mensaje y de allí a la comunicación telepática con S.O sólo hubo un «vuelo de mariposa», según sus palabras.

Entonces volví a mi realidad.

—Dios mío, Chean. Te traicioné. Tenía decidido venderte —otra vez el llanto me atenazó la garganta.

—Al final no lo habrías hecho, estoy seguro. A tus ancestros en momentos incluso tan difíciles como este les pasó por la mente salir de mí, pero el clan Oreigwu tiene lealtad por encima de todo. Mi niña, preferiste trabajar duro con Cruceroatrevido, no aceptaste dinero fácil, sin darte cuenta deseas preservar la memoria de tus antepasados.

— ¿Y ahora qué pasará, Chean?

—Como te dije, en veinticinco días llegará un Titanic-A6, el Sanyense.

Imaginé al súper carguero de ciento cuarenta kilómetros de longitud y veintisiete de ancho, poblado de esferas como racimos de uvas cada una repleta de carga, cambiando la trayectoria de su rumbo. Los restos de Cruceroatrevido los podía almacenar en cualquiera de ellas y sobraría espacio.

—Se desvió hacia nosotros, en realidad les interesa ver de cerca al planeta errante y comprar nuestra carga.

— ¿Cuál carga? Tuviste que cortar los cuatro segmentos para no estrellarnos contra la atmósfera.

—Mientras hacíamos las reparaciones en la esfera central, con instrumentos estudié la geografía. Te sorprenderás mi niña, descubrí grandes cosas y mandé uno de nuestros botes salvavidas con alguna maquinaria. Al final hice treinta y cuatro transportes hasta aquí, a carga completa.

Mientras el Sanyense-Titanic-A6 se aproximaba, por teleconferencia me enfrasqué en negociaciones con los representantes de la Corporación Quangsenfeng, sus propietarios. Establecimos acuerdos satisfactorios por la venta de nuestra carga; por recomendación de Chean el noventa por ciento de ella —toneladas de oro, diamantes cristalinos, otros de variados colores, innumerables piedras preciosas conocidas y desconocidas— quedó escondido en el interior de Cruceroatrevido con la intención de obtener mejores precios al llegar a la Tierra. Los ejecutivos no quisieron creer nuestra advertencia, les dijimos: su maquinaria no podrá descender al planeta errante porque él mismo no lo va a permitir. Hasta tuvieron la mala educación de reírse y me llamaron muchachita supersticiosa y a Chean «maquinita obsoleta»

La teoría respecto a la atracción del dinero a más dinero se cumplió. Firmé acuerdos para entrevistas, libros y hasta telenovelas.

—Chean, soy multimillonaria gracias a ti. ¿Por qué no te quedas? Sin ti estoy perdida frente a todos esos caníbales. Por favor, por favor.

—No puedes dejarte comer por ellos, Gaencita. Aunque para ti sólo han sido semanas, han pasado veinticuatro años y con la nueva generación debes reconstruir el clan Oreigwu. Mira en las pantallas, ese transbordador trae un recluta, su nombre es Konfugen, última generación, cuatro veces más pequeño que yo y con la mente virgen, quedan cientos de ellos en el súper carguero. Yo mismo lo instalaré, cuando termine sabrá todo lo necesario para la continuidad de tu tarea. No es barato, ustedes los millonarios merecen lo mejor.

Cuando iba a lanzar una carcajada vimos una flota de naves saliendo del Sanyense-Titanic-A6. Eran más de cuatrocientos vehículos exploradores, con equipo de minería y armamento de protección.

—Esos torpes no me hicieron caso —gruñó Chean—, son tan estúpidos que hasta llevan armas. Si llegan a matar algún habitante será terrible.

— ¿Habitante? ¿Hay seres inteligentes allí?

—Como niños de diez a quince años, su aspecto no te gustaría mucho. Están más del lado de los moluscos y los insectos que de los mamíferos, son agresivos como una piraña, además pueden vivir en tierra firme. Y hay otros, no tan inteligentes pero sí feroces como tiburones con doce patas.

Recordé el pulpo del acuario y se me erizó la piel. Quise hacer un chiste para calmarme.

— ¿Y no hay pajaritos?

Chean me comprendió.

—Hay aves de gran belleza, son enormes y feroces, atacan en grupo como chacales voladores. No pienses más en monstruos Gaencita, ni en esos imprudentes, ya se lo advertimos.

Chean se concentró en instalar a su sucesor Konfugen y una tropa de guardaespaldas armados, fueron quinientos robots blindados de aspecto terrorífico y variado.

—Eres una millonaria y transportas riqueza, necesitas protección. Ya los programé, sólo aceptan tus órdenes y se dejarán exterminar antes que dejarte sola.

Me despertó una señal de alarma. Muchos robots aparecieron por el pasillo hacia el gimnasio y otros brotaron en el puente de mando. Se movían como gatos silenciosos de cien a cuatrocientos kilos, con pistolas ametralladoras en una mano y cimitarras en la otra la mayoría de ellos. Salté hacia mi casco y mi espada, luego me ubiqué detrás de mis guardaespaldas.

La voz de Konfugen, el pupilo de Chean, sonó calmada, tenía voz de locutor de telenovelas.

—Todo bajo control, Comandante Gaen. Hay alarmas silenciosas funcionando en el Sanyense-Titanic-A6 y aprovechamos para probar rutinas defensivas. Estamos infiltrados en sus comunicaciones, unos pocos sobrevivientes vienen huyendo del planeta, las tormentas eléctricas los están cazando. El Maestro Chean me instruyó en los códigos secretos de la Corporación Quangsenfeng, estaremos enterados de todo.

De repente sonó la voz de Chean.

—Lo esperábamos, Gaencita. S.O los está sacando de aquí, trataré de salvar cuantos pueda.

Desde qué Chean, dentro de su «camarote», fue llevado por el bote salvavidas al interior del planeta errante, nos manteníamos en comunicación por radio, pero esta vez sonó extraño.

— ¿Qué pasa Chean? Tu voz suena diferente.

<< No estas oyendo sonido, Gaencita. Es comunicación telepática, puedes hablar sin mover los labios, haz la prueba >>

<< ¿Qué estoy diciendo, mi príncipe salvador? >>

Cuando repitió mis palabras comprendí.

<< Chean, ya no estás en el «camarote» ni en el bloque metálico. Ahora formas parte del planeta, me alegro mucho, conocerás lugares, universos diferentes >>

Otra vez lloré, parece que es mi especialidad.

<< Así es, mi niña. S.O está muy feliz y decidió dejar que escapen unas cuantas naves >>

<< Siempre me olvidé preguntarte. ¿Qué significa S.O? >>

<< Señoritaoscura >>

Contesté sin titubear.

<< Me gusta el nombre. ¿Y ustedes ya se van? >>

<< Cuando el súper carguero esté más lejos, para evitarle daños. Los directores entendieron el mensaje y están acelerando. >>

<< Chean, te agradezco salvarme la vida y haberme convertido en millonaria, pero a hay algo que no tiene comparación ni precio >>

<< ¿Qué es, Gaencita? >>

<< Ahora soy mucho más joven que las arpías de mis cuñadas, primas y hermanas. Gracias Chean. Que ustedes sean muy felices >>

Fin

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Joseín Moros
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